Este blog se dedicará a hablar de uno de los fenómenos más incipientes de la actualidad: el mundo seriéfilo. Recomendará, analizará y traerá curiosidades de series de televisión estadounidenses, británicas, europeas y de otros países del mundo.
Si en el verano de 2015 traje un especial de series sudamericanas, hoy toca escribir sobre una ficción argentina que se estrenó hace poco más de una semana en nuestro país y a nivel mundial, a través de la plataforma Netflix. Su éxito saltó las fronteras de su país para llevarse el Premio del Jurado en el Festival de Series de París. Un reconocimiento que le ha valido para lograr un distribución internacional. Se trata de ‘El Marginal’, un auténtico bombazo en su país, rodeado de buenas críticas tanto en el sector profesional como entre la audiencia.
La clave son los orígenes humildes de su producción, dado que ‘El Marginal’ está coproducida por la Televisión Pública Argentina y Underground; de hecho, en un principio, estaba concebida para estar lejos de la franja horaria de máxima audiencia. Su estructura iba a ser de treinta capítulos de media hora de duración y, al final, se condensó en trece capítulos de cincuenta minutos para una mejor exportación a otros mercados audiovisuales. Además, el poco presupuesto no ha sido excusa para lograr componer un producto de excelente calidad.
Sebastián Ortega y Adrián Caetano, creadores de ‘El Marginal’, tienen una gran experiencia tanto televisiva y cinematográfica; de hecho, en 2002 crearon ‘Tumberos’ de temática carcelaria e idéntica de la que trato esta semana. La cárcel abandonada de Caseros, con un historial similar a la prisión ficticia, acoge el rodaje de la serie para conseguir dar un enfoque realista y sórdido.
La historia de ‘El Marginal’ empieza con el ingreso en la prisión de San Onofre de Miguel Palacios (Juan Minujin), ex-policía, con la misión de infiltrarse en una banda muy peligrosa para averiguar dónde se encuentra la hija pequeña de Cayetano Lunati (Mariano Argento), un importante juez de Argentina, que acaba de ser secuestrada. El cometido es sumamente difícil ya que se encuentra en una de las cárceles más peligrosas de todo el país.
En San Onofre, completamente superpoblada, impera una sola ley: la del más fuerte. Los Borges, un clan mafioso, maneja a su antojo la prisión. Mariano (Claudio Rissi) y Diosito (Nicolás Furtado), los dos hermanos, han logrado montar una auténtica red económica y poderosa muy lucrativa. Su tela de corrupción llega a las más alta instancia de la cárcel. Antín (Gerardo Romano), director del penal y un auténtico sinvergüenza, no duda en sacar provecho de su posición.
Con un comienzo de gran alarde técnico, este drama carcelario consigue conectar rápidamente con el espectador. ‘El Marginal’ crece capítulo a capítulo gracias a un ritmo vertiginoso y unos personajes cincelados a la perfección. La narración mantiene el pulso firme durante los trece episodios además de jugar a la perfección con los clímax y giros de guión. Una serie que usa sus recursos para realizar un producto arriesgado con una “fina” crítica al sistema penitenciario argentino.
Si algo destila la serie de Sebastián Ortega y Adrián Caetano es el del realismo más sucio y descarnado. La fotografía utilizada dota a la serie de matices grisáceos y porosos, además, la ambientación hace sentir y respirar al público esa podredumbre, presión y peligro al que están sometidos los presos. La vía de escape o zona de confort en esta continua guerra se encuentra en la consulta de la psicóloga Emma Molinari (Martina Gusmán), un ángel que brilla ante tanta oscuridad.
La crítica social y política es más que evidente en ‘El Marginal’ pero sobre todo hay un ataque directo al sistema penitenciario: una cárcel superpoblada, en estado precario y enferma de corrupción. La autarquía gobierna en un penal que se divide por castas o rangos que dan cierto privilegio y determinan la capacidad de supervivencia de cada preso. La brecha es tan profunda y significativa como la misma sociedad: los Borges y sus secuaces gobiernan la cárcel y disponen de una plácida estancia llena de comodidades, mientras que la Sub21 son aquellos que duermen hacinados en pequeñas carpas de plástico en el patio. Para más 'inri' la dirección y las fuerzas de seguridad son igual o más corruptas que los propios reclusos.
Un producto arriesgado y crítico que resulta extremadamente raro que se albergue en una televisión pública, algo que particularmente me llama la atención. La extremada dureza, el tono sórdido y el lenguaje soez son sus señas identidad de este drama carcelario.
Parte de su éxito recae en un excelente reparto en el que se acierta desde los protagonistas hasta los más secundarios. Sin embargo, me quedo con tres: Juan Minujin, excelente en su papel como ex-policía infiltrado; Claudio Rissi, soberbio líder del clan Borges; y, por último, Nicolás Furtado, grandisímo en su interpretación de ‘Diosito’ un excéntrico y peligroso psicópata.
Esta primera temporada de ‘El Marginal’ se puede estructurar en dos partes bien diferenciadas separadas por un clímax potente. Un texto muy bien elaborado y trabajado que conjuga perfectamente con la dirección propuesta de Luis Ortega (‘Historia de un clan’) y una banda sonora que hace mover la serie a ritmo de hip hop.
‘El Marginal’ es una serie recomendable al cien por cien tanto si te gusta el género carcelario o como si es la primera vez que ves una ficción de este tipo. La podéis maratonear tranquilamente -o vorazmente- a través de Netflix.
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