El parto natural, una alternativa que se extiende
Hasta mediados del siglo XX las mujeres daban a luz en sus hogares sin asistencia médica, práctica que posteriormente quedó relegada en favor de la seguridad y que ahora algunas mujeres han empezado a recuperar, con partos en sus casas donde pueden seguir sus instintos naturales en un espacio de intimidad.
El parto natural o personalizado (ya que todos los partos son naturales) comienza a tener una demanda creciente en España, donde ya diversos hospitales tratan de adecuarse a esta opción.
Una de las mujeres que decidió dar a luz sin anestesia ni maquinaria quirúrgica es la donostiarra Alaitz Ruiz, quien explicó que aún recuerda como algo “intenso y muy bonito” el momento en que nació su primer hijo, Unai, con la única asistencia de una comadrona.
“Aunque duele mucho, todo depende de cómo vivas el dolor”, ya que puedes verlo como algo “horrible” o aceptarlo como parte intrínseca al alumbramiento, comentó.
Alaitz estuvo segura a lo largo de todo el embarazo de que ella quería ser la protagonista de su parto y además se sentía amenazada por los médicos que la atendían, quienes en lugar de respetar su decisión, se la desaconsejaban.
De esta manera, se puso en contacto con el Hospital Acuario de Alicante, un centro que está habilitado para que las parturientas puedan dar a luz de la forma que deseen, sin dejar de lado la tecnología que pueda resultar útil en caso de complicaciones.
Igualmente el Centro Sanitario Virgen del Pilar de San Sebastián, donde el 5% de los nacimientos que atienden es personalizado, acondicionó una sala el pasado año para que las mujeres puedan parir de forma no medicalizada.
La sala cuenta, entre otras cosas, con hilo musical, televisión, cojines, velas de aromaterapia y una pelota gigante sobre la que la embarazada puede sentarse durante la dilatación para ayudar a encajar al bebé dentro de su cuerpo, y como única maquinaria cuenta con un aparato para escuchar los latidos del niño.
La mujer tiene además libertad de movimientos a lo largo de todo el proceso, puede ingerir líquidos para no deshidratarse e incluso elegir la postura en la que se encuentre más cómoda para alumbrar: de cuclillas, a cuatro patas o sentada.
El objetivo es que la mujer se encuentre en un ambiente íntimo donde esté relajada, tranquila y segura, por lo que los médicos no llevan a cabo ninguna acción que pueda acelerar el nacimiento como romper la bolsa o inyectar oxitocina, una hormona femenina encargada de las contracciones.
Según la ginecóloga de este centro Irune Alzola, la diferencia entre un parto más intervencionista y otro que no lo sea radica en la satisfacción de la mujer, ya que a su juicio ambos son igual de seguros y compatibles.
Opina que una mujer puede considerar que está más segura rodeada de tecnología, mientras que otra en la misma situación se siente “invadida y ajena” al parto, por ello la clínica no desecha ninguna de las dos opciones.
Sin embargo, no todas las mujeres pueden elegir el parto natural, sólo aquellas que hayan llegado en buenas condiciones al término del embarazo, no sufran complicaciones y no tengan niños con anomalías, puesto que en estos casos es más recomendable un parto medicalizado.
Yolanda Vara, la presidenta de la Asociación Zelaun, surgida en Guipúzcoa en el año 2000 para pedir la creación de instalaciones que permitan el parto natural en los hospitales, se suma a la recomendación de que no cualquier mujer puede elegir esta opción, porque “no hay que ser negligente”, subraya.
Bajo este principio de responsabilidad, Vara recomienda que en el caso de las mujeres que deseen dar a luz en sus domicilios, éstos deben estar a un máximo de media hora del hospital más cercano y, a ser posible, deben contar con la asistencia de una ambulancia en la puerta de casa para que, en caso de complicaciones, un médico pueda asistir a la madre y al niño.
Parir en casa es una alternativa poco corriente en España, mientras que en otros países como Holanda el parto normal es el que se lleva a cabo en el propio domicilio, donde las mujeres son asistidas por una matrona, pagada por la Seguridad Social, y tienen una ambulancia en la puerta de casa por si acaso, mientras que las que desean dar a luz en el hospital deben retribuir al centro.
En ese país nórdico y en otros como Estados Unidos o Gran Bretaña existe además la figura de la doula, una mujer que apoya física y emocionalmente a la embarazada durante el parto y el postparto, profesión que empieza a implantarse en España, donde ya ejercen este oficio 58 mujeres.
La doula María Arroyo, que desarrolla su actividad en los alrededores de Madrid, lamenta que en España no existan cursillos preparatorios para este trabajo, por lo que cada profesional tiene su propia especialidad: unas han impartido cursos de lactancia, otras saben dar masajes infantiles y algunas poseen conocimientos de puericultura.
Al final, a juicio de la ginecóloga Alzola, lo que cambia según se dé a luz con o sin asistencia médica es la sensación que le queda a la embarazada, quien “está en el mundo de otra manera tras la dura prueba que supone el parto”