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Creando Oportunidades
El joven diseñador albaceteño, Edgar Molina nace en el seno de una familia algo ligada a la costura. Su bisabuela paterna fue propietaria de un conocido taller en Albacete que contaba con 13 modistas y dos aprendices. Entre sus clientas, se encontraban las mujeres de militares de la Base Aérea internacional de Los Llanos y señoras de la sociedad albaceteña. “De esto tuve conocimiento cuando ya formaba parte del mundo de la moda”, comienza contando el diseñador.
Desde muy pequeño mostró su interés por el mundo de la costura y sobre todo en los trajes de novia. “Siempre lo tuve claro. Recuerdo que cuando me preguntaban que quería ser de mayor siempre lo decía. La gente me miraba raro y esa mirada me acompañó mucho tiempo”, dice entre risas Edgar. Muy joven se instala en Valencia para formarse en diseño de moda en la EASD (Escola d'Art i Superior de Disseny de València). Al mismo tiempo fue asistente del diseñador emergente, Miguel Vizcaino preparando desfiles. Tras finalizar sus estudios se traslada a Madrid, donde comienza a trabajar en el taller de Teresa Palazuelo, quien se dedica a trajes de novia de alta costura. Luego trabajaría junto a otro diseñador donde se dio cuenta de que quería lanzar su propia firma.
Tras su paso por este taller le hizo coger una amplia formación en el mundo real y ver que “mejor que trabajar para mí no lo voy hacer para nadie, aunque los comienzos siempre son difíciles”, indica el diseñador. A finales de 2018 inicia su propia firma en solitario especializada en novia e invitada. Al poco tiempo se vio envuelto en la pandemia por la crisis sanitaria donde le hizo pararse a pensar e inspirarse para llevar a cabo su primera colección de novias.
Desde entonces, ha vestido a la cantante India Martínez y a la actriz María Pedraza. La filosofía de su marca se basa en técnicas de alta costura tradicional junto con una materia prima de calidad y acabados exquisitos realizados a mano. “A día de hoy sigo aprendiendo. Cada vez que tengo un nuevo diseño para una novia es un reto porque el boceto en papel admite todo lo que le quieras poner, pero luego hay que pasarlo al patrón y seguidamente a la tela”, añade Molina.
El joven diseñador presentaba su colección “Charlotte” en la VI Semana de la Costura de Valencia a primeros de diciembre. Gracias al ‘Gremio Artesano de Sastres y Modistas’ de la Comunidad Valenciana que luchan por todos los que están agremiados a esta institución para realizar desfiles de este nivel. Edgar destaca que es una institución es de las más antiguas de toda España. Desde su creación en 1247, ha velado por la formación y la divulgación del concepto de moda, así como, el asociacionismo de profesionales de esta disciplina.
El pasado año “realizamos un desfile en diciembre con la colección de novias, pero fue grabado y no había público. La acogida fue muy buena pero nunca había hecho un desfile con 250 personas que eran las permitidas que acogida el salón”, cuenta Edgar en referencia a su primer desfile en solitario. En cuanto al desfile de Valencia lo valora como “buenísimo y malísimo a partes iguales por toda la presión con la que hemos trabajado. Es totalmente diferente a todo lo que he hecho a lo largo de mi carrera profesional”, añade. Un gran desafío porque cada traje contaba con un aporte técnico diferente y con acabados distintos.
La colección ‘Charlotte’ exigía mucha perfección por parte del diseñador. Siempre había trabajado con la inspiración de mujeres parisinas, un poco decadentes y con ese punto bohemio- romántico. En cambio, para esta colección llegaba el desenfreno de Nueva York en los primeros años de la década de los ochenta y de ese famoso Studio 54. Las luces y sombras de las bolas de discoteca reflejadas en las joyas y la decadencia del confeti pegada en la suela de los zapatos y los bailes hasta el amanecer en esas fiestas neoyorkinas.
Es su propuesta de mujer más vividora hasta la fecha, rompe con la dualidad entre los tejidos de volúmenes exagerados y líneas más limpias y fluidas. “Combinaciones rompedoras con gran variedad de tejidos como terciopelo, seda salvaje, moaré, tafetán, otomán, organza y pailletes. He pasado de utilizar colores suaves como el rosa palo o azul cielo a colores rompedores. En esta ocasión el desfile comenzaría con rosa mancha, malva o lavanda y de repente brotó el negro, fucsia o azul vibrante. Al igual que los tejidos que han cambiado donde se ha visto la lentejuela, terciopelo o la pedrería”, explica el diseñador.
“En la línea de invitada, predomina el color negro junto con tonos suaves como el malva y vibrantes como el fucsia. Por su parte, las propuestas nupciales siguen la misma filosofía de la colección, presentando diferentes opciones para las novias más arriesgadas con el denominador común de clasicismo en todos los looks; imperando los brocados, la rafia, el tweed y los plisados”, añade. En definitiva, la colección ‘Charlotte’ representa a todas esas mujeres a las que no les importa derramarse el champagne sobre el vestido en las fiestas.
Todo esfuerzo tiene su recompensa y al final de todo, Edgar Molina está muy satisfecho y contento por el desfile. La acogida ha sido brutal recibiendo miles de felicitaciones. “Se ha traducido también en que muchas chicas han cogido cita para que elabore su vestido de novia, al igual que invitadas porque son únicos. Todo lo negativo que te podría haber dicho antes del desfile se ha convertido en positivismo total”, cuenta.
A través de su cuenta de Instagram, los estilistas de Lady Gaga contactaron con él mostrando interés por sus diseños. Una colección que “había hecho todo en rosa, con plumas entre otros detalles. Me pidieron que, si la podía enviar a Nueva York y así lo hicimos, a pesar del poco tiempo que nos dieron. En el momento que llegó la ropa, Lady Gaga se la probó y le encantó. El problema estuvo en que ella mide 1,55 cm y la ropa de colección es para modelos de 1,80 cm, por lo que le quedaba grande”, cuenta anecdóticamente el diseñador.
El feedback fue buenísimo pero sus diseñadores no tenían tiempo para ajustar las prendas por lo que se las devolvieron y le comunicaron de seguir en contacto. Esta fue la historia con encanto que no pudo llegar a buen puerto.
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