La segunda ‘vuelta al cole’ en un mes para el alumnado evacuado en La Palma

Clases en el aula reubicada del CEIP Los Campitos.

Iván Alejandro Hernández

Llanos de Aridane (La Palma) —

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A las 09.00 horas, una guagua paraba en la calle Tabaiba de Los Llanos de Aridane (La Palma). Bajaban cuatro niñas con sus mochilas a la espalda cogidas de la mano a una mujer con un chaleco reflectante naranja, en el que ponía “acompañante”. Avanzaban rápido, con ganas de volver a las clases presenciales después de diez días suspendidas por la mala calidad del aire, generada por el volcán que asola La Palma desde el 19 de septiembre. Es la segunda vez en menos de un mes que regresan a unas aulas ubicadas en un centro habilitado temporalmente como colegios de infantil y primaria para alumnado de los CEIP de Los Campitos y Todoque, sepultados por la lava, y de Puerto Naos, aún en pie, pero en zona restringida.

El 18 de octubre, escolares de Los Llanos de Aridane, Tazacorte y El Paso podían volver a recibir clases presenciales en una jornada con emociones diversas y sin poder usar el patio por la caída de ceniza. La actividad lectiva volvía a paralizarse el 1 de noviembre por el aumento de partículas PM10 expulsadas por el volcán, una decisión de la Consejería de Educación que se extendió a los los municipios de Puntagorda y Tijarafe. Este 10 de noviembre, la ilusión y la alegría del reencuentro entre alumnos y profesores impregnaron la jornada.

“Estamos muy contentos, los niños aquí están bien, solo hay que escucharlos”, dice Ángeles Pérez, directora del CEIP Los Campitos, mientras las voces de los niños llenan el espacio. En dos aulas, las dos profesoras que impartían clases en el centro destruido por la lava continúan la enseñanza a sus alumnos de infantil y primaria junto a itinerantes de música, religión o idiomas. “Las clases si no son presenciales para niños tan pequeños es casi imposible. Además, están reubicados fuera de sus casas, no tienen los medios necesarios; para el profesorado es muy difícil y para los padres, aún mas”, señala.

Las clases se imparten a unos 60 alumnos de los tres colegios reubicados en la que hasta antes de la erupción era una escuela de música. Son unos 60 alumnos y cuentan con un comedor donde se ofrece desayuno y almuerzo. También se facilita el transporte hasta la zona desde área como Tazacorte, Tijarafe o Las Breñas. Pero no a Fuencaliente, donde se ubica el hotel para personas desalojadas o algunas de las primeras casas provisionales adquiridas por el Gobierno de Canarias.

“Teníamos 72 alumnos y ahora estamos en 45”, explica Nieves Rosa, la directora del CEIP María Milagros Acosta de Puerto Naos; los alumnos “no pueden pasar más de 55 minutos en una guagua y el trayecto desde Fuencaliente es de más de una hora; los niños que están en ese municipio se han matriculado en el CEIP Los Canarios”. Junto a otras 6 profesoras, imparte clases a niños y niñas de entre 3 a 12 años en cuatro de las ocho aulas habilitadas en el centro. “Estamos encantadas de volver con los chiquillos y ellos lo necesitan emocionalmente”, añade.

Las paredes del centro están abarrotadas de dibujos de escolares de otros colegios mandando mensajes de ánimo. La profesora del CEIP María Milagros Acosta, también llamada Nieves Rosa, señala una pancarta “que hizo el hijo de un miembro de la UME con sus compañeros. Nosotros les regalamos otra. Hicimos un pequeño acto y nos las intercambiamos”.

La directora de la escuela rural de Todoque, Alicia Martín, no solo deseaba el reencuentro, también quería ver como estaba el alumnado. “Aunque hablaba con las familias por teléfono, no es lo mismo que verlos y sentirlos cerca”, dice, “yo quería llegar a ellos y tratar de reilusionarnos o reinventarnos entre todos. Y que ellos transmitieran eso a las familias. Porque las familias están muy tocadas y nosotros también”.

Martín, que imparte clases en un aula con diez alumnos de 9 a 12 años, y su compañera a niños y niñas de 3 a 7 años, narra que está desalojada de su vivienda desde el primer día de la erupción. Vive en casa de su sobrino y lleva un mes buscando un piso de alquiler, en Los Llanos de Aridane o en El Paso, pero dice que lo que encuentra “es desorbitado”, pues le han reclamado 900 o 1.000 euros al mes o hasta pagar un año completo abonando mensualmente 500 euros. “Unas cosas muy alucinantes, ya me estoy desesperando”.

El centro cuenta con un aula en la que los niños y niñas, una vez finalizan sus tareas con letras y matemáticas, realizan juegos didácticos; también una vez por semana, la profesora Nieves Rosa les sorprende regalándoles “un juguete”. Todos los materiales, muebles y enseres para adecuar el centro fueron recuperados de los colegios ubicados en Los Campitos, Todoque y Puerto Naos por el profesorado y la ayuda de operarios del Cabildo y los ayuntamientos. Primero los trasladaron al campo de fútbol de Los Llanos de Aridane y, de ahí, al espacio en el que ahora se encuentran. 

Tanto el profesorado como el equipo de limpieza es el mismo. “Pedimos que no nos repartieran en otros centros, por lo menos este año, que nos mantuviéramos unidos, porque necesitábamos estar fuertes y juntos. Además del desarraigo de los alumnos, sin su entorno, su paisaje, su casa, si encima los pones en un centro en el que no reconocen a compañeros o profesorado, la salud mental se dispara más todavía”, explica Martín.

La directora del CEIP María Milagros Acosta García señala que se ha creado un departamento de psicología para acudir cada vez que lo necesiten, a la que se suma “la buena labor que están haciendo Cruz Roja, el Ayuntamiento y el Colegio de Psicólogos de Tenerife”, añade Martín. Y también realizan actividades extraescolares, como ir a ver una obra de teatro a Santa Cruz de Tenerife o un viaje organizado por el Gobierno de Canarias a Gran Canaria, donde visitaron “las dunas de Maspalomas, el Municipio de Arucas, Las Palmas de Gran Canaria, el Museo Élder o la Cueva Pintada de Gáldar”, recuerda Nieves Rosa.

“El alumnado ha venido feliz, emocionado y con ganas de ver a sus compañeros y a las maestras. Es el único punto de unión que tenemos porque las familias están desperdigadas por las evacuaciones. Esto crea arraigo”, afirma la directora del colegio de La Laguna, Mónica Viña, centro pionero en implantar la educación emocional en España y ahora reubicado en el Centro Sociocultural El Retamar, a poco más de 1 kilómetro de distancia de la calle Tabaiba.

En este espacio, que transformaron en 6 días en una escuela, enseñan a 63 alumnos desde 3 años hasta tercero de primaria y en la escuela de idiomas, a los 50 escolares de 4º, 5º y 6º. Viña recuerda que desde el inicio de la erupción solo han tenido 17 días de clases y para los niños y niñas de infantil y primaria “la enseñanza online no es fácil”, sobre todo, cuando no es posible la planificación ante la incertidumbre constante que genera el volcán. Ahora, con la segunda vuelta al cole, Viña dice que ha vuelto “la ilusión” porque tenían “muchas ganas de regresar, de nuevo”.

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