“Algunos hombres legitiman la violencia para mantener el control sobre la mujer”
“La existencia de los conocidos como estereotipos de género provoca desigualdad entre ambos que termina desembocando en violencia de género”. Así explica Yolanda Besteiro de la Fuente uno de los orígenes de esta problemática social. Se trata de una serie de cualidades que se asocian a ser hombre y ser mujer y que “determinan e influyen en la configuración de la personalidad de unos y otros”. Como consecuencia de ello, “en la población lo masculino va a tener mayor protagonismo y mayor poder que lo femenino”.
El 25 de noviembre se celebra el Día Internacional contra la Violencia de Género y con este motivo, la Asociación 'Consuelo Berges' de mujeres separadas y/o divorciadas de Cantabria, celebró el pasado miércoles 23 de noviembre una conferencia titulada 'Desigualdad y estereotipos de género como origen de la violencia contra las mujeres'.
En ella intervino Yolanda Besteiro de la Fuente, abogada, presidenta de la Federación Nacional de Mujeres Progresistas y vicepresidenta del Observatorio Estatal contra la Violencia de Género. “Los estereotipos de género son lo que comúnmente se considera ser hombre y ser mujer: los hombres inteligentes, las mujeres sensibles; los hombres son valientes y agresivos, y las mujeres son tiernas y dóciles...”, expone Besteiro.
De esta forma, como “el hombre es fuerte y agresivo y la mujer es débil y sumisa”, para algunos hombres “está legitimado el uso de la violencia para mantener el control y la superioridad”, denuncia. Así pues, utilizan la fuerza física y psicológica que en los casos más extremos “puede provocar la muerte”.
“Esa supuesta superioridad de los hombres sobre las mujeres se viene dando generación tras generación en base a esos prejuicios”, lamenta Besteiro. Ejemplo de cómo esta clase de estereotipos marcan a las mujeres destaca sus gustos, sus deseos y “el ideal del amor romántico”. “La mujer lo que busca es el ideal de príncipe azul, un hombre que venga a cuidarla, a apoyarla, a ayudarla, que la mime y que la tenga como una reina; eso implica dependencia”, advierte.
Como consecuencia de ello, no se va a plantear su vida como un ser independiente sino como “un ser dependiente de ese príncipe azul al que somete toda su vida”. Besteiro ve reflejada esta situación en las jóvenes. “Confunden el control y la dominación con la fuerza, la valentía y la autoridad que se supone que tienen que tener los chicos”, señala.
Para ellos, “lo importante es su vida profesional y no el amor que viene subordinado, y para las mujeres es el eje principal de su vida y, por tanto, todo lo tienen que supeditar a él”. Partiendo de esa base, cuando una mujer va a desarrollar su proyecto vital “nunca va a ser uno autónomo e independiente” y los cuidados familiares van a recaer sobre ella por lo que “va a renunciar a promociones laborales e incluso a una jornada laboral completa”.
Profesiones asociadas al género
Besteiro aborda también aquellas profesiones que se asocian más a un sexo o a otro. “Las matemáticas, la ciencia, las ingenierías están más relacionadas con los hombres y las de humanidades, es decir, magisterio, enfermería, veterinaria... más con las mujeres”, explica.
Los roles y los estereotipos “nos marcan sin darnos cuenta lo que va ser nuestra vida”, asegura y, además, lo hacen desde pequeños puesto que “hay estudios que dicen que los niños y las niñas a partir de los tres años ya tienen clarísimo lo que es ser niño y ser niña”. Besteiro afirma que a esa edad los niños ya tienen “cierto rechazo a jugar con determinados juguetes como con un muñeco a hacer de padre”.
Papel de la educación
Desde el sistema educativo no se ponen medios para cambiar estos roles, “es la gran asignatura pendiente”. El lenguaje que se utiliza en los libros de texto “todavía es un lenguaje sexista”, recalca Besteiro, y en las imágenes y dibujos que aparecen “los médicos siguen siendo chicos y las enfermeras y peluqueras son chicas, por ejemplo”.
Por otra parte, esta especialista hace hincapié en que cuando se estudian los movimientos sociales “en ningún libro se estudia el feminismo, el movimiento más trasformador de la historia de humanidad que ha conseguido derechos de forma pacífica ni más ni menos que para la mitad de la humanidad”, denuncia. Se estudia el movimiento obrero, el socialismo, el feudalismo en la Edad Media...pero “el feminismo como tal no”, añade.
Además, subraya que a este movimiento se le aporta un “carácter negativo y peyorativo para que nadie se identifique con él y, por tanto, nadie lo defienda, no se valore, no se visibilice y no se reivindique”.
Brecha salarial
Por otro lado, tenemos datos recientes en lo referente a la brecha salarial entre hombres y mujeres. Las cifras reflejan que se mantiene esa brecha en todos los niveles de formación y cuanto mayor es ésta, también lo es en proporción la diferencia en la retribución.
“Todavía no se ha conseguido de a mismo trabajo, misma remuneración”, lamenta Besteiro. Esto arranca históricamente determinado por los estereotipos, precisamente, que “marcan esa diferencia”. Se espera que los hombres sean “el sustento económico de la familia” y las mujeres “un apoyo, un complemento, por lo que el hombre tiene que ganar más que la mujer”. Esto es así desde que las mujeres se empezaron a incorporar al mercado laboral y “todavía es una de las grandes conquistas que tenemos por delante”, asegura.
Corresponsabilidad frente a conciliación
La conciliación de la vida familiar y laboral es otro de los aspectos que está muy ligado a esto último. Para Besteiro, el término conciliación hace referencia al ámbito privado, es decir, el trabajador y la trabajadora hacen posible la compatibilidad del trabajo y la atención familiar.
“Esto se ha convertido en una trampa porque solamente se ponen medidas para que sean las mujeres las que concilien y las que puedan utilizar parte de su tiempo a seguir cuidando de la familia sin abandonar ese rol tradicional que se nos adjudica a las mujeres compatibilizándolo con el trabajo”, expone.
Así pues, para Besteiro el término conciliación “debe ser superado por el de corresponsabilidad que es más amplio y hace referencia a la dificultad de hombres y mujeres para compatibilizar tiempo familiar, de trabajo, personal y de ocio”. Lo sitúa como un problema que afecta a toda la sociedad en general y que por lo tanto, “toda ella tiene que implicarse”. Destaca la racionalización de los horarios de trabajo como una “medida estrella” que todavía no se ha conseguido.
Finalmente, Besteiro considera que la violencia y desigualdad de género está presente “en el discurso oficial” de los políticos. En el año 2004 se formuló la Ley integral Contra la Violencia de Género y “nosotros calculamos que se ha desarrollado de esta ley aproximadamente solo un 40%”, apunta.
Por tanto, “para pasar del discurso formal al real es necesario invertir medios y recursos e implicarse para desarrollar todas y cada una de las medidas incluidas en la ley, que es una buena herramienta para erradicar la violencia de género”, concluye.