Palabras Clave es el espacio de opinión, análisis y reflexión de eldiario.es Castilla-La Mancha, un punto de encuentro y participación colectiva.
Las opiniones vertidas en este espacio son responsabilidad de sus autores.
La Diputación de Albacete se armó de valor y decidió apoyar de una forma clara y contundente a sus vecinos y ayuntamientos, para evitar la instalación de las conocidas como macrogranjas en sus municipios.
Fue el pasado 3 de diciembre, tres días antes de celebrar todos los españoles una fecha también histórica, el Día de la Constitución. Esta moción, aprobada por toda la Corporación, no debería pasar desapercibida, porque es la primera vez que una Diputación de Castilla-La Mancha toma una decisión así y porque, a partir de ahora, quizá otras Diputaciones puedan seguir su ejemplo.
En el documento aprobado se dice textualmente que “la ciudadanía y sus alcaldes y alcaldesas muestran inquietud ante las posibles consecuencias relacionadas con estas explotaciones¨.
Y, ¿cuáles son esas consecuencias? Pues el elevado consumo de agua, la contaminación de los suelos y las aguas subterráneas, los malos olores, el impacto visual o la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera.
La Diputación de Albacete, además de dar su apoyo a la ganadería extensiva y a la familiar, en definitiva, a un desarrollo sostenible, pide al Gobierno regional que revise las declaraciones de impacto ambiental de este tipo de proyectos. Más claro imposible.
La pregunta que cabe hacerse ahora es: ¿qué va a pasar con la Diputación de Cuenca? ¿Apoyará también las decisiones que se tomen en sus municipios para evitar la instalación de macrogranjas?
Hay que recordar que en todas las provincias de nuestra región han llegado nuevos proyectos con el visto bueno de la Junta de Comunidades, y que en concreto en Cuenca se han aprobado más de 30 expedientes de macrogranjas, produciéndose en los últimos años una escalada muy rápida de autorizaciones de estas instalaciones, lo que ha provocado que en muchos pueblos haya surgido una sensación de indefensión y una creciente protesta vecinal, especialmente en pueblos como Villalba de la Sierra, Almendros, Priego, Mota del Cuervo, Villar de Domingo García, Quintanar del Rey, o Cardenete, entre otros muchos; pueblos, por cierto, con Ayuntamientos de diferentes colores políticos, que han intentado canalizar sus acciones y su descontento a través de la Plataforma Pueblos Vivos Cuenca.
Lo que está claro es que se necesitan muchos cerdos cerca del nuevo matadero de Incarlopsa en Tarancón, inaugurado en junio de 2017, y donde (según la propia empresa) se llegarán a “sacrificar a pleno rendimiento más de 10.000 cerdos al día”.
Por su parte, la empresa ICPOR se encarga de construir las granjas y fábricas de piensos necesarias para abastecer esa importante demanda. Es la otra pieza importante de este negocio del cerdo en nuestra provincia que, en apenas unos años, parece querer darnos jaque mate.
En la última década, la producción de porcino se ha multiplicado en Cuenca por cuatro, siendo el censo más reciente de 400.000 cabezas. Son muchas granjas y muchos cerdos. La densidad de animales en un radio de 180 kilómetros a la redonda en torno a Montalbo, donde está prevista una fábrica de piensos será de más de 250.000 cerdos, según los cálculos que hacen las propias empresas, las cuales defienden estos proyectos, negando los peligros que conllevan: contaminación del agua, de la tierra y del aire.
Todo en exceso es malo y los números y cifras del negocio del cerdo producen escalofríos en los indefensos vecinos de la provincia. Menos en Tarancón, un pueblo acostumbrado a los olores, donde ni vecinos ni Ayuntamiento parecen estar preocupados por la instalación de cuatro granjas industriales en un radio de cuatro a cinco kilómetros. Quizás para muchos sea difícil resistirse a una buena loncha de jamón, pero con este sistema de negocio de macroexplotación, además de estar en juego el medio ambiente y la economía de muchos pequeños ganaderos, pone en jaque nuestro futuro como sociedad.
¿Quién nos asegura que todo esto no sea una burbuja que, cuando se desinfle, dejará nuestro territorio hipotecado de residuos? El mundo, al que pertenecemos, busca la sostenibilidad y ese es el camino que debemos seguir, sin olvidarnos de dos cosas muy evidentes: que las decisiones de hoy marcarán nuestro futuro, y algo que hemos escuchado siempre por estas tierras: “Todo en exceso es malo”.
0