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Estanterías vacías: María Pombo y la lectura

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No a todo el mundo le gusta leer y leer no te hace mejor. 

Pues es cierto. 

Tiene razón María Pombo, una señora con 3,3 millones de seguidores en Instagram y cuya tatarabuela fue Concha Espina. Leer no te hace mejor, ni más alto ni más guapo, ni mejor ni peor que la tatarabuela. Tampoco practicar deporte te hace mejor ni la crianza a la vista de todo el orbe te hace más madre, ni mejor madre, ni más mujer. 

Entrar en el 'mejor' o 'peor' de las cosas es entrar en el orden moral de lo bueno y lo malo, o de lo menos bueno que bueno o como se quiera decir. Entrar en categorías morales a la hora de hacer juicios de valor es adentrase en un jardín en el que prosperan flores raras. Pero aceptemos 'mejor' como animal de compañía, 'mejor' en el sentido de 'más que bueno', de mejor que... que qué.

Yo creo que el error al interpretar las palabras de este oráculo de la mundanidad reside en la comparación entre personas porque ahí nadie se va a dar por aludido si no lee libros o solo lee el manual de instrucciones de la caldera, que es una lectura que requiere conocimientos previos de taiwanés y un par de ingenierías. La confusión de la que viene hablando medio país ante la indiferencia del otro medio, viene dada por compararse con otros, cuando lo pertinente hubiera sido compararse con uno mismo. 

Se puede decir, entonces, que leer (o practicar deporte), no te hace ni mejor ni peor que los demás, pero sí te mejora a ti mismo, es decir, suma algo que antes no estaba y que objetivamente ni te daña ni te empobrece. Porque sí, leer puede hacer de uno mejor persona, ni mejor ni peor que otros, pero sí más rica, 'mejor a ti mismo', un ejemplar de mono mejorado.

Leer es una actividad humana relativamente reciente, a diferencia del habla, que tiene miles de años de historia evolutiva. Pero leer es un recién llegado a nuestro cerebro y a nuestra sociedad: no solo ha llegado, sino que se ha democratizado. La neurobiología ha comprobado que esta actividad activa mecanismos cerebrales que suelen utilizarse también para el reconocimiento de objetos y no deja de tener sentido si se piensa que una palabra, al ser leída, puede entenderse como un objeto que se reconoce. Así que leer desarrolla capacidades del cerebro de uno, incluido el de una influencer, del mismo modo que practicar deporte desarrolla el cuerpo, incluido el de un tirillas. Además, en ambos casos, es bueno para la salud y puede, solo puede, alargar la vida en pleno uso de las facultades, proporcionar placer -sucedáneo de la felicidad- y poner en marcha la caldera.

Pero entiendo que también se pueda interpretar las palabras de Pombo como un elogio de la ignorancia, aunque ella no lo diga así, claro está. Hay algo de ello arrastrándose por debajo de sus palabras, como una neblina en el bosque, un mensaje de psicología positiva o inteligencia emocional que dice que, si no puedes o no te da la gana leer, no te acomplejes, eso no te hace peor persona. Hay más cosas en la vida. Y es cierto. Sin embargo, no recuerdo que nadie haya dicho algo parecido reciente, salvo algunos intelectuales de la divina izquierda que restriegan por las narices del resto de la población sus gustos y logros. Pero este narcisismo progre ha hecho que muchos pudieran sentirse acomplejados y humillados. ¡Ay de los humillados! ¡Y ay de los demás! ¡Cuánto daño ha hecho el exhibicionismo lector! 

Porque estos tiempos tan deprimentes se pueden interpretar no solo como el empoderamiento del humillado y acomplejado, sino también como del empoderamiento del célibe 'a pesar suyo' y del ignorante. Hay un orgullo de la ignorancia rampante que hace años hubiera sido recibido con una colleja del padre, de la madre, del maestro y hasta del cura. Pero hoy no, hoy acapara la atención de millones de personas que se ven reconocidas y hasta hay una industria de la ignorancia a su disposición. Se conoce que la función crea el órgano.

Hay quien dice que hablar de María Pombo es algo baladí cuando existen tantas cosas realmente importantes de las que hablar. Puede parecer tan fútil como darle vueltas a la presencia del rey en la apertura del Año Judicial o en la no menos presencia del fiscal general del Estado. La mayor parte de la población está a otras cosas y requeriría otros análisis. Sin embargo, lo de María Pombo no es tan fútil precisamente por su popularidad y porque es como el canario en la mina: la sociedad está cambiando.

Está cambiando tanto que hasta el mayor optimista patrio, Iñaki Gabilondo, ha entrado en el pesimismo. Ya no tiene interés en el futuro porque el futuro que desean sus conciudadanos es el retorno al pasado y en ese bucle no hay manera de tener ilusión por nada. También él es un canario en la mina.

Porque si leer no mejora a las personas y el futuro es un retorno al pasado, siempre nos quedará Ikea y su catálogo de estanterías vacías.