'ARQUITECTURA para respirar', alude a la inevitabilidad de la arquitectura, porque como el hecho de respirar es algo que está siempre presente, incluso cuando no somos conscientes. Y, a su vez, nos recuerda la definición de Lao-Tse, según la cual “cuatro paredes y un techo no son arquitectura, sino el aire que queda dentro”. Porque la arquitectura no es una disciplina meramente constructiva, sino que tiene mucho que ver con lo intangible del alma.
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Superficie útil y cambio climático
“Pensamos que para cambiar el urbanismo, debemos plantar más arboles, hacer más carriles bici, usar mejor los recursos, utilizar energías renovables...Pero la gran cuestión de fondo pasa totalmente desapercibida”
Imagen cedida por el Colegio de Arquitectos de Castilla-La Mancha
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A priori parece que poco tienen que ver dos conceptos tan antagónicos como las palabras del título, tanto como en la realidad lo son el urbanismo de nuestras ciudades y el cambio climático.
Rápidamente pensamos que para cambiar el urbanismo, debemos plantar más arboles, hacer más carriles bici, usar mejor los recursos, utilizar energías renovables, etc. Pero la gran cuestión de fondo pasa totalmente desapercibida. Es el urbanismo legal el que regula aspectos tan fundamentales como la altura de los edificios, el número de viviendas, la altura de las plantas de las casas, dónde se ubican las plazas de garaje y una serie de condicionantes que, a primera vista, parece que nada tiene que ver con un cambio climático que ya ha llegado y cuyos efectos ya estamos viviendo.
Ante el aumento del coste de la energía, la coyuntura económica y el convencimiento de la sociedad de que el cambio del clima es un hecho, nos encontramos todos los días con innumerables ofertas para reducir nuestro gasto energético, mejorar el aislamiento de nuestras viviendas, calderas más eficientes, combustibles ecológicos, y un largo etcétera de productos que nos ayudarán a reducir nuestra 'huella ecológica'.
Miremos al modelo de expansión de las ciudades de los últimos tiempos. El modelo de residencial con urbanización privada, varios bloques de viviendas que se alzan sobre un solar encerrando un espacio privado que se destina a zonas comunes, jardines, piscina, canchas, y el garaje... ¿Dónde está? Bajo tierra, en un estupendo sótano que ha costado excavar varios meses con grandes máquinas, un montón de camiones y muchísimo hormigón y sobre todo muchísimo, muchísimo combustible, tanto como para que las viviendas que se alzan encima tuvieran calefacción para varios años. ¿Por qué no se hace en planta baja si sobra espacio? La respuesta es fácil: “La normativa no lo permite”.
Garaje subterráneo
Imagen de Quang Hoàng Kim en Pixabay
Es decir, un impedimento legal que hace que se gaste muchísima energía de forma inútil. Rompiendo esta barrera en muchísimos solares en zonas de expansión y cambiando el diseño de zonas comunes que pueden cohabitar perfectamente con las plazas de aparcamiento o ubicarse en otras zonas como las cubiertas, plantas intermedias, se conseguiría evitar un desperdicio de energía en la construcción y por supuesto en el mantenimiento.
Un garaje en planta baja evita o minimiza extracciones mecánicas e iluminación y otras instalaciones que en mayor o menor medida también consumen energía, aparte de facilitar la vida al usuario, ya que un garaje sin rampa es inmensamente más práctico.
Un garaje en planta baja evita o minimiza extracciones mecánicas e iluminación y otras instalaciones que en mayor o menor medida también consumen energía, aparte de facilitar la vida al usuario, ya que un garaje sin rampa es inmensamente más práctico
Últimamente estamos asistiendo a una serie de rehabilitaciones en edificios de más de 50 años encaminados a un ahorro energético que básicamente consisten en adosar una nueva piel por el exterior del edificio, es decir, en aumentar el espesor de sus muros y cerramientos con el exterior, lo que en términos urbanísticos seria aumentar la superficie construida del inmueble.
A veces también se hace lo mismo por el interior, urbanísticamente hablando: reducir la superficie útil de la vivienda. La pregunta en este caso es obvia: ¿por qué no se puede hacer en obra nueva? (Siendo el aire un buen aislante*), ¿por qué no son los muros de las casas el doble de anchos? En este caso la normativa sí lo permite, pero lo que pasa desapercibido para el ciudadano es que a mayor superficie construida menos superficie útil, muros más gruesos viviendas más pequeñas, o lo que es lo mismo, sobre un mismo solar se podrían construir más viviendas aislando de forma menos eficiente que aislando de una forma más eficiente y que consume menos energía.
Aislamientos
Foto cedida por el Colegio de Arquitectos de Castilla-La Mancha
Aunque esta afirmación tiene muchísimos matices, ya que existen infinidad de materiales que pueden aislar con menos espacio, lo que es innegable es que los materiales comunes, económicos y fáciles de colocar junto con el aire ocupan mucho más espacio y reducen la superficie útil de las viviendas con la normativa actual. La solución es sencilla: la normativa debe referir la edificabilidad de los solares a la superficie útil de las viviendas y no a la construida del edificio, siempre dentro de unos márgenes razonables.
Hemos hablado del espesor de las paredes y cerramientos del exterior pero... ¿Y la altura de las viviendas? Nadie ha pensado por qué no tenemos 20 o 30 centímetros más de altura en las mismas para colocar un falso techo que nos pueda aislar bien de nuestros vecinos térmica y acústicamente, tener todas las instalaciones registrables, poder colocar conductos de climatización, recuperadores de climatización, y un largo etcétera de mejora de utilización, confort y ahorro energético que podrían tener nuestras viviendas si éstas hubieran sido construidas con un poco más de altura.
Edificio en construcción
Imagen cedida por el Colegio de Arquitectos de Castilla-La Mancha
Aquí es evidente que de ser así nuestro edificio quizás tendría una planta menos y por tanto el coste del suelo de las viviendas no construidas repercutiría sobre el resto de las viviendas haciendo inviable la promoción. La solución es muy similar a la del caso anterior, obteniendo el mismo número de viviendas y la misma superficie útil, ¿por qué no permitir una planta más?
Nadie ha pensado por qué no tenemos 20 o 30 centímetros más de altura en las mismas para colocar un falso techo que nos pueda aislar bien de nuestros vecinos térmica y acústicamente, tener todas las instalaciones registrables, poder colocar conductos de climatización, recuperadores de climatización, y un largo etcétera
Permitir un aumento de altura para albergar instalaciones sostenibles que utilicen energías limpias es fundamental, con la tecnología actual, colocar placas fotovoltaicas, colectores solares que calientan el agua con el sol, depósitos de inercia para almacenar esa agua caliente, calderas de biomasa, depósitos de combustible para la biomasa, recuperadores de calor, centrales de distribución, centralización de contadores de calefacción y agua caliente y un sinfín de de maquinaria y accesorios que llevan implícito un consumo de espacio muy grande y que la normativa debería regular para que este espacio no computara en ningún caso y se volviera a refrerir siempre a la superficie útil de las viviendas resultantes.
Etiqueta energética
Imagen cedida por el Colegio de Arquitectos de Castilla-La Mancha
En el año 2016 se acuño una frase que era “las compañías eléctricas le han puesto precio al sol”, pues hace décadas que estamos pagando un precio muy alto por el aire que encierran nuestras paredes y techos, cuando en realidad lo que realmente utilizamos es la superficie que pisamos. Después de mucho tiempo en el sector de la construcción y la arquitectura no termino de entenderlo.
Hace décadas que estamos pagando un precio muy alto por el aire que encierran nuestras paredes y techos, cuando en realidad lo que realmente utilizamos es la superficie que pisamos. Después de mucho tiempo en el sector de la construcción y la arquitectura no termino de entenderlo
Siguiendo las reflexiones del IV congreso internacional de Arquitectura 'Arquitectura: cambio de Clima' y las propias de un joven técnico, que hace 25 años se planteaba por qué hacer un tremendo agujero en la tierra para meter los coches cuando había espacio suficiente en superficie, han sido el hilo conductor de este argumento.
De este se deduce que un simple cambio normativo, que no implica ningún coste directo para ninguna de las administraciones, supondría una enorme disminución de la demanda energética de los edificios al mismo coste y por tanto una considerable reducción en las emisiones de CO2 que tanto daño nos están haciendo. Una situación que me lleva a la pregunta: ¿por qué no se ha hecho ya? ¿A qué estamos esperando?
(*) Uno de los mejores aislantes térmicos es el vacío, en el que el calor sólo se trasmite por radiación, pero debido a la gran dificultad para obtener y mantener condiciones de vacío se emplea en muy pocas ocasiones. En la práctica se utiliza mayoritariamente airecon baja humedad, que impide el paso del calor por conducción, gracias a su baja conductividad térmica, y por radiación, gracias a un bajo coeficiente de absorción.
'ARQUITECTURA para respirar', alude a la inevitabilidad de la arquitectura, porque como el hecho de respirar es algo que está siempre presente, incluso cuando no somos conscientes. Y, a su vez, nos recuerda la definición de Lao-Tse, según la cual “cuatro paredes y un techo no son arquitectura, sino el aire que queda dentro”. Porque la arquitectura no es una disciplina meramente constructiva, sino que tiene mucho que ver con lo intangible del alma.
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