Trece años de cárcel para el 'narco' italiano que intentó huir en zepelín
La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Las Palmas ha condenado a 13 años, seis meses y un día de prisión y multa de 15 millones de euros a Giulio Bernardi (Gregorio Saladino Velazco Comesaña), un destacado narcotraficante italiano acusado de portar 161,84 kilogramos de cocaína en el interior de un hidroavión que amerizó en junio de 2007 junto a la Playa del Águila, en el municipio de San Bartolomé de Tirajana, al sur de Gran Canaria.
Se da la circunstancia de que un día antes del juicio celebrado el pasado 1 de julio, agentes de la Policía Nacional frustraron el complejo plan del ahora condenado para fugarse de la prisión de la capital grancanaria. La investigación, en la que colaboró la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, permitió desarticular el grupo de apoyo compuesto por 3 personas. Los detenidos pretendían usar un zepelín teledirigido para hacerle llegar un equipo de visión nocturna y material de escalada con los que llevar a cabo la evasión.
Los agentes tuvieron conocimiento el pasado mes de febrero de que varias personas podrían estar preparando la fuga de Giulio Bernardi, de 51 años y vinculado a una organización internacional dedicada a la introducción y distribución en España de grandes cantidades de estupefaciente. Giulio fue detenido cuando pilotaba un hidroavión procedente de Mauritania cargado con cerca de 200 kilogramos de cocaína y actualmente se encuentra recluido en el centro penitenciario de Las Palmas de Gran Canaria.
La resolución de la Sala por esta causa condena al hombre por un delito contra la salud pública acuerda el comiso del hidroavión intervenido, así como del dinero y demás objetos referidos en los hechos probados, así como el comiso y destrucción de las sustancias intervenidas o, en su caso, de las muestras conservadas tras su análisis.
La Audiencia considera, así, probado que sobre las 22.00 horas del día 19 de junio de 2007 Giulio Bernardi amerizó junto a la Playa del Águila, en San Bartolomé de Tirajana, pilotando un hidroavión de su propiedad, procedente de Mauritania, portando en el interior e la referida aeronave 161,84 kilogramos de cocaína con riqueza del 75,06 por ciento que destinaría en esta isla a la venta a terceros desconocidos “con el más absoluto desprecio para con la salud pública”. Dicha sustancia alcanza en el mercado valor de 5.313.000 euros.
Igualmente, al acusado le fueron incautados, además del hidroavión, 1.020 euros, un teléfono satelital, tres terminales de telefonía móvil, un radioteléfono y dos GPSs utilizados en la citada travesía.
Contra la sentencia dictada por la Sala cabe interponer recurso de casación en el plazo de cinco días, según reza en la resolución facilitada este martes por el Tribunal Superior de Justicia de Canarias.
Intentó huir en un zepelín teledirigido
El ahora condenado intentó huir de la cárcel de Salto del Negro, en Las Palmas de Gran Canaria, en un zepelín teledirigido antes de la celebración del juicio acusado por un delito contra la salud pública. Las primeras pesquisas permitieron identificar al equipo de apoyo con el que contaba el recluso fuera de prisión para desarrollar el plan y llevar a cabo la evasión. Los agentes descubrieron que el grupo había remitido desde Bérgamo (Italia) un paquete con los instrumentos necesarios para la fuga.
La estrategia consistía en usar por radio-control un zepelín de 4 metros de largo, con el objeto de introducir en la celda de Giulio Bernardi, un visor nocturno, un equipo de escalada y pintura de camuflaje. Una vez en su poder, este se desplazaría hasta el lugar más elevado de la prisión para acceder a un punto concreto, previamente designado y que no contara con vigilancia, y descolgarse hasta el exterior del centro.
En ese momento un conductor lo recogería y se trasladarían hasta algún país extranjero, donde refugiarse a la espera de conseguir documentación falsificada y continuar gestionando transportes de estupefaciente a nuestro país.
Los agentes constataron la pericia técnica con la que actuaba el grupo de apoyo. Uno de sus miembros ejercía labores de contravigilancia sobre los funcionarios de prisiones del centro de Gran Canaria. El punto de observación elegido era un monte a unos 600 metros de distancia de la prisión.
Desde allí, en una tienda de campaña camuflada, analizaba las medidas de seguridad y las torres de vigilancia gracias al uso de prismáticos y un teleobjetivo de gran angular. Incluso había instalado sensores de movimiento en los alrededores de su posición para detectar la eventual presencia de cualquier persona que pudiera descubrirle.
Los investigadores decidieron poner entonces en marcha el operativo para frustrar el intento de fuga. Además de las detenciones, se pudo interceptar el paquete enviado desde Italia y se efectuaron varios registros domiciliarios en los que, entre otros efectos, se encontró la tienda de campaña, el telescopio de gran angular, y hasta cartas manuscritas enviadas por Giulio con planos de la prisión.
La operación fue desarrollada por agentes de los GRECO Canarias y Levante de la Comisaría General de Policía Judicial, quienes contaron con la colaboración de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias.