Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Sobrevolar el final de la legislatura
La presidenta Buruaga en un arranque folclórico -“si me quereis, irse”- ha lanzado un maleficio contra sus adversarios en el Parlamento. Si hacen piña -con mayúscula ya es un fenómeno local político-influencer- contra ella sacará la varita mágica del adelanto electoral. Sucede que el sortilegio, como reacción a que no le han aprobado los presupuestos, tiene todas las papeletas para quedarse en fuegos artificiales dialécticos, habida cuenta de que por ley habría que volver a hacer otras elecciones un año después, coincidiendo con la convocatoria oficial de municipales y autonómicas.
Algunos partidos ya están incluso superando en entusiasmo a la campaña permanente que enunció Trosky. Galopando sobre los flashes para disputar una fotografía cabalga el último delegado del Gobierno con una constante exposición mediática. Hasta el punto de que el otro día aterrizó en helicóptero en Tresviso, emulando a Hormaechea en sus días de gloria de los ochenta.
Mientras Casares llegaba a la cima de la montaña por los aires sin sudar una gota, el consejero de Turismo -a pie de calle- recorrió andando una etapa del camino medieval lebaniego rodeado, eso sí, de una comitiva de quince personas. Más de las que se necesitaron para rescatar el anillo de Mordor. Sin duda, le gusta protagonizar escenas épicas. Acuérdense cuando se metió en el papel del sargento Smith, el guardabosques del parque Jellystone de oso Yogui. Quedará para la historia de la comunicación de Cantabria aquella rueda de prensa en la que anunció ante los periodistas que iban a ver en directo al autor del sabotaje de los coches del parque de Cabárceno. Después, ante la incredulidad general, dio al play y aparecieron un par de animalillos a los que todavía, afortunadamente, aún no han puesto los grilletes. Para dar verosimilitud a una escena que supuraba ficción por sus cuatro costados incluso se aludió a que las pruebas de ADN inculpaban a un grupo de martas.
Esta vez, Luis Martínez no ha podido obviamente superarse. Aunque compareció ataviado de peregrino, quizá en exceso, para protagonizar una performance porque el tramo que eligió profundamente urbano le llevó -sin mayores dificultades senderistas- de la plaza de la catedral a la ermita del Carmen de Revilla. Quizá el consejero, metido en el papel, y por temor a resbalar sin la moqueta del despacho bajo sus pies, se abrazó a unos bastones de trekking para dar más profundidad al personaje, aunque no haya atravesado cumbres elevadas en su epopeya.
Ahora le toca cambiar de registro y subir a esquiar, ya que por fin parece que el invierno se ha manifestado y cae nieve suficiente para abrir la efímera estación de Brañavieja. Hay que tirar de imaginación, así que esta semana se ha propuesto que haya microbuses a demanda de los vecinos de los pueblos, sin líneas ni horarios fijos de transporte, y que los carteros de Cantabria vayan en patinete. Tampoco el PP tiene por qué preocuparse. El lunes, en el Parlamento, no hubo piña en su contra. Todos los grupos parlamentarios votaron a favor de pedir a Madrid otro enchufe para La Pasiega, para que no se bajen los plomos cuando se conecten esas empresas secretas que tanta electricidad necesitan para instalarse en el polígono y cuyo nombre el consejero Arasti no desvela.
La alianza con Vox también sigue intacta, por mucho que renieguen de los presupuestos, siguen compartiendo la misma batalla ideológica. Votaron juntos para que en el recinto de la Magdalena, antiguo campo de concentración del franquismo, no pongan una placa recordando lo que pasó. Borrón y cuenta nueva, dijeron en la transición. Cincuenta años después tenemos que reparar aquello. Aquel olvido, aquel silencio, sigue dando votos a quienes protegen a los verdugos. Mientras aquí, en Cantabria, celebramos la Constitución el día antes, de víspera, para que el aniversario no estropee los tres días de fiesta. Predicando respeto por la Carta Magna.