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Casado fracasa con la fugaz candidatura de Ruth Beitia que ha roto el PP cántabro

Buruaga, Casado, Beitia y Maroto en la presentación de las candidaturas. | JUANMA SERRANO

Laro García / Rubén Alonso

Ruth Beitia ha batido muchos récords a lo largo de su trayectoria deportiva. La campeona olímpica es considerada como la mejor atleta de la historia de España. Ahora, en su carrera política, ha sumado una nueva plusmarca, aunque no tan positiva. Tras ser designada 'a dedo' desde Génova para encabezar la lista del Partido Popular en las próximas elecciones autonómicas en Cantabria, pasó de la segunda fila al número 1, para finalmente renunciar a ese puesto a las dos semanas y después de provocar un terremoto interno en su partido que lo ha dejado hecho añicos.

Y es que el nombramiento de la saltadora como candidata dejó perpleja a toda la militancia. Casado y su equipo buscaban un golpe de efecto para remontar en las encuestas, que auguran la primera derrota del PP cántabro en las urnas en tres décadas, y con este objetivo se decantaron por Beitia, una cara conocida gracias a sus éxitos deportivos pero con nula experiencia en la gestión pública. Pese a que lleva dos legislaturas como diputada autonómica, apenas se ha prodigado desde la tribuna y su participación política es inexistente.

Esta frustrada apuesta personal de Casado ha sido fugaz. Ni 15 días ha aguantado la exatleta como cabeza de lista. Su imposición llevó a la ruptura al Partido Popular de Cantabria y contó con la oposición frontal de la dirección regional, que amenazó con dimitir en bloque. No lo hizo, ya que sus miembros se plegaron ante Génova y aceptaron que la actual presidenta, María José Sáenz de Buruaga, fuera relegada. Sin embargo, la convivencia entre las dos facciones que llevan enfrentadas toda la legislatura en el PP cántabro era imposible y amenazaba con estallar en plena campaña o durante la confección de las listas.

Ahora, tras la 'espantada' de Beitia, la dirección nacional ha optado por rehabilitar a Buruaga, que tiene la difícil papeleta de competir electoralmente como candidata en el momento de mayor debilidad del PP, con Ciudadanos y Vox pisándole los talones, y con el PRC de Miguel Ángel Revilla, aupado desde el Gobierno bipartito que comparte con el PSOE, rozando con los dedos su primera victoria en las urnas. Beitia, por su parte, se echa a un lado y abandona su actividad política triturada por su paso en falso, alegando “razones estrictamente personales y familiares” y con su imagen pública quemada tras su retirada exprés.

Los últimos acontecimientos han abierto muchas heridas en el PP cántabro, que tendrá difícil recuperarse a corto plazo. La maniobra de Casado para imponer a Beitia supuso la desautorización expresa de Buruaga, a la que sus propios compañeros consideraban un “cadáver político”. Relegada, humillada y ninguneada por un 'dedazo' de Génova en el que tuvo también su influencia que en las primarias fuera una firme defensora de Soraya Sáenz de Santamaría junto a su 'padrino', el exministro de Fomento y exalcalde de Santander, Íñigo de la Serna.

Buruaga y su círculo más cercano siempre consideraron que la decisión de Casado de optar por Beitia, -ejecutada por sus fieles, Javier Maroto y Teodoro García Egea-, era “un capricho”, o peor aún, “una frivolidad”. Desde Cantabria dudaban de la capacidad de la atleta para liderar una candidatura, más aún después de compartir muchos años la bancada popular en el Parlamento de Cantabria. Los peores presagios los confirmaron los hombres fuertes del PP a nivel nacional en la propia presentación de la aspirante, donde dejó más dudas que certezas.

Esta polémica elección conllevaba a su vez un problema añadido. Beitia mantenía un expediente disciplinario abierto, que podía haber acabado incluso con su expulsión, después de haberse negado a aceptar, junto a otros ochos diputados 'díscolos', el nombramiento de Buruaga como portavoz parlamentaria tras su victoria en el Congreso Regional en el que se impuso por solo cuatro votos de diferencia ante el expresidente Ignacio Diego.

Génova dio carpetazo a ese expediente de un día para otro, lo enterró, y colocó a Beitia por delante de Buruaga, en un reconocimiento implícito al sector crítico que impugnó el Congreso y llevó a la actual presidenta del partido en Cantabria ante los tribunales al considerar que se había producido “un pucherazo”. Este agravio ha sido muy doloroso para la dirección regional, que ahora intentará recuperar posiciones tras el abandono repentino de Beitia y la rectificación obligada de Casado después del fracaso de su candidata 'estrella'.

Polémicas intervenciones

Desde el momento en el que empezó a sonar con fuerza el nombre de Beitia como candidata elegida por Génova y, sobre todo, cuando Casado confirmó su nombramiento, las dudas sobre su capacidad para afrontar este cometido afloraron incluso entre las filas populares. La exatleta, a pesar de contar con ocho años de experiencia en la política activa como diputada autonómica, había tenido una participación muy escasa, desde la segunda fila, con muy pocas intervenciones y sin dar a conocer su ideario.

Su falta de experiencia en este ámbito quedó patente en el acto de presentación oficial de su candidatura en Santander, con la presencia de Casado y Maroto, en el que leyó todo su discurso, llegando incluso a perder el hilo en varias ocasiones y mostrando alguna dificultad para pasar de una tarjeta a otra, entre los murmullos de una militancia no del todo afín.

Pero el revuelo más sonado llegó un día después de este evento, cuando se enfrentó a su primera entrevista, en una cadena de ámbito nacional. En el programa de Carlos Alsina en Onda Cero realizó unas polémicas declaraciones en las que llegó a equiparar la violencia de género con el maltrato animal. “Se debe tratar igual a un animal, a un hombre o a una mujer si son maltratados”, afirmó.

Esas declaraciones, que seguidamente matizó sin demasiado acierto señalando que “la mujer es más vulnerable ante el hombre”, pero que “hay que hacer una revisión a la hora de cambiar la Ley contra la Violencia de Género”, fueron objeto de crítica en las redes sociales y en los debates televisivos a nivel nacional.

Como consecuencia de ello, horas más tarde se retractó en Twitter atribuyendo sus declaraciones “a los nervios del directo”. Sin embargo, en esa misma entrevista, preguntada por la ley en vigor y por la postura negacionista de Vox, aliado del PP en Andalucía, señaló que “convierte en sospechoso al hombre por el hecho de serlo”.

La saltadora recurrió a la “presunción de inocencia”, que para ella “tiene que estar ahí”, y puso sobre la mesa la existencia de “un acoso mediático, judicial y policial” en estos casos. “No creo que todos los hombres por el mero hecho de que una mujer haya dicho que ha tenido violencia de género deban de tener un acoso ni mediático, ni judicial, ni policial, y hay que estudiar bien los casos por individual”, subrayó.

Así pues, este patinazo en su primera aparición en los medios tras ser elegida como cabeza de lista le supuso una semana en la 'nevera', alejada de los focos y de la prensa, en la que los fantasmas de las dudas sobre su candidatura volvieron a aparecer. Ante este panorama, Maroto tuvo que viajar a Santander de urgencia para fortalecer su proyecto y espantar cualquier titubeo a pocos días de la Convención Nacional del PP, donde serían presentados todos los candidatos autonómicos.

Y fue en este escenario donde, tras siete días de silencio, Beitia reapareció. Y lo hizo arropada por los suyos -los de Génova, porque en Cantabria su situación era bien distinta-, y en un formato en el que iba a ser difícil que tropezara, basado en una pregunta pactada a cada candidato autonómico por un militante de su territorio con un tiempo máximo de tres minutos de respuesta.

La exatleta fue preguntada por su especialidad, por el deporte, no consumió ese tiempo máximo y, a diferencia de sus homólogos, no hizo ninguna alusión a su comunidad, Cantabria. Habló de tópicos, como combatir “la obesidad, el sedentarismo y el dopaje”, y cuando terminó se levantó del escenario que compartía con el resto de candidatos y se marchó a coger un vuelo de regreso a Santander.

Esa fue su última aparición pública hasta el momento. Y es que no regresó a la Convención Nacional del PP, que se prolongó durante todo el fin de semana y que se presentaba como la del “rearme ideológico”, y solo cuatro días más tarde ha anunciado que deja la política y que renuncia a encabezar la lista del PP a la Presidencia de Cantabria.

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