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80 años del bombardeo de la seña de “identidad patrimonial” de Guadalajara

El Palacio del Infantado tras el bombardeo del 6 de diciembre de 1936

Carmen Bachiller

  • El Palacio del Infantado fue completamente destruido por la legión Cóndor, fuerza aérea de Hitler que habría “ensayado” su técnica sobre la población civil

El 6 de diciembre de 1936 la aviación franquista bombardeó y destruyó casi por completo el Palacio del Infantado, un siniestro que ha cumplido 80 años y que centrará el interés del Museo de Guadalajara durante los meses de febrero a abril. El propio palacio se convertirá durante estos meses en la “Pieza Destacada” del museo. Una iniciativa que pretende contar parte de la historia más desconocida del edificio. Por ejemplo, que lo que hoy conocemos no tiene casi nada que ver con su diseño original del siglo XV. O que en la etapa franquista se apostó por reconstruir antes la plaza de toros que el palacio.

Quienes visiten el Museo de Guadalajara podrán ver una película de algo más de cinco minutos que ha sido montada con documentos históricos procedentes de varios archivos, incluida la Filmoteca Nacional. Se trata del audiovisual ‘El Palacio bombardeado’, elaborado por Julián de la Fuente, realizador y profesor asociado en la Universidad de Alcalá de Henares (UAH).

El audiovisual trata de “recrear” el bombardeo por parte de la aviación y el incendio posterior que se prolongó durante tres días. “No hay efectos especiales, se narran los hechos con material histórico que en otros momentos llegó a usarse como propaganda”, explica De la Fuente, quien reconoce que se vio sorprendido al descubrir que lo que creía “una joya” del gótico flamígero (siglos XIV al XVI) “es en realidad un edificio moderno, una restauración”.

Levantar el “velo de desconocimiento” sobre el palacio

Fernando Aguado, director del Museo de Guadalajara, explica que el objetivo es “rellenar un hueco que existía. Se conoce más la historia del Infantado en sus momentos de esplendor que lo que ocurrió en la guerra y que supuso un punto de inflexión importantísimo”. Y es que, asegura que “todo lo relacionado con la Guerra Civil tiene ese velo de desconocimiento”.

Esta iniciativa, aclara Aguado, “no trata de abrir heridas” sino de recordar cómo “en un aciago día este edificio se convirtió en un amasijo de escombros y a partir de ahí la ciudad miró hacia adelante”.

En el caso del Infantado, tras el bombardeo se recogieron sus restos y se apuntalaron las pocas zonas aún en pie. Y así se quedó durante 30 años que “solo sirvieron para destruirlo aún más”. En todos esos años sufrió numerosos expolios. De hecho, una de las piezas más interesantes de la sala permanente del Museo de Guadalajara es la talla de un grifo (animal fabuloso, de medio cuerpo arriba águila, y de medio abajo león), procedente del artesonado del Salón de Cazadores. Fue comprada por el Museo Nacional de Escultura en el año 2000 y cedida a Guadalajara. Estaba en manos de un particular que lo sacó a subasta. En la actualidad se siguen encontrando piezas del antiguo palacio en subastas públicas.

“Fue un bombardeo gratuito”

Juan Pablo Calero es profesor de instituto y coordinador del Centro de Estudios de Castilla-La Mancha en la provincia, dependiente de la UCLM. El 16 de febrero ofrecerá una charla para hablar de “Guadalajara en Guerra: el caso del Palacio del Infantado”. Explicará la importancia del Palacio y lo que supuso su destrucción en aquel momento. “Estamos casi seguros de que fueron aviones de la legión Cóndor” y, lo curioso, mantiene, es que “sus objetivos no eran militares sino el bombardeo de zonas civiles. Cayeron bombas sobre el barrio de la Estación, eminentemente obrero, y en parte del centro de la ciudad”.

El bombardeo se consideró entonces un símbolo del conflicto y de la destrucción del alma de la ciudad. “Fue un bombardeo gratuito y muy duro para Guadalajara, era el edificio más emblemático y quedó arrasado junto a muchas viviendas y un importante número de muertos”.

El profesor recuerda que en aquella fecha la legión Cóndor -la fuerza aérea alemana que Hitler envió para ayudar a Franco- ensayaba en España su sistema de ataque y la precisión de sus bombas. “Sospechamos que no fue más que eso, pero murieron familias enteras. Esa misma noche se asaltó la cárcel de Guadalajara y casi todos los presos fueron fusilados”. Allí estaban, entre otros, militares que habían sido juzgados y condenados por sublevarse contra la República en el 36.

La ciudad se llenó entonces de refugios. “Se generó una psicosis importante. Hay que tener en cuenta que había venido mucha gente de la provincia huyendo de zonas ya ocupadas por el ejército franquista”, explica Calero.

Una discutida rehabilitación

En los años 60, el palacio fue reconstruido. Habían pasado 30 años y tras ser de nuevo levantado “su fisonomía cambia totalmente. Todos los artesonados y riquezas artísticas se habían perdido para siempre”, recalca el director del museo. También cambian su uso. Hasta el 36 había sido desde palacio privado a colegio de huérfanos militares. A partir de 1973 pasa a ser biblioteca, archivo y museo. En definitiva un centro cultural de la ciudad.

“El edificio es la identidad patrimonial más importante que tiene Guadalajara”, sostiene Aguado. Un grupo de investigadores de la Universidad de Castilla-La Mancha investiga el proceso de rehabilitación de monumentos como el Infantado en el periodo de postguerra. Todos tienen algo en común: no conservan su diseño original sino que fueron reconstruidos según los cánones rehabilitadores de la política franquista.

Esther Almarcha, doctora en Historia de la Universidad de Castilla-La Mancha hablará de ello el próximo 23 de febrero, dentro del programa de actividades vinculadas a los 80 años del bombardeo. “Se pide, exige y merece la reconstrucción del Palacio del Infantado”, es el título de su conferencia. Y es que la reconstrucción del Palacio es hoy “muy discutida”, asegura Juan Pablo Calero.

“Todavía quedan puntos oscuros en el conocimiento del edificio”, añade Fernando Aguado quien asegura que la rehabilitación se realizó “sin haber estudiado el edificio”. El desconocimiento se centra, sobre todo, en las zonas auxiliares del propio palacio. “Parece que solo cuentan las zonas nobles del palacio pero hay mucho más”. ¿Qué hay bajo los cimientos del edificio de los años 60 donde vivieron los antepasados del segundo duque del Infantado? De momento es una incógnita.

Una nueva etapa: ¿Patrimonio de la Humanidad?

El Infantado busca ahora la declaración de Patrimonio de la Humanidad. En ese camino, asegura Calero, “el Palacio sigue necesitando de mucho mimo y atención” por parte de las instituciones. Recuerda que es la única ciudad del entorno que no goza de esa distinción frente a la cercana Alcalá de Henares, a Cuenca, Soria, Teruel…

“El patrimonio artístico del antiguo caserío de Guadalajara no era muy diferente del de Alcalá de Henares y sin embargo ha sido total y conscientemente destruido y abandonado por los propios alcarreños”, lamenta para pedir que se intente “conservar lo poco que nos queda para el futuro”.

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