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Opinión - Ir al grano. Por Rosa María Artal
Entrevista María José Sáenz de Buruaga, presidenta del PP de Cantabria

“Abrimos una nueva era en el PP después de intoxicaciones, rumores e injerencias”

La presidenta del PP de Cantabria, María José Sáenz de Buruaga.

Rubén Alonso

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A María José Sáenz de Buruaga (Suances, 1968) la crisis en el PP a nivel nacional y su desenlace, con Alberto Núñez Feijóo tomando las riendas del partido, le ha cambiado por completo su horizonte político más próximo. Ha pasado de ser una presidenta en la rampa de salida en casi todas las quinielas a resurgir de esas cenizas para ser el presente y casi seguro el futuro del PP cántabro, con permiso de la inminente celebración del Congreso Regional de esta formación.

La misma que se hizo en 2017 con las riendas del PP cántabro por la mínima y en un proceso cargado de polémica y que fue víctima de la designación fallida de Ruth Beitia como candidata autonómica en 2019 vislumbra una “nueva era en el PP” cargada de “sosiego y serenidad” tras una etapa convulsa y de marcadas diferencias con la dirección de Pablo Casado. “Hubo intoxicaciones, injerencias, y falta de escucha y confianza”, reconoce, lo que, en sus propias palabras, “pasó factura electoral”. “El PRC sacó su primer diputado en Madrid como consecuencia de aquella designación errónea”, señala en referencia a lo acaecido con la atleta y campeona olímpica.

Acaba de celebrarse el Congreso Nacional en el que ha salido elegido por prácticamente unanimidad el nuevo presidente del partido, Alberto Núñez Feijóo, y usted aseguró que con ello se da “un paso firme para que el PP recupere los gobiernos de Cantabria y España”. ¿Qué diferencia a esta dirección de la anterior para que eso pueda ser posible?

Hemos celebrado un Congreso modélico y ejemplar del que el Partido Popular sale muy reforzado. Llegamos a Sevilla con una solución de unidad, pero lo importante es cómo salimos: unidos, más fuertes y en torno a un liderazgo integrador como es el de Alberto Núñez Feijóo. Se abre una nueva etapa de madurez y de solidez política en la que vuelve ese partido fiable, creíble y reconocible para la mayoría de los españoles que no tienen que estar pensando qué es lo que hará el PP mañana. El PP de siempre, el mejor Partido Popular. Y esto es muy importante para España y para los españoles, porque de Sevilla sale una auténtica alternativa al peor Gobierno de la democracia, que es el de Pedro Sánchez. Un partido de mayorías, de gobierno, con sentido de Estado y, por lo tanto, capaz de salir al reencuentro de todos, de volver a ilusionar y generar confianza, y de reconectar con la mayoría de la sociedad. Hemos puesto la primera piedra para el cambio político en España. 

Va a formar parte de la Ejecutiva de Feijóo. ¿Qué protagonismo va a tener el PP cántabro en el partido a nivel nacional?

Siempre que pasa algo bueno en España repercute en Cantabria. Cuando el PP gana, el PP de Cantabria también. Nosotros hemos venido muy reforzados, hemos sentido un espaldarazo a lo que ha sido la trayectoria y la gestión del partido a lo largo de este tiempo, lo que ha supuesto un revulsivo que nos obliga a ser mucho más exigentes para devolver esa confianza. Ahora tenemos un horizonte de sosiego, de serenidad y de estabilidad que tanto hemos necesitado y seguimos necesitando para avanzar. Lo más importante en esta nueva etapa no es la cuota o representación que tengamos en los órganos directivos o en la estructura orgánica, que en el caso de Cantabria es relevante, sino la nueva forma de entender el partido y de entender España, de trabajar y de relacionarnos. Esta es la España de las autonomías. Somos el partido que más se parece a España y que aspira a representar a España. Por tanto, las autonomías son una fortaleza y no una amenaza, y por eso las organizaciones territoriales son una fortaleza para el partido, no algo que controlar y tutelar. Ahora las relaciones son de escucha, de trabajo, de confianza, de diálogo y de respeto a la autonomía. Ahora las decisiones que afectan a Cantabria se van a tomar escuchando y contando con el PP en Cantabria y el interlocutor con la dirección nacional va a ser la presidenta. Así ganamos todos. 

¿La dirección de Pablo Casado no escuchaba a Cantabria? ¿Cómo era la relación entonces?

Soy una persona que llevo muchos años en el PP y siempre me he caracterizado por la lealtad y el respeto a mi partido y a cada uno de mis presidentes. He sido muy leal a Pablo Casado y lo seguiré siendo, máxime ahora que no está. Pero no puedo negar lo evidente: Hemos atravesado momentos difíciles y nuestras relaciones en alguna ocasión han sido complicadas, sobre todo por no ser recíprocas y bidireccionales. Ha habido interferencias, falta de escucha y confianza, y creo que se han cometido algunos errores. Y eso nos ha pasado factura electoral. Lo más importante es que eso ya es pasado, no se puede cambiar, pero sí se puede aprender de las lecciones y creo que ahora abrimos una nueva etapa que es completamente diferente también desde ese punto de vista. 

Hablaba de momentos complicados, como el nombramiento fallido de Ruth Beitia como candidata en 2019, ¿qué recuerdo tiene de aquellos días después de todo lo que ha pasado y viéndolo con perspectiva?

Recuerdo el mazazo que supone pasar por encima de la organización, de la voluntad de las bases expresada en un Congreso e incluso por encima de la autonomía y la voluntad de Cantabria. Aquello fue un error, probablemente hecho con la mejor intención y con la información que en aquel momento se dispuso, porque los que dirigimos partidos y organizaciones tan grandes sabemos que es muy difícil tomar decisiones y a veces salen mal. Fue un error que, como digo, tuvo consecuencias electorales. Después de ver el papel en el que quedaba el PP de Cantabria vinieron unas elecciones generales en las que el PRC sacó por primera vez un diputado. Eso lo leo como una consecuencia de aquella designación errónea de Ruth Beitia. No por la persona, sino por las formas y por lo que supuso. 

¿Hubo presiones de manera directa o indirecta por parte de Casado o Teodoro García Egea para que diera un paso a un lado?

Como digo, voy a ser muy respetuosa. Lo que ha ocurrido en Cantabria lo ha visto todo el mundo, el pasado es pasado y las conversaciones privadas quedan ahí y ahora lo que toca es mirar hacia adelante. Pero lo he dicho en algunas ocasiones, yo sé perfectamente por qué estoy aquí y a quién le debo la Presidencia del PP y las responsabilidades que ostento: ni más ni menos que a las bases, a los militantes, a mis compañeros y a las personas que confiaron en mí. Esa ha sido mi fuerza y la del PP de Cantabria.

Antes de que estallara la crisis interna que desembocó en la caída de Casado, ¿se veía manteniendo la Presidencia del PP autonómico y repitiendo como candidata en las elecciones del próximo año?

Estábamos en el empeño del día a día. Por la velocidad de vértigo a la que se suceden los acontecimientos en política en los últimos años no se hacen proyecciones muy a largo plazo, pero siempre he trabajado en situar al PP en las mejores condiciones para afrontar ese reto de consolidar un proyecto político por el que apostamos en 2017. Creo que lo hemos conseguido. Es un proyecto de unidad interna y que tiene un liderazgo y una referencia social. Somos la única alternativa de centro-derecha en esta comunidad y con excelentes expectativas electorales. Me he volcado en eso y en colocar a mi partido en la mejor posición para afrontar el reto electoral con independencia de dónde esté María José Sáenz de Buruaga o de quién sea el candidato. Las personas que llevamos mucho tiempo trabajando al servicio del partido, es decir, de los ciudadanos, sabemos que los nombres propios no importan, todos somos prescindibles, lo importante es el proyecto, un instrumento al servicio de la sociedad.

No le pongo líneas rojas a nada. El PP ha sido objeto de políticas de exclusión y de cordones sanitarios. Yo no le voy a poner un cordón sanitario a nadie

Hablando del proyecto, recientemente la alcaldesa de Santander, Gema Igual, ha señalado que no le mostrará su apoyo directo hasta conocerlo, pese a que, como dice, lleva al frente de ese proyecto desde hace cinco años. ¿Qué le parecen esas afirmaciones?

Me parecen muy sensatas y muy racionales. Lo primero que quiero decir es que ahora se abre una era completamente distinta después de una etapa de muchos rumores, intoxicaciones e injerencias. A partir de ahora no vamos a leer los capítulos de nuestra vida en ningún medio de comunicación. Sobre este tema se ha dicho y se ha escrito mucho, pero yo tengo que decir que Gema ha sido exquisita cuando se le ha preguntado e incluso acosado y presionado mediáticamente. Siempre se ha mostrado con un respeto absoluto hacia su presidenta del PP y ha respondido con absoluta claridad cuál cree que es su lugar, que es el Ayuntamiento de Santander, del que seguirá al frente. La estoy muy agradecida por ello. Me dio su confianza en 2017 y ha formado parte de mi equipo. Santander es una plaza fundamental para el cambio político en Cantabria y, por lo tanto, Gema Igual es un activo electoral de primer orden en el proyecto del PP. Me parece muy razonable que cuando se cierra una etapa y se abre otra espere a ver qué personas concurren y con qué proyectos. Y no me da ningún miedo someterme al escrutinio y que mis compañeros me pidan resultados antes de renovar su confianza. No me parece ninguna quiebra de confianza, sino todo lo contrario, porque creo que la fe ciega no existe, no somos una secta, somos un instrumento al servicio de la sociedad y cada día hay que renovar el compromiso y la exigencia. 

Ha mencionado antes el cambio político. ¿Ve al PP con opciones reales de disputarle a Miguel Ángel Revilla la victoria electoral?

Por supuesto. Lo veo con algo más que opciones. No es una opinión. Yo soy muy rigurosa y me gusta hablar con fundamentos. ¿Qué esta pasando en Cantabria? Lo primero, habría que examinar cuál ha sido la evolución electoral del Partido Popular desde las últimas elecciones autonómicas y municipales de 2019. Hubo unas primeras generales de abril en las que cosechamos el peor resultado que yo recuerdo y luego hubo una repetición en noviembre. En ese momento el PP volvió a ser la primera fuerza política en Cantabria dando un signo de fortaleza y músculo. Hemos venido trabajando en condiciones muy difíciles, pero con mucha inteligencia, sin hacer demasiado ruido, sin crispar, sin tensionar y tratando de ser muy responsables, exigentes y constructivos. Ese trabajo está dando sus frutos, pero mientras no haya resultados electorales me tengo que guiar, aparte de por lo que oigo en la calle, por las encuestas. El PP hizo una encuesta propia encargada a Metroscopia con 1.500 participantes en abril de 2021 donde se dibujaba que el PP volvía a ser primera fuerza política en Cantabria. El PP de Buruaga subía hasta tres diputados mientras que el PRC de Revilla caía cuatro. El PP, después de tres años de oposición, está casi en el mismo lugar que en 2015, después del gobierno con mayoría absoluta, recuperando posiciones y ganando la confianza de los electores. Pero lo que más me gustó de esa encuesta es que mostraba al PP capaz de atraer a aquellos votantes de Ciudadanos que estaban huérfanos y de empezar a absorber a los que habían sido del PRC e incluso de Vox. Ese es el objetivo, ser un partido de mayorías y poder reagrupar todo el espacio ideológico que se sitúa a la derecha de Pedro Sánchez, e incluso captar a aquellos votantes socialdemócratas o moderados que no se reconocen en el PSOE ‘sanchista’. Estamos bien posicionados, pero queda un año, y en un año pueden pasar muchas cosas en la política española y regional.

Siguiendo con las encuestas y las previsiones electorales, ¿temen que Vox les coma terreno?

Tengo un profundísimo respeto por la mayoría de los votantes de Vox, porque probablemente en otro momento han confiado en el PP. Pero creo que tenemos que hacer un esfuerzo por explicar lo que somos, hablar de nuestro proyecto y estar menos pendientes de lo que digan, hagan o piensen los demás. Nosotros no somos Vox. Somos un partido que se encuentra cómodo con la Constitución y con todos sus títulos, que defiende el Estado de las Autonomías, que cree en la igualdad de oportunidades entre todas las personas y entre hombres y mujeres, y que cree que ahí no se puede retroceder un solo paso, sino seguir avanzando. Somos un partido que cree en una Europa fuerte y unida, y un partido de mayorías. Nuestro objetivo no es mirar por el rabillo del ojo qué hace Vox, sino trabajar para ensanchar la base del PP y recuperar la confianza en los votantes de Vox. Pueden volver porque aquí tienen su casa. Cuando nos fragmentamos, el único que gana es Pedro Sánchez. 

Pese a esas diferencias que menciona con Vox, en Castilla y León, y ya con Feijóo, el PP gobernará con este partido y asumirá ciertas concesiones a la extrema derecha, como avanzar en una ley de violencia que llaman “intrafamiliar” que niega la violencia machista. ¿Qué opinión tiene al respecto?

Voy a corregir la premisa. En Castilla y León, los electores han decidido que el PP gane clarísimamente las elecciones. La primera opción del PP fue tratar de gobernar en solitario e incluso tener alianzas y apoyos parlamentarios en otras fuerzas políticas. Si al PSOE le hubiera preocupado tanto un gobierno con Vox probablemente hubiera facilitado el gobierno en solitario del PP. No ha sido así. La obligación de una persona que gana las elecciones es formar gobierno, cumplir el mandato de sus ciudadanos y dar estabilidad, y yo creo que Mañueco ha hecho lo que tenía que hacer, desde su autonomía y su decisión, que le correspondía única y exclusivamente a él. Lo importante no es con quién, sino qué y cómo. Afortunadamente el pacto esta escrito, se puede leer y pasa por las políticas del PP, que son las que se han venido haciendo en esa comunidad. Este tema me preocupa y me importa. Por eso he querido saber cuál es el contenido de ese pacto. Y no hay ninguna renuncia en materia de violencia de género. Se mantiene la ley, pero había un plan de violencia intrafamiliar que ahora se va a elevar a rango de ley. Uno no viene a sustituir al otro, ambos van a coexistir. 

¿Puede darse en Cantabria un escenario así?

Es muy difícil hablar de pactos un año y medio antes de las elecciones sin tener la voluntad y el mandato de los ciudadanos. 

¿Pero hay líneas rojas que no sobrepasaría?

Nosotros salimos a ganar. El PP no sale ni a pactar ni a empatar. Pero pienso que quien gana tiene la obligación de gobernar y que no puede ocurrir lo que ocurría en el pasado, cuando ganábamos las elecciones y estábamos condenados a ir a la oposición por no tener capacidad de entenderse. El PP estaba aislado porque no tenía con quién hablar. En 2017 di el paso para ganar y para gobernar en un escenario que no es de mayorías absolutas y que requiere de normalizar relaciones con el resto de partidos del arco parlamentario. No le pongo líneas rojas a nada. El PP ha sido objeto de políticas de exclusión y de cordones sanitarios. Yo no le voy a poner un cordón sanitario a nadie. Lógicamente, con quien no vamos a pactar es con el PSOE porque somos los dos grandes partidos que tienen que garantizar la alternancia democrática en este país. Pactaremos con aquellas formaciones políticas con las que tengamos un proyecto de región sin entregar ni renunciar a los principios y valores básicos del PP. 

Con esa teoría, ¿en caso de que el PP no gane las elecciones facilitará un gobierno en solitario del partido más votado?

Esa pregunta es muy importante, pero creo que escapa a este ámbito de decisión. Hay que preguntarse qué tipo de relaciones institucionales queremos mantener en este país. Sería bueno que en España los dos grandes partidos de Estado que yo conocí, el PP y el PSOE, al que me cuesta reconocer como partido de Estado en algunos momentos, fueran capaces de ponerse de acuerdo y establecer unas reglas del juego para que gobernara el partido más votado y que no quedara en manos de una suma de minorías que lo único que nos está trayendo es inestabilidad, ingobernabilidad y chantajes. Esas reglas del juego las tendríamos que pactar y unas veces beneficiarán a unos y otras veces a otros. Lo que no puede ser es que se dicte la ley del embudo, lo ancho para uno y lo estrecho para los demás. Es decir, unas reglas del juego que solo respete el PP. No puede ser que alguien que pacta con quién quiere, con Bildu, con el independentismo, con el populismo o con la extrema izquierda, diga al PP con quién tiene que pactar. 

Volviendo a la actualidad y a lo que está siendo esta legislatura, ¿cree que la oposición en Cantabria ha estado a la altura de las circunstancias en el contexto de una crisis sanitaria del calibre que hemos padecido?

Creo que a la altura y muy a la altura. Diría que probablemente, y mira que he conocido oposiciones porque llevo desde 1999 en el Parlamento, ha sido la oposición que más a la altura ha estado. Nuestro rival político no es Cantabria, sino el PRC y el PSOE, que están gobernando en este momento. Por eso hemos hecho una oposición exigente, crítica cuando ha habido que serlo, dura, pero muy responsable y muy leal a Cantabria. Cuando se nos ha llamado siempre hemos ido y nos hemos sentado. Cuando se nos ha pedido ayuda y aportaciones las hemos hecho, muy especialmente a lo largo de la pandemia, porque se nos necesitaba más, y a medida que ha ido evolucionando se nos ha llamado menos. Pero hemos hecho muchas aportaciones. Yo diría incluso que la oposición ha sido muchas veces más leal con parte del Gobierno, con el presidente, que los propios socios. Hay gente que todavía piensa que porque el PP no levanta la voz, ni grita y no insulta no existe o no está haciendo oposición, pero está haciendo la oposición que necesitaba Cantabria. Bastante sufrimiento, angustia, incertidumbre y ruido había en la calle como para que los partidos generáramos más. Nosotros somos un partido de gobierno, y lo que nos diferencia de otras cosas, que duran lo que duran y son modas, es que hemos gobernado y sabemos lo que es estar ahí y queremos volver a hacerlo. No se puede decir una cosa en el gobierno y otra en la oposición. Somos moderados, sensatos y capaces de tender puentes, aunque lamentablemente no siempre hemos encontrado a alguien al otro lado. Al lado de cada crítica, siempre una propuesta, y al lado de cada problema, siempre una solución. Con eso me quedo y estoy muy satisfecha. 

¿Qué valoración hace de la gestión del bipartito en esta legislatura?

Este es un proyecto agotado, que no da más de sí, y creo que no hay ningún resultado encima de la mesa. Se está condenando a Cantabria, sino al estancamiento, que es obvio, a un declive que puede ser irreversible. Lo primero que hay que pedirle a un gobierno es que gobierne, que sea valiente, que tome decisiones. Me quedo con una frase del presidente Feijóo que yo asumo: 'Un gobernante se tiene que desgastar para que no se desgaste su región y su país'. Y este Gobierno no lo ha hecho. Se ha parapetado primero detrás de la pandemia, que ha sido la excusa que lo ha justificado todo. Yo no niego que haya sido una dificultad añadida, claro que lo ha sido, pero no justifica todo lo que ha ocurrido, y ahora todo es Putin y la guerra de Ucrania.

Tenemos un Gobierno que se ha entregado a Sánchez y a las políticas paralizantes de la izquierda, que lo único que generan es una pérdida continua de riqueza, empleo y oportunidades. Un gobierno que no reivindica nada. Vocea mucho y hace aspavientos, pero nada de manera eficaz. No se le conoce ni una solución propia para socorrer a las empresas y familias cuando peor lo estaban pasando y más lo necesitan, primero con el COVID y ahora con la inflación y los precios disparados. En los medios ves bofetada tras bofetada. Tenemos que devolver 25 millones de euros en ayudas a empresas y autónomos porque no hemos sabido gestionarlos. Este Gobierno ha recibido más fondos que nunca porque Europa ha estado a la altura y más ayuda que nunca del Gobierno de la nación y aquí no se ha socorrido a nadie. La política económica no produce resultados, los servicios públicos están deteriorándose y la sanidad es la consecuencia de la incapacidad que reina en este Gobierno. La deuda es lo único que crece y las inversiones, ninguna. Llevamos 16 años oyendo hablar de los mismos proyectos que no avanzan. Siguen siendo humo, no se materializan, como el tren a Bilbao, La Pasiega o la protonterapia. Todo son incertidumbres. Acabemos algo de lo que empezamos. Los tiempos de este Gobierno no son los de la sociedad y no se puede tardar tantos años en resolver proyectos que otros hacen en una legislatura. Cantabria se queda a la cola, no tiene proyecto de región y pide cambio con urgencia.

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