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Los aborígenes de Tenerife llamaban “xaxos” a sus momias

El egiptólogo Daniel Méndez, subdirector del proyecto Dos Cero Nueve, la Misión Arqueológica de la Universidad de La Laguna en Luxor. EFE

Ana Santana / Efe

Santa Cruz de Tenerife —

El egiptólogo Daniel Méndez tiene previsto disertar en la Conferencia Internacional de Estudios Comparativos sobre Momiasen Alemania acerca de la “egiptización” de las momias canarias, es decir, cómo erróneamente se han atribuido a los aborígenes los mismos usos que en la antigua civilización egipcia.

Daniel Méndez es el subdirector del proyecto Dos Cero Nueve, la Misión Arqueológica de la Universidad de La Laguna en Luxor, y explica en una entrevista a EFE que la “egiptización” comienza desde el mismo momento en que se califica de “momias” a los cuerpos tratados de los difuntos que primero ocuparon las islas.

El término momia procede de la palabra persa mum o mumia con la que se denominaba al bitumen o brea, que fue usado con fines terapéuticos en la Edad Media.

Debido a su similitud formal se acabó aplicando su nombre a los cadáveres egipcios ennegrecidos por el uso de resinas para su conservación.

En el caso de Canarias, Alonso de Espinosa detalla a finales del siglo XVI que los aborígenes de Tenerife llamaban “xaxos” (se pronuncia shashos) a los cuerpos embalsamados.

También se utilizaba el término “mirlados”, una alusión a que los cuerpos estaban “secos”, y ya en el siglo XIX, Gregorio Chil y Naranjo, fundador del Museo Canario, calificaba a los restos de los antiguos canarios como “enzurronados”, puesto que parecían estar insertos en un zurrón.

Siempre se ha hablado de la relación que podría tener la momificación egipcia y la de los primitivos canarios, pues se desconoce si una deriva de la otra o hay, como cree Daniel Méndez, un sustrato cultural común y anterior a ambas de origen africano.

Por ello el investigador ha estudiado más de setenta autores para determinar cómo extrapolaron los datos de la momificación egipcia a la de Canarias, sobre lo que tiene previsto hablar hoy Daniel Méndez en la inauguración de la Conferencia Internacional en Hildesheim, cerca de Hannover.

“El problema es que algunos de estos datos se han dado por sentados y han dado lugar a errores e interpretaciones, sobre todo a partir del siglo XVIII con la Ilustración”, detalla el investigador.

Pero también antes de dicha centuria algunos autores, como el obispo de Rochester Thomas Sprat, se argumentaba que eran sacerdotes los encargados de embalsamar a los difuntos en Canarias puesto que esta práctica requería unos conocimientos sólo al alcance de unos iniciados, como podrían pensar que sucedía en el antiguo Egipto.

En realidad, lo que los textos más antiguos defendían es que los embalsamadores eran personas apartadas de la sociedad porque eran considerados impuros debido al contacto con los muertos, y que había una división sexual del trabajo, de manera que los hombres embalsamaban a los difuntos varones y las mujeres a los de su género.

Autores como Antonio de Viana (siglo XVI) opinaban que había un “linaje” de embalsamadores y otros que simplemente se transmitía por oficio, hasta que al llegar el siglo XVIII el ilustrado Viera y Clavijo afirma que la momificación canaria debe ser como la egipcia, toma los textos conocidos de esta civilización y los aplica a Canarias.

Este autor se basa en textos clásicos, como el de Diodoro Sículo, para señalar que también entre los canarios -al igual que los egipcios- se dividían para realizar las diferentes labores del embalsamamiento.

Viera y Clavijo en sus Noticias de la Historia General de las Islas de Canaria utiliza un texto de Abreu Galindo (siglo XVI) sobre cómo se trataban los cuerpos de los difuntos aborígenes y añade por su cuenta que los cadáveres se lavaban con agua fría y sal, lo que nunca antes se había citado.

En su Diccionario de Historia Natural afirma que esta sal sería natrón procedente del Teide, y que presupone que sería usado por los guanches al igual que Heródoto la menciona para el caso egipcio.

Efectivamente en Las Cañadas del Teide hay yacimientos de natrón y aún queda por estudiar si en la momificación canaria se usó este elemento, pero por ahora es una suposición de Viera y Clavijo que ha pervivido entre los historiadores hasta incluso el siglo XXI, agrega Daniel Méndez.

Posteriormente, en 1803, Bory de Saint-Vincent relató que las vísceras se sacaban del cuerpo de los aborígenes canarios y se lavaban, un detalle este último que tampoco se había afirmado con anterioridad y que parece proceder de los textos clásicos.

En el contexto de las ideas difusionistas decimonónicas llega a observar ciertas similitudes entre las prácticas funerarias canarias y egipcias como la momificación, los ajuares asociados a los enterramientos y las estructuras de forma piramidal.

Estas últimas aluden a las construcciones funerarias de Gran Canaria que mencionan autores previos.

Durante el siglo XIX el auge de los estudios raciales propició incluso que algunos autores como Gambier distinguiese supuestamente entre la población canaria del momento un tipo fisionómico “egipcio” de uno “español”.

“Hay una visión egiptizada de la sociedad aborigen que, salvando las distancias, ha perdurado hasta la actualidad y que no se debería aplicar a Canarias, puesto que no corresponde a la realidad”, precisa Méndez, quien detecta “cierto interés de forma tradicional” por vincular a los aborígenes con distintas culturas del Mediterráneo “como si hiciera falta darle prestigio a nuestra historia”.

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