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Guadalajara, 80 años de una batalla clave en la Guerra Civil

BATALLA

Raquel Gamo

A la República le sirvió para preservar la defensa de Madrid por el flanco noreste. A los rebeldes, en cambio, les supuso encajar un severo correctivo que humilló a las milicias que Mussolini envió en ayuda de Franco. En cualquier caso, con independencia de las consecuencias para los dos bandos contendientes, lo que ya es una evidencia a estas alturas de la Historia es que la de Guadalajara fue una de las batallas más relevantes de la Guerra Civil. Ahora, cuando se cumple el 80 aniversario de este episodio, varias organizaciones e instituciones han impulsado actos para evocar su memoria.

Con el título ‘80º aniversario de la Batalla de Guadalajara. La primera derrota del fascismo’, el Foro por la Memoria organiza unas jornadas íntegramente dedicadas a esta efeméride. Dentro del programa que ha preparado esta asociación volcada en el rescate de la memoria histórica se incluyen dos conferencias-coloquio que albergará la Biblioteca Pública de Guadalajara el 23 de marzo. La primera correrá a cargo de Marco Puppini, presidente de la Asociación de Combatientes Voluntarios Antifascistas de España (Aicvas, en sus siglas en italiano), y se centrará en la intervención de los Garibaldinos en la batalla de Guadalajara. En concreto, Puppini abordará el papel jugado por este grupo antifascista italiano, apodado “voluntarios de la libertad”, que se convirtió en una de las fuerzas de élite del bando republicano.

Por su parte, Pedro García Bilbao, historiador y presidente del Foro por la Memoria de Guadalajara, hará un repaso en otra charla sobre las certezas, tópicos e ideas preconcebidas que han perdurado sobre este hecho histórico. Hay ciertos asuntos que siempre se han ponderado en exceso a la hora de interpretar la batalla de Guadalajara. Uno de ellos fue la influencia que pudo tener la climatología adversa en el desenlace final o bien la confusión en el número de bajas que hubo en ambos bandos, que fue de en torno a 500 en cada uno, además de alrededor de 2.000 heridos también en ambos lados. “La derrota italiana no fue tan catastrófica como se ha dicho. Fue contundente y sin paliativos, pero no una catástrofe”, admite Pedro García Bilbao.

Ya el sábado tendrá lugar la marcha memorial para recordar este importante episodio de la Guerra Civil. En esta ocasión, el recorrido arrancará en la Plaza del Coso de Brihuega, donde se celebrará el acto institucional. A continuación, está previsto un homenaje a los caídos en la batalla en la tapia exterior del cementerio de la localidad briocense. La jornada conmemorativa concluirá con la ascensión al cerro de San Cristóbal, en Algora, y la habitual comida de hermandad.

García Bilbao recalca el valor de los actos conmemorativos. “Estas actividades contribuyen a normalizar los valores democráticos de un país y es una oportunidad para que la sociedad aprenda a leer la historia del lugar donde vive. Aunque el apoyo institucional ha sido mínimo para recordar un hecho de la historia que todavía perdura en la memoria colectiva”, subraya. Tan sólo los ayuntamientos de las localidades protagonistas de la batalla, como Torija o Brihuega, han participado en las sucesivas ediciones del memorial que cada año se hace para honrar a las víctimas de la contienda.

La elección de Brihuega para la marcha del Foro por la Memoria no es casual. El escritor norteamericano Ernest Hemingway, que estuvo en marzo del 37 en el frente de Guadalajara, habló siempre de la “batalla de Brihuega” y, en tono épico, consideró que era “una de las más importantes de la historia militar mundial”. Hemingway ya era entonces un consagrado novelista en EEUU, pero su adhesión a la República fue de tal calibre que le llevó a escribir en un cable estas ampulosas palabras.

En todo caso, sí es cierto que los historiadores coinciden en señalar que esta batalla fue un hecho sumamente importante en la Guerra Civil. Primero porque fortificó la defensa de Madrid, que era tanto como decir del Estado republicano, en la medida que detuvo en seco el avance de los facciosos por la senda del Henares. Y, segundo, porque insufló confianza en las huestes republicanas, algo que sus mandos aprovecharon de forma muy hábil para crear toda una propaganda y retórica alrededor de la humillación a la que las falanges de Mussolini y las tropas de Franco habían recibido en los campos de la Alcarria. En esta línea, el periodista estadounidense, Herbert Matthews, enviado especial del ‘New York Times’ a la Guerra Civil y afín a los republicanos, llegó a afirmar que “la derrota de los italianos en Guadalajara es un desastre comparable al de la batalla de Bailén para Napoleón”.

Lucha en el barro de la Alcarria

La batalla de Guadalajara, desarrollada entre el 8 de marzo y el 23 de marzo de 1937, fue uno de los intentos de las fuerzas nacionales de penetrar en la capital de España por el norte durante la Guerra Civil. Enfrentados el Ejército Republicano –con cerca de 20.000 efectivos- y el Corpo Truppe Volontarie (CTV) italiano, formado por 35.000 hombres al mando del general Mario Roatta, que recibió el apoyo de la unidad franquista de la División Soria, liderada por el General Moscardó, la lucha comenzó con una primera ofensiva del CTV el 8 de marzo, que concluyó el 11 de marzo con el repliegue de las tropas republicanas ante el empuje de las fuerzas de Mussolini.

Los italianos, con experiencia en África y armados hasta los dientes, llegaron a la Alcarria envalentonados. Venían de arrasar a los republicanos en Málaga y el Duce tenía la pretensión de ser la palanca para que Franco pudiera tomar Madrid y, de esta manera, guardar con éste una deuda difícil de compensar. El CTV italiano lo formaban cuatro divisiones y elementos no divisionarios. Tres de las divisiones estaban nutridas con “camisas negras”, voluntarios de la organización fascista; y la 4ª División, “Littorio”, se integraba con elementos del Ejército italiano, también voluntarios. El objetivo principal del CTV era romper el frente republicano defendido por la 12ª División republicana, 60 kilómetros al norte de Guadalajara. La idea de maniobra planeada consiste en que este cuerpo operará entre la franja de terreno delimitada por los ríos Henares y Tajuña, con la carretera general Madrid-Barcelona como eje de marcha.

La estrategia de ataque macerada por los jefes italianos consistía en lanzar a su infantería junto con tanques y vehículos ligeros para abrir brecha en el frente controlado por los republicanos en el sector del norte de Guadalajara, tomando Brihuega y rodeando a los defensores de Madrid desde el noroeste, para llegar hasta Alcalá de Henares. El 10 de marzo, las tropas nacionalistas de Moscardó tomaron las localidades de Jadraque, Bujalaro, Castilblanco de Henares, Ledanca y Miralrío.

Y, posteriormente, entre el 12 y el 14 de marzo, el ejército republicano fue atacado duramente por las tropas franquistas hasta el punto que llegó a ceder numerosas posiciones y localidades. En los días posteriores, entre el 15 y el 23 del mismo mes, se produjo la contraofensiva republicana definitiva, que contó con el auxilio de las Brigadas Internacionales. Mientras arde Brihuega, el jefe del CTV, Mario Roatta, se reunió con Franco en Salamanca proponiéndole suspender el ataque a Guadalajara. Pero es entonces cuando el futuro dictador se entera de la contraofensiva republicana en las inmediaciones del ‘Jardín de la Alcarria’ hasta el punto de tomar Brihuega el 18 de marzo de 1937. Por el contrario, los italianos retrocedieron a sus posiciones anteriores, no sólo forzados por las tropas republicanas sino también por el intenso frío y los ventisqueros de la Alcarria.

Uno de los episodios más relevantes de la batalla se produjo en los alrededores de Brihuega, junto al Palacio de Ibarra. Este emplazamiento albergó una particular guerra fratricida entre italianos, al enfrentarse el Batallón Littorio, integrado en el CTV enviado por Mussolini para apoyar a Franco; y el Batallón Garibaldi republicano. Las huestes de ambos bandos concentraron aquí el núcleo decisivo de la batalla, especialmente, alrededor de la conocida como “curva Hemingway”, justo la que desde la Alcarria se precipita sobre la cuesta que baja a Brihuega. La curva “más peligrosa del mundo”, según el autor de ‘Por quién doblan las campanas’.

La lluvia y las bajas temperaturas invernales de la provincia alcarreña fueron importantes en el desenlace final de la batalla. El colapso meteorológico que dejó a las tanquetas italianas atascadas en el barrizal en que se había convertido la antigua Nacional II y la imposibilidad de los sublevados de contar con apoyo aéreo -los aeródromos de campaña que operaban desde Soria habían quedado inoperativos- allanaron el camino de la victoria de los republicanos. García Bilbao explica que la utilización de potentes medios, comprados a la Unión Soviética, y el acierto en la estrategia militar para adaptarse mejor que el enemigo a las vicisitudes de la batalla, hizo posible el triunfo del Ejército republicano en Guadalajara. Pueblos como Brihuega, Torija, Trijueque y Cifuentes quedaron fuertemente dañados por este episodio; y otros, como Gajanejos, directamente devastados.

Hecho histórico decisivo

Manuel Leguineche, reportero vasco arraigado en Brihuega, se refería así a la actitud de las tropas republicanas en el prólogo del libro ‘Guadalajara 1937. Testimonios de Una batalla’, editado en 2007 por la Diputación de Guadalajara, con motivo del 70 aniversario de esta batalla: “¡Guadalajara no es Abisinia!’, cantaban los milicianos. Fue el momento de mayor optimismo en el bando republicano, según Líster: ”el único en toda la guerra en el que hubo una esperanza de victoria“.

“Para los que vivimos en Brihuega, la batalla está aún presente con sus supervivientes”, expresó entonces el propio Leguineche. El episodio es relevante no sólo por lo que supone de testimonio de un pasado en el que se dirimía el primer enfrentamiento bélico entre la legalidad republicana y la sublevación de ideología fascista, sino porque permitió situar a la Alcarria en el centro de la atención mundial.

Guadalajara se convirtió en marzo de 1937 en protagonistas de los principales periódicos del mundo, y todas las cancillerías y capitales del globo estuvieron pendientes de una batalla que estaba destinada a marcar el rumbo de los acontecimientos en la contienda española. La República agitó la propaganda tras su incuestionable victoria sobre las tropas franquistas, si bien, tal como luego pudo comprobarse, la victoria en Brihuega sirvió de poco más que para alargar la guerra otros dos años. “Si los republicanos no hubieran ganado, la guerra se habría acabado ahí”, puntualiza García Bilbao. “Guadalajara lo que hizo fue prolongar la resistencia de los republicanos”.

En todo caso, más allá de los detalles bélicos de Guadalajara, por el frente de la Alcarria, la Serranía y el Badiel en esta provincia pasaron entonces los principales mandos republicanos (Miaja, Vicente Rojo, Líster y ‘El Campesino’), además de escritores y cronistas internacionales que cubrían el conflicto español. Junto al citado Hemingway, también estuvieron en Guadalajara Errol Flynn, John Dos Passos y Antoine de Saint-Exupéry. Líster, en su libro ‘Nuestra guerra’, escribió: “Conocí a Hemingway por los días de la Batalla de Guadalajara. Era un hombre que quería verlo todo y que, al no permitírselo, se enfurruñaba como un chico al que le privan de un juguete. Algunas veces se enfadó conmigo porque no le dejaba ir a la primera línea, pero luego se le pasaba”.

Exposición en el Archivo Histórico

La conmemoración del 80 aniversario desde la batalla de Guadalajara en la Guerra Civil se completa con una exposición inaugurada en el Archivo Histórico Provincial de Guadalajara el pasado 15 de marzo. La muestra desarrolla el relato de la batalla a través del material gráfico, fotografías y vídeos que forma parte de su colección, junto con otros documentos procedentes de archivos internacionales.

La exposición, enmarcada en el proyecto del archivo “Sucedió en…” que organiza esta institución cultural, pretende dar a conocer a la ciudadanía el legado que conserva sobre acontecimientos históricos acaecidos en la provincia de Guadalajara. El director del Archivo de Guadalajara, Rafael de Lucas, anima a la ciudadanía a que se acerque a su sede “a visitar esta muestra que permite ahondar más en la historia de nuestra provincia y nuestro país, en un momento tan trascendental como fue la Guerra Civil”.

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