Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
Sobre este blog

Palabras Clave es el espacio de opinión, análisis y reflexión de eldiario.es Castilla-La Mancha, un punto de encuentro y participación colectiva.

Las opiniones vertidas en este espacio son responsabilidad de sus autores.

Familias solas: una vez más se paraliza la esperanza

Unas 35 familias no podrán llevar a sus hijos al colegio pese a haberlo solicitado.

0

El adelanto electoral ha supuesto un cambio de 360 grados en la política de nuestro país que evidentemente nos afectará directamente a la ciudadanía. El fin de la legislatura supone la paralización de todas aquellas leyes que estaban pendientes por aprobar y dará por terminado un ciclo que marcará seguramente la siguiente etapa.

Una vez más, las familias nos quedamos solas ante el peligro. Desde hace unos meses, se venía anunciando que pronto la Ley de Familias iba a echar a andar. Una ley necesaria, aunque para algunos modelos de familia, insuficiente. Insuficiente por las desigualdades que se llevan sufriendo históricamente en nuestro país. Es el modelo de familia más castigado por los vaivenes de la economía, y la falta de políticas públicas enfocadas desde una perspectiva diversa, transversal, inclusiva y de género las condena a la pobreza. Hablamos de las familias de un solo progenitor, o mejor dicho, progenitora, porque más del 80 por ciento de ese colectivo lo formamos mujeres como cabezas de la estructura familiar.

Y es que las familias en nuestro país somos variadas y variopintas. Están las familias tradicionales o nucleares, las numerosas o la monoparentales. En todas ellas hay un común denominador: habernos subido a un barco donde tenemos que esquivar distintas tormentas. Algunas veces, el barco se hunde y se cobra una desgracia. Casi siempre ese naufragio viene por la falta de visibilidad que tiene dicha institución para el desarrollo de la ciudadanía. No sabemos si por dejadez o porque aún se considera que formar una familia es algo privado, como si esto no afectara a la esfera de lo público.

Si decidimos tener hijos se ve como algo individualizado, una decisión personal que no tiene que ver con lo colectivo, con el conjunto de la sociedad. Y, además, se responsabiliza a las familias para que asuman en solitario la crianza. Sin embargo, no se tiene en cuenta que los niños que estamos criando hoy serán la ciudadanía del mañana. Será la sociedad del futuro.

Hoy quería traer a este espacio un problema político no resuelto y un problema social. Político, porque no ha existido ningún gobierno de la democracia que haya puesto el foco en desarrollar e implementar políticas públicas enfocadas a las familias para que puedan verse apoyadas en lo que se refiere a la crianza de los hijos desde el Estado. Y, social, porque nos dirigimos a una sociedad envejecida, la cual no tendrá futuro. Es más, la falta de un pilar en nuestro Estado del bienestar que sostenga los cuidados de los ancianos será un búmeran que tarde o temprano nos golpeará. Si es que no lo ha hecho ya.Y si tenemos en cuenta la longevidad, es evidente que los cuidados serán extensivos.

El modelo de familia en nuestro país ha cambiado desde la transición. Más aun en los últimos tiempos. Hemos pasado de ser un país con altas tasas de natalidad, en los años 1970, cuando las españolas tenían una media de tres hijos, a ser el país de la Unión Europea con la menor tasa de nacimientos, a una media de 1,3 hijos por mujer. Parece una broma porque no llegamos ni a los dos hijos, pero es una realidad que muestra un cambio social trascendental que nos afectará como país.

Parece que eso de formar una familia ya no se lleva, pero evidentemente detrás hay razones coyunturales que hace que este mundo al que nos encaminamos parezca sacado de una obra orwelliana. Es mejor tener perros y gatos porque se cuidan solos.

¿Qué nos está pasando para que no tengamos hijos?

Seguramente si nuestros antepasados levantaran la mirada, nos dirían que nos hemos acomodado. Nos lo pensamos mucho y cuando ya hemos tomado la decisión, es tarde en algunos casos. Esto se debe a múltiples razones. Aterricemos en algunas de ellas.

Primero, porque las mujeres nos hemos incorporado al mercado de trabajo y no estamos dispuestas a responsabilizarnos en solitario de la crianza. Los poderes públicos, las empresas y las comunidades en su conjunto tienen que entender que es una cuestión que nos concierne a todos, a los que tenemos hijos como a los que no. Y, en segundo lugar, se ha añadido un escenario de incertidumbre constante tras las diversas crisis económicas que hemos venido sufriendo desde hace ya algún tiempo.

Cuidar a un hijo es un esfuerzo sustancial para las familias. Como dice un proverbio africano: “Para cuidar de un niño hace falta una tribu entera”. Y, en la sociedad de hoy, las tribus se han esfumado. El individualismo se ha instaurado en nuestras vidas y nos hemos encaminado a que cada cual se saque las castañas del fuego como mejor pueda. Además, supone un tiempo personal que no se puede dedicar a otros quehaceres. No quiere decir que no lo fuera antes, pero hemos cambiado. Tenemos que compaginar el trabajo con el cuidado y esto en muchos casos es inviable si no se tiene apoyo de familiares, amistades o profesionales destinados a ello (aquellas familias que pueden permitírselo).

En ese sentido, el cambio de una sociedad a otra ha influido para que las mujeres le demos varias vueltas antes de tomar una decisión tan importante que cambiará nuestras vidas. En muchos casos sabemos que será una papeleta con destino a la precariedad laboral, a reducciones de jornada o a enfocarnos directamente a la crianza.

Cambios sin vuelta atrás

Los cambios que estamos viviendo son un proceso que emerge desde hace unas décadas. El modelo de familia que se nos establece sigue estando alineado con un modelo tradicional, taly como cuando empezara el ideal burgués de familia con la Revolución Industrial. Es cierto que si comparamos las anteriores generaciones con las nuestras no tienen mucho que ver, pero los datos no siguen refutando que hay una asimetría: las mujeres-madres sostienen el cuidado dentro de las familias y los hombres-padres dedican más tiempo al trabajo remunerado. Esa asimetría no solo se debe al reparto desigual de las tareas dentro del ámbito doméstico sino también al desarrollo de los distintos modelos de bienestar que hay en los estados de nuestro entorno, entre ellos España.

El propio Estado desarrolla e implementa una determinada política y en el caso que tratamos, está influenciada por el ideal de familia tradicional. Un tinte ideológico que marca el presente y futuro, ya sea por la no intervención política o por mecanismos que refutan una idea. Ejemplo en nuestro caso es el IRPF donde las familias biparentales con hijos se pueden desgravar más que las monoparentales en iguales circunstancias o las políticas de conciliación de principios del siglo XX donde se instaba a las madres, pero no la de los padres, al cuidado de los hijos. Ahora, saben ustedes, recogemos los “frutos” de dichas políticas.

Según algunos autores especializados en la materia, como Esping Andersen, los modelos del bienestar que surgen en el siglo XX definen el desarrollo e implementación de diversas políticas respecto al bienestar. Es decir, el influjo que hay de desplegar de manera privada o pública el cuidado. ¿A qué se refiere esto? A lo modelos de estado del bienestar que se crean y desarrollan en Europa, donde hay una serie de relaciones entre la mercantilización, la política pública y las familias.

Diferentes modelos de bienestar que nos marcan el mañana

Mientras que el modelo liberal privatiza los servicios del cuidado; en contra, el socialdemócrata, extiende un modelo público y universal para que la ciudadanía tenga acceso a dichos servicios. Ejemplos de países en uno y otro extremo podrían ser Gran Bretaña versus Dinamarca. Otros modelos de países de tinte conservador e híbrido son los que combinan una parte pública y privada. Este sería el caso de Alemania.

En nuestro caso, estamos inmersos en un modelo que se conoce como familista o familiarista. Es un modelo de bienestar que se sostiene, como su nombre indica, gracias al apoyo de las familias, más concretamente de las mujeres-madres. Podríamos decir que gracias también a las abuelas. Según este modelo, los primeros años de vida se entiende que deberán pasarlos con la familia de origen, y es así como la red de cuidado casi es inexistente en nuestro país. Y si bajamos a nuestra tierra, hay una gran disparidad dentro del mundo rural, porque no es lo mismo el despliegue de servicios en una ciudad que en un pueblo.

Nuestros vecinos del sur, como Italia o Grecia, comparten modelo con nosotros. Somos muy de apoyarnos en nuestro círculo más cercano, aunque no sabemos si por devoción o por obligación, pero tendemos a tener mayor relación con la familia de origen. Y en comparativa con otros países, es uno de los pilares para sortear los distintos ciclos económicos y se presenta como uno de los cimientos primordiales en nuestro día a día. Como ejemplo hemos podido ver que gracias a las pensiones de nuestros mayores muchas familias en nuestro país han seguido adelante en las distintas crisis.

Es así como, dadas las circunstancias, la mezcla de un mercado laboral precarizado, la falta de políticas públicas, el cambio de papel de las mujeres dentro de la sociedad, así como la falta de concienciación en las empresas respecto al cuidado, por nombrar algunos, ha desembocado en que formar una familia esté en peligro de extinción. Ese nulo apoyo e inversión ha sido el acicate para que la media de hijos en nuestro país haya bajado de manera drástica.  

Ahora que vuelven las promesas electorales, es momento de poner la lupa en los distintos programas y comprobar si tienen en cuenta a las familias. Eso sí, a todas las familias, porque como ya hemos visto, y no vayamos a confundirnos, en España, insisto, somos múltiples y diversas. No olvidemos que la igualdad de oportunidades se construye desde la diferencia, ya que no somos semejantes, sino que debemos tener los mismos derechos y oportunidades. Es así como en esos programas tenemos que ver a quiénes quieren que nos parezcamos. Si a Gran Bretaña con un modelo privado; a Alemania con un modelo híbrido o Dinamarca con un modelo público. Es ahora el momento de analizar qué color quieren dar a las medidas para hacer frente a los problemas que tenemos que solventar las familias en nuestro día a día. Todas y cada una de las familias de nuestro país. 

Sinceramente, he de decirles que en mi caso tengo claro el color que quiero para los siguientes cuatro años. Quiero aquellos que hagan la vida más sencilla a la gran mayoría de la gente. Quiero aquellos que invierten recursos para aumentar las plazas en las escuelas públicas, amplían becas, ayudas al estudio y apuestan por nuevos permisos del cuidado, comprometiendo a los hombres también. Quiero a aquellos que tienen en el centro los derechos de la infancia. Quiero a aquellos que promueven tener hijos, también a los que premian a empresas referentes en conciliación. Quiero a aquel partido que nos tenga en cuenta y no tenga remoras en nuestro estado civil. 

Señorías, vayan haciendo sus deberes porque tienen tarea por delante. Les guste o noestamos en el siglo XXI y las mujeres hemos dado un paso al frente.

Sobre este blog

Palabras Clave es el espacio de opinión, análisis y reflexión de eldiario.es Castilla-La Mancha, un punto de encuentro y participación colectiva.

Las opiniones vertidas en este espacio son responsabilidad de sus autores.

Etiquetas
stats