Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
Sobre este blog

Espacio de divulgación científica y tecnológica patrocinado por la Universidad de Alcalá (UAH), con el objetivo de acercar el conocimiento y la investigación a la ciudadanía y generar cultura de ciencia

Los vertidos de pellets no son los más comunes pero sí proceden de una “inadecuada” gestión

Imagen de pellets

0

El vertido de pellets que comenzó a vislumbrarse hace semanas en las costas gallegas y posteriormente en otros puntos del norte del país ha puesto sobre la mesa de la actualidad un debate sobre el plástico que no es nuevo entre los expertos en esta cuestión.

Este material, cuya denominación es un anglicismo de lo que se conoce en castellano como granza industrial, no es “ni de lejos” el más contaminante ni constituye el vertido más frecuente, pero sí responde a una gestión “inadecuada” de la materia prima industrial que se produce en el transporte marítimo y que también tiene su proyección en el tratamiento del plástico en lo que generamos como nuestra “basura”.

La confusión suscitada por este polémico vertido tiene parte de su origen en la propia naturaleza del pellet, en su incidencia en las playas de España y todo el mundo, y en su tratamiento. Para intentar arrojar luz sobre el tema, hablamos con Roberto Rosal, catedrático de Ingeniería Química de la Universidad de Alcalá (UAH).

Explica este experto que los pellets o la granza son unas pequeñas bolitas de entre dos y cuatro milímetros que se utilizan para los procesos de producción, ya sea con polímero (plástico) virgen o concentrados con algún aditivo como colorante. En este último caso se les denomina ‘masterbatch’. Son la materia que utilizan los transformadores, una vez fundidas las bolitas, para producir los objetos de plástico.

Contenedores que caen al mar

Hay de muchos tipos, tantos como diferentes polímeros hay y depende del contenido que tengan. Pero todos tienen en común que llegan de manera asidua a las costas españolas porque se producen vertidos accidentales “en muy diversas circunstancias”.

El profesor detalla que aparecen de manera frecuente en Tarragona, una zona cercana a áreas de gran volumen de producción y manipulación de plásticos. “Nadie tira este material industrial, tiene valor, pero es muy difícil de manipular, son bolitas muy pequeñas y por eso se mueven cantidades ingentes”, subraya Rosal.

De hecho, todos los años se caen entre 1.000 y 2.000 contenedores al agua en todo el mundo. Parece una cantidad muy elevada, pero “es poco” en comparación con la inmensidad del tamaño de estos barcos de transporte de mercancías. Entre esos vertidos, parte son plásticos pero la gran mayoría no.  

“Cuando contienen plástico menos denso que el agua pueden terminar flotando en el mar y es cuando acaban en las costas. Depende del régimen de corrientes y de las rutas de transporte”.

Según el catedrático, ha habido bastantes intentos de controlar estas caídas de contenedores, pidiendo a las empresas consignatarias que no coloquen este tipo de carga en las zonas más expuestas de los barcos, porque se caen los que están arriba y en las esquinas. Pero “siguen produciéndose estos vertidos”.

Además de Tarragona y el norte de España, se producen también en Canarias, procedentes de la acumulación de plásticos que hay en el giro del Atlántico. “No es nada extraordinario. En todo el mundo, los vertidos de granza industrial se producen en las zonas donde se manipulan, o donde se produce tránsito de esta mercancía”.

Pero su frecuencia y dispersión no hace a los pellets, a la granza, menos nocivos. ¿Cuáles son las consecuencias? Además de la propia estética de las playas, las bolitas pueden producir daños en la fauna marina al confundirlas la fauna marina con alimento, “con el consiguiente bloqueo de las zonas digestivas”.

“Además, al contener aditivos, aunque en poco volumen, terminan liberándose al agua con el tiempo. El plástico, por su parte, se va fragmentando poco a poco y se convierte en trocitos cada vez más pequeños hasta que los perdemos de vista, lo que no significa que desaparezca. Pueden ser ya microplásticos o nanoplásticos, del tamaño de una bacteria o incluso menores, y son materiales que se metabolizan muy difícilmente, de forma que pueden permanecer durante cientos de años en el medio ambiente”.

La granza que cae al mar es la parte más pequeña y la más fácil de evitar

Pero Roberto Rosal afirma que la granza no es “ni de lejos” el plástico más frecuente que puede acabar en el mar. Puede suponer el 0,5% del total de plásticos que terminan de manera inadecuada en el medio ambiente. “Es la parte más pequeña y la más fácil de evitar”.

No obstante, no se evita o se hace muy poco. “Hay muchos intentos de que la industria colabore en prácticas que reduzcan este tipo de vertidos. La industria no quiere que se produzcan, son pérdidas económicas para ellos. Pero sucede que es muy difícil, porque la cadena de manipulación de plásticos incluye muchísimas empresas, la mayoría son pymes y no todas son sensibles a funcionar con criterios muy estrictos”.

Precisamente, la Unión Europea abordó el pasado mes de octubre una propuesta de reglamento para mejorar la manipulación de este tipo de granza, que incluye formas de contabilizarlo y mejores prácticas. Puede consultarse en este enlace, aunque todavía es solo un borrador.  

Lo fundamental es que cuando hablamos de plástico, “no hay alternativas”. Los pellets conforman “la forma universal en que se manejan este tipo de materiales, hasta que se se transforman en la cubierta de un invernadero o en un bolígrafo, por ejemplo”.

Y al margen de estas bolitas, lo incuestionable es que “los grandes vertidos de plástico se producen allí donde hay personas”. “Los plásticos se van con las aguas residuales. En zonas costeras se van al mar con facilidad y en las que no lo son, van a otros lugares, terminan en los cauces de los ríos. También la ropa sintética es una gran fuente de microplásticos que van al aire o al agua. Donde quiera que haya personas, hay plásticos, además de vertidos que son mucho más difíciles de evitar porque son extremadamente difusos, están en la mano de cada uno”.

“Incluso los restos orgánicos que arrojamos al contenedor, cuando se compostan, van al campo con una gran cantidad de plástico, porque es imposible separar completamente la materia orgánica de ciertas partículas de plástico que terminan contaminando el compost”, recalca.

Por todo ello, considera Roberto Rosal que es “complicado” alcanzar una gestión eficiente de los residuos plásticos. “Su ciclo de vida es muy lineal, va desde su producción, que viene de combustibles fósiles, al objeto y luego al residuo. Hay muy poca circularidad. El reciclaje mecánico sigue aumentando, pero es bastante limitado. Y el reciclaje químico se utiliza muy poco y cuando se hace es controvertido porque la pirólisis produce combustible; al final es como si quemases de forma indirecta un derivado del petróleo”.

Defiende por ello el plástico procedente de fuentes renovables y también otros métodos como la reutilización.

“A veces da la impresión de que vamos a morir todos ahogados en plástico y no es así ni mucho menos. Son un residuo muy minoritario”. De los 2.500 millones de toneladas en Europa, un tercio son residuos de construcción y otro tercio de minería.

Lo que sucede con el plástico, concluye el experto, es que está “en la mano de cada uno” y, por lo tanto, muy distribuido. “Lo producimos todos y a todas horas, porque es un material muy útil. No podríamos vivir sin plástico. El problema es que hacemos un uso poco adecuado y lo convertimos con facilidad en un residuo. Ahí está la clave”.

Sobre este blog

Espacio de divulgación científica y tecnológica patrocinado por la Universidad de Alcalá (UAH), con el objetivo de acercar el conocimiento y la investigación a la ciudadanía y generar cultura de ciencia

Etiquetas
stats