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Hundir la flota

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'La Marigalante', el galeón que replicaba la 'Santa María' de Cristóbal Colón, yace en las aguas de Puerto Vallarta, en México, a escasa distancia de un hotel. La réplica sobre la que Vital Alsar navegara por el Atlántico ponía término de este modo a sus días como barca pirata para turistas en la costa mexicana. Una falla en el sistema de achique convirtió el galeón en pecio después de tres décadas de nada gloriosa existencia.

Lejos quedaban los días en que los muelles se abarrotaban para recibir a 'La Marigalante' con su impulsor, Vital Alsar, sobre el castillo de popa, pero nada comparable con las 50.000 personas que lo esperaban en 1978 cuando entró en la bahía de la capital de Cantabria al mando de tres pequeños galeones.

Aventura tras aventura, el santanderino había ido construyendo una flota que se está esfumando ante el paso inexorable del tiempo y la incuria de las autoridades. Vital, en este sentido, no se ha escapado al destino que recuerda que la gloria es efímera, máxime cuando los depositarios del legado no ven qué utilidad tiene guardar el escudo de Aquiles o la lanza de Héctor (‘herrumbrosas lanzas’, más bien, parafraseando a Benet). 

No hay ningún romanticismo en la clase política cántabra, que prefiere gastarse un dineral en cualquier adorno o fuego de artificio, igual de efímero, que en mantener el recuerdo de aquellos que ella misma enalteció. Tampoco lo hay entre la población, cuyos héroes ya no se juegan la vida en una tormenta, sino en programas de televisión o videoconsolas.

De Vital Alsar creo que queda una balsa en el Museo Naval de Ballina (Nueva Gales del Sur, Nueva Zelanda) -de las tres de la expedición oceánica entre Ecuador y Australia- y otra así como los tres pequeños galeones de La Magdalena, en Santander. Desde hace años no se tiene noticia del trimarán 'Zamná', epítome de sus aventuras.

La pulsión marina de aquel hombre con perfil tan ‘apropiado’ que parecía sacado de una novela de Conrad comenzó bien pronto y acabó en 2020 con su fallecimiento.

En 1996, 'La Pacífica' marcó el inicio de andadura. Vital Alsar recorrió entonces la distancia entre Guayaquil (Ecuador) y Australia en una balsa. El gusano teredo atacó la madera y la tripulación tuvo que ser rescatada por un carguero alemán. 

No por ello se arredró el navegante cántabro, sino que cuatro años después se empecinó en la tarea de cruzar el Pacífico en balsa. En esta ocasión tuvo éxito con su proyecto 'La Balsa', una travesía de 161 días que terminó en Mooloolaba (Australia) después de recorrer 8.565 millas náuticas (15.860 kilómetros) y establecer un récord de navegación en este tipo de embarcación prehistórica.

No una, sino tres, fueron las balsas con las que el santanderino volvió a lanzarse al mar en 1973. 'Las Balsas' llevaban por nombre 'Guayaquil', 'Aztlán' y 'Mooloolaba'; y la navegación tuvo por origen Ecuador y destino Australia, de nuevo. Después de recorrer 9.213 millas náuticas (17.050 kilómetros), volvió a batir el récord de navegación en balsa, demostrando en la práctica que las migraciones precolombinas desde Sudamérica hacia el Pacífico no solo eran posibles, sino también viables (y tal vez necesarias).

'El Hombre y la Mar' (1978) fue otra cosa. 15 años después, la aventura discurría sobre las maderas de tres galeones -'Cantabria', 'Ana de Ayala' y 'Quintus Amazonas'- que son los que ahora se pudren en la península de La Magdalena. El viaje discurrió desde Tampico (México) hasta Santander, en donde hizo una entrada triunfal que muchos aún recuerdan. Aquella travesía de los galeones duró cinco meses y reforzó el vínculo entre las culturas de América y Europa.

'Mar, Hombre y Paz' (1987–1992) tuvo por protagonista a 'La Marigalante', réplica de la 'Santa María', que ha terminado sus días por estas fechas en México, como señalaba más arriba. Pero en su mejor momento, 'La Marigalante' navegó durante años, conmemorando el V Centenario del Descubrimiento de América y promoviendo un mensaje de paz y hermandad, muy de Vital Alsar esto de los mensajes.

El mensaje de paz volvió a repetirse con 'Zamná' y el proyecto 'El niño, la mar y la paz' (2009–2010). Se trataba de un trimarán de madera que zarpó de Cozumel (México) y volvió al país azteca después de tocar aguas griegas.

Ahora la flota de Vital Alsar se hunde. Ni siquiera hace falta agua, ni gusano teredo, también conocido como ‘broma’ o ‘gusano de barco’, ni siquiera una tormenta. Basta con no hacer nada para que los galeones se hundan o se pudran a la intemperie.

Espero que alguna noche de estas el Palacio de La Magdalena se convierta en el castillo de Elsinor y que por sus almenas deambule el fantasma del navegante santanderino para recordar una y otra vez a los allí presentes, y que entre canapé y canapé se desviven por sus conciudadanos, que las promesas hay que cumplirlas.

La flota se hunde y no es 'broma'.