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El primer domingo de mayo celebramos el Día de la Madre, una fecha que va más allá de los regalos y los abrazos. Es una oportunidad para detenernos, reflexionar y honrar a esas mujeres extraordinarias que, con su amor incondicional y su fuerza indomable, transforman el mundo cada día.
Es el momento de reconocer la generosidad, la valentía y el sacrificio de millones de madres que, día a día, luchan por la dignidad de sus familias y por un futuro mejor para sus hijos e hijas.
Las madres son mucho más que un pilar en el hogar. Son guerreras que enfrentan la pobreza, la violencia y la discriminación con una determinación que inspira. En especial, quiero alzar la voz por aquellas mujeres del sector rural, cuya labor incansable suele quedar en la sombra.
Muchas de ellas, con escasos recursos, pero con un corazón inmenso, han roto barreras para garantizar que sus hijos e hijas crezcan con valores, educación y esperanza. Como defensora de los derechos de las personas mayores, he sido testigo de la resiliencia de estas mujeres, que no solo cuidan de sus familias, sino que también abogan por la justicia, la dignidad y la igualdad en sus comunidades.
Hoy, mi corazón se llena de gratitud hacia mi propia madre, una mujer que me dio el regalo más grande: la capacidad de leer, de pensar y de actuar con dignidad. Ella me enseñó que respetar los derechos de los demás es tan importante como alzar la voz contra la pobreza material y esa otra forma de pobreza que nace de la indiferencia, del egoísmo y de la injusticia. Sus lecciones son mi brújula, y cada paso que doy en mi lucha por los derechos humanos lleva su huella.
En este Día de la Madre, invito a todos a hacer más que un gesto: escribamos, hablemos, actuemos. Hagamos visible la historia de esas madres que, en cada rincón del mundo, combaten adversidades con una sonrisa y un abrazo. Apoyemos sus sueños y exijamos políticas públicas que las reconozcan, protejan y empoderen. Construyamos una sociedad donde ninguna madre tenga que pelear sola contra la discriminación, el abandono o la violencia.
Porque ser madre es un acto de amor, pero también de coraje, entrega y resistencia diaria.
A todas las madres, gracias por enseñarnos que, con corazón y valentía, todo es posible.
¡Feliz Día de la Madre!
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