Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

“No tengo ninguna duda de que la industria farmacéutica juega con el desabastecimiento para sacar más rédito”

Miguel Rodríguez, consejero de Sanidad de Cantabria. | JOAQUÍN GÓMEZ SASTRE

Javier Fernández Rubio

Miguel Rodríguez Gómez, natural de Reinosa y de 55 fue elegido por el vicepresidente Pablo Zuloaga para pilotar los próximos cuatro años la sanidad cántabra. Inspector médico con plaza en la región, Rodríguez toma posesión tras pasar por Asturias, en donde ha sido desde 2015 gerente del Área Sanitaria de Gijón y director del hospital asturiano de Cabueñes. Ahora le toca cabalgar un entramado como el sanitario que tiene la envergadura de un gobierno dentro del gobierno. Él asume esta gran responsabilidad, muestra su preocupación por controlar gastos como el farmacéutico y se muestra esperanzado en que el gran referente público de Cantabria mejore en cuanto a atención y pueda generar a su alrededor un entramado de empresas que contribuyan al desarrollo regional.

Me gustaría que me contara cómo surgió el ofrecimiento para que fuera consejero de Sanidad.

A mí me llamó el vicepresidente (Pablo Zuloaga). Yo soy cántabro y mi última etapa profesional la desarrollé en Asturias. Antes de irme a Asturias trabajé aquí. De hecho mi plaza como inspector médico la tengo aquí y a ella volveré cuando acabe este período. Fue una llamada del presidente, quien me dijo que quería contar conmigo y dije que sí.

Me pregunto si no tiene usted la sensación de estar montado en un caballo que es difícil de controlar, por no decir desbocado.

No, no tengo esa sensación. Es cierto que es una consejería complicada, que importa muchísimo a los ciudadanos y tiene un volumen de personal importante, ya que son más de 10.500 trabajadores. Cuando uno dirige una Sanidad que, entre la Consejería y el Servicio Cántabro de Salud, son 10.500 personas, y por lo tanto hay 10.500 familias detrás, a uno le entra un poco de congoja por la responsabilidad, pero no esa sensación de que esté desbocada.

¿Y no se ha desbocado el gasto farmacéutico que pasa de 139 millones de euros este año a 163 en 2020? 

La factura de farmacia no va a dejar de crecer, ni por la farmacia hospitalaria ni por los medicamentos que los ciudadanos adquieren en las farmacias y que paga el sistema público. Hay un crecimiento moderado, en la media de España, pero el precio sube y eso se va a transferir a lo que se paga por ese capítulo. Es cierto que hay posibilidades de mejora. Tenemos que trabajar mucho con los profesionales para que aquellas alternativas terapéuticas, que existen y son más baratas, sean las que se receten. Ahí hay un campo de mejora importante. Con respecto a la farmacia hospitalaria, soy pesimista: desde que se hizo el decretazo de 2012 con el Gobierno del PP se pasó a farmacia hospitalaria muchos medicamentos que no lo eran y eso contribuyó considerablemente a incrementar la factura. Hay que tener en cuenta la cantidad de fármacos que son de uso hospitalario y se recogen en la farmacia del hospital como son los relacionados con la hepatitis y el VIH... Van a seguir existiendo y creciendo. Además, las innovaciones terapéuticas son mejoras pero mucho más caras. Es competencia del Estado poner un precio a los medicamentos y negociar con las farmacéuticas. Es un juego muy complicado en que los países con una diferencia de poder adquisitivo nos vemos perjudicados.

¿Y es un juego limpio? ¿La industria está jugando con la oferta y el desabastecimiento para sacar más tajada?

Mi opinión personal es que en un mercado globalizado, la industria coloca los medicamentos donde más rédito puede obtener y puede provocar desabastecimiento en otros sitios. Esta es una preocupación del Ministerio que ha puesto a disposición de las autonomías una herramienta para que haya alternativas terapéuticas. Y cuando falla ese mecanismo, en el caso extremo de que no haya alternativa terapéutica, se importan medicamentos de otros países. ¿Que las empresas farmacéuticas juegan con este tema? Bueno, no tengo ninguna duda.

Hablando de importar, ¿han pensado en importar pediatras?

Los pediatras, si vienen de la Unión Europea, tienen una convalidación automática de su título y por lo tanto podrían incorporarse a trabajar desde el día siguiente de su llegada a España. Si vienen de fuera de la Unión hay que homologarles el título, lo que depende del Ministerio de Educación en colaboración con el de Sanidad. Ese proceso tarda más de un año e incluso más de dos. Hay también aquí una cuestión moral: si usted me dice un país fuera de la Unión donde sobren los pediatras yo estaría dispuesto a intentar traerlos, pero, claro, creo que eso no se da en ningún lado y quitar pediatras del Tercer Mundo es una cuestión moral que me cuesta aceptar. Hay una obligación moral de no quitar recursos, y recursos altísimamente cualificados, al Tercer Mundo.

¿Cuál es el núcleo del problema?

El problema tiene origen múltiple. Cuando se hace la reforma de la Atención Primaria en España, opta por el modelo de colocar pediatras en los centros de salud. Es una apuesta que ha funcionado bien, pero ahora lo estamos pagando porque hay que mantenerlo. Somos el único país con sistema nacional de salud que tiene pediatras en Atención Primaria. Esto ya no tiene vuelta atrás. A eso hay que añadirle posibles errores de planificación, en el sentido de que se sabía que a partir de 2010 y más intensamente desde 2015 se iban a producir gran número de jubilaciones en todas las especialidades y había que haber hecho un esfuerzo de reposición. Y aquí nos encontramos con los númerus clausus, es decir, las universidades, todas las cuales tienen limitado el acceso y los decanos no son partidarios de aumentar el número de estudiantes porque dicen que disminuiría la calidad de la docencia. Son muy beligerantes a la hora de no aumentar el número de estudiantes. Y hay otro factor: igual que los estudiantes eligen carrera libremente, los de Medicina, cuando pasan el MIR, eligen libremente la especialidad. Es muy complicado dirigir a los que han aprobado el MIR a las especialidades que a nosotros, el sistema, nos interesan. Son circunstancias que hacen que haya menos oferta en todas las comunidades autónomas.

¿En qué situación está Cantabria con respecto a otras autonomías?

Cantabria ahora mismo tiene 85 plazas en Atención Primaria y de esas hay siete vacantes, de las cuales cuatro están ocupadas por médicos de familia. Un niño a partir de seis-siete años puede ser atendido perfectamente por un médico de familia. Yo sé que esto a la gente no le resuelve el problema, pero hay que ser consciente de la situación nacional. Estamos entre las mejores situaciones de España en cuanto a plazas de pediatra ocupadas por médico de familia. Estamos en un 3,66%. mejor que Galicia, País Vasco, Navarra... En Andalucía es el 30%, Madrid, el 31% y Cataluña, un 28%. Nuestra situación comparada con el resto de España está mucho mejor.

Me llama la atención que perteneciendo al mismo partido que gestionaba la Sanidad con el anterior Gobierno se haya renovado profundamente el equipo directivo. 

La renovación no es total. He renovado las direcciones generales pero la Gerencia de Atención Primaria sigue siendo la misma que había, por poner un ejemplo. Pero reconozco que ha habido una renovación amplia. Hay que tener en cuenta que los puestos de director general y de gerente y subdirector del Servicio Cántabro son cargos de confianza y por lo tanto tienen que tener un componente técnico y también ser de confianza del consejero y esa es la única razón de las renovaciones. Yo agradezco mucho el trabajo de los anteriores altos cargos pero cuando uno acepta un puesto sabe que está limitado en el tiempo y que en cualquier momento puede haber cambios. Lógicamente yo he querido contar con gente de mi confianza y gente absolutamente técnica.

Si hay un tótem intocable para los cántabros es su Sanidad, ¿es consciente de ello?

Totalmente. Uno tiene un peso de responsabilidad muy grande porque le importa a todos los ciudadanos y también es cierto que la evaluación que hacen de los servicios sanitarios es siempre muy alta en las encuestas de satisfacción y eso para nosotros es un orgullo. Siempre hay posibilidades de mejora pero nos enorgullece que los ciudadanos lo valoren.

¿Cuáles son las posibilidades de mejora?

En un mundo ideal tendríamos que ser capaces de dar servicios mucho más personalizados, lo que afecta a todo, desde el trato al tratamiento, ajustarnos a las necesidades de los usuarios en tiempos, etc., etc. Posibilidades de mejorar hay muchas.

¿Y en cuanto a infraestructuras?

A pesar de que se acaba de aprobar el presupuesto la pasada semana (por el anteproyecto) y la Consejería de Sanidad no se puede quejar porque es el organismo que más incremento presupuestario tiene, nos gustaría tener más presupuesto para más infraestructuras y más equipamiento; eso sí, para mejorar aspectos de la atención. La realidad es que el presupuesto es finito y tenemos que hacer un esfuerzo para ajustarnos al dinero disponible. 

Me gustaría saber cómo está evolucionando el contrato-programa del Hospital Valdecilla con la empresa Smart Hospital.

La situación ha mejorado. Hay una comisión de seguimiento y se trabaja en aclarar aspectos y mejorar cuestiones. La situación es de mayor entendimiento con la empresa adjudicataria, pero no podemos olvidar que tenemos muchos procesos en vía judicial, que siguen estando ahí. Esta consejería no va a renunciar a ningún derecho que tenga en la aplicación del contrato y, por lo tanto, las discrepancias que haya y que no se puedan resolver en una mesa nos llevarán a los trámites judiciales correspondientes.

¿Por qué el presupuesto para 2020 solo incluye el ingreso por el Estado de una anualidad por las obras de Valdecilla y no dos, la de 2019 y 2020?

La del año pasado se pagó. Está pendiente el ingreso de este año y el del año que viene. Hay que tener en cuenta de que estamos sin Gobierno central. No tengo ninguna duda de que si después de las elecciones (generales) de abril se hubiese constituido gobierno se hubiese ejecutado ya el pago de los 22 millones de 2019. Es un compromiso del Gobierno socialista. Ningún otro gobierno ha tenido ese compromiso y si ahora se constituye gobierno y da tiempo antes del 31 de diciembre se ejecutarán esos 22 millones. Si no, lo que vamos a proponer, y estoy seguro de que el Gobierno socialista aceptará, es que esos 22 millones se sumen a los del año que viene y que sean por lo tanto 44. Pero un Gobierno en funciones ahora no puede tomar esa decisión.

¿Por eso han presupuestado solo 22 millones? ¿Ante la posibilidad de que la anualidad de 2019 entre en caja antes de que acabe el año?

Efectivamente.

Siguiendo en materia presupuestaria, ¿considera que el Presupuesto de 2020 es un presupuesto de transición? Las inversiones bajan, no hay grandes novedades... ¿No son unas cuentas para salir del paso?

No es exactamente así. El presupuesto es continuista, eso es cierto. La Consejería de Sanidad ha tenido un aumento porque hemos asumido nuevas competencias como la dirección de la política farmacéutica y la dirección de la política de tecnologías de la información, determinados puestos que estaban en el Servicio Cántabro nos los hemos traído. En la Consejería, se lo confieso, nos hubiera gustado mucho más presupuesto, sobre todo para el ámbito de la Salud Pública, lo que pasa es que los presupuestos hay que ajustarlos a las situaciones coyunturales de la región y lógicamente eso marca límites. Por tener, me hubiera gustado también tener más presupuesto en el Servicio Cántabro de Salud, pero hemos tenido que asumir muchos compromisos rubricados de la legislatura anterior. El capítulo de inversiones baja coyunturalmente este año porque no tenemos obras nuevas; lo que tenemos son estudios y proyectos, que no necesitan tanta cuantía. Tenemos el compromiso de la Consejería de Hacienda de que cuando se aborden esas obras volverá a subir el capítulo de inversiones.

La lista de espera quirúrgica ha vuelto a subir. ¿Es otro caballo desbocado? ¿No hay manera de bajarla?

Es muy difícil de controlar porque la demanda es ilimitada. Todo lo que está en lista de espera puede esperar, no es urgente, aunque eso no quiere decir que no sea importante porque mejora la calidad de vida de los ciudadanos. Una prótesis de rodilla no es urgente pero aquel al que le tienen que operar y le duele lógicamente pedirá que le solucionen el problema. El compromiso tiene que ser limitado. Soluciones mágicas no hay, porque si las hubiera no habría listas de espera en ningún país. 

¿Qué se puede hacer?

Lo primero, trabajar con los profesionales. En el sentido de que se haga una indicación muy rigurosa de los casos que realmente necesitan cirugía. No podemos ni adelantar las intervenciones pensando que va a haber una lista de espera ni debemos indicar cosas que estén en límites no admisibles por las sociedades científicas, que han definido los criterios que deben cumplir los pacientes para incluirlos en lista de espera. Me refiero a procesos más frecuentes: cataratas y ortopedia. Está establecido el grado de visión o disfuncionalidad para operar. Tenemos que trabajar para que se cumplan esos criterios. Y también tenemos que trabajar con la población, que tiene que ser consciente de que la cirugía es efectiva pero no es banal. Entrar en un quirófano tiene riesgos y han de tener claro que cuando optan por una intervención, cuando hay otras opciones, asumen una situación comprometida. Tiene que ser una opción muy clara.

Me gustaría saber qué esfuerzo están haciendo en investigación.

La investigación y la innovación es una prioridad para esta consejería.

De hecho, han creado una Dirección de Transformación Digital...

Está centrada en utilizar las nuevas tecnologías en el sistema sanitario. Hemos empleado muchos recursos en tecnología sanitaria y medicamentos y muy poco en tecnologías de la información. Estamos haciendo la sanidad como la hacíamos en el siglo XX y tenemos que meter las nuevas tecnologías en el sistema sanitario, tanto en procesos de información sobre actividad y pacientes como el Big Data. Nosotros tenemos datos de millones de actos y queremos emplearlos.

¿Y en cuanto al campo de la investigación?

La investigación es una prioridad. Cantabria tiene una posición buena y otras comunidades han mejorado. Estamos observando que el Idival (Instituto de Investigación Marqués de Valdecilla) tiene cada año más presencia en el ámbito nacional e internacional. En los presupuestos vamos a seguir apoyándolo. El otro aspecto de la investigación es la Unidad de Terapia Celular, en que estamos en una fase de impulso, pero estoy muy esperanzado porque ya hemos solicitado a las empresas farmacéuticas que hacen ensayos clínicos con CART-T (linfocitos) la acreditación para empezar a hacer ensayos con pacientes nuestros; y también estoy muy esperanzado de que en la segunda ronda de acreditación de centros de referencia que trabajen con CART-T  Valdecilla y la Unidad de Terapia Celular sean elegidos, lo que traerá pacientes de otras comunidades autónomas.

¿Es descartable que la sanidad cántabra sea uno de los motores de desarrollo regional? ¿Por dónde pudiera desarrollarse?

Aparte de que la marca Valdecilla es una marca importante, tenemos que ser capaces de generar empresas y conocimiento en relación con la sanidad. Deberíamos de ser capaces de que Cantabria tuviera un tejido empresarial relacionado con la sanidad. Lo vemos factible y sería una apuesta de esta consejería, al menos iniciar ese camino. Otras comunidades lo han conseguido.

Etiquetas
stats