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Según Hacienda, Jesús Sepúlveda, ex marido de la ministra del PP Ana Mato y ex alcalde de Pozuelo de Alarcón (Madrid), recibió en total 600.000 euros de la trama mafiosa GÜRTEL (que les caía simpático el tipo, debe ser), pero como el “regalo”, que incluía un Jaguar y otras chucherías, repartido en porciones cual queso de ratones, no superó los 120.000 euros al año, no hay delito.
Que se lo digan a esos “uno de cada cinco españoles” que vive por debajo del umbral de pobreza, a ver si lo entienden entre retortijón y retortijón.
Y es que si a los susodichos les da por protestar y echar pestes (como sería lógico y humano), sin respeto a la autoridad o sus ex, tienen muchas papeletas para acabar con sus huesos en la cárcel.
O que se lo cuenten y expliquen a esa madre que se metió en un lío gordo (pena de prisión) por adquirir indebidamente comida y pañales para sus hijas pequeñas.
Lo cual me lleva a pensar, que si el Lute (paisano mío, nacido en el barrio de Pizarrales) hubiera repartido adecuadamente las gallinas que el hambre le hizo robar (a tantas por año), quizás la fama y otras prisiones hubieran sido más benévolas con su humilde persona.
Adaptarse a estos escenarios surrealistas de convivencia incivil, en los que nuestro país es tan prolífico y artista (arte de políticos “untaos”), no es fácil. Quizás por eso tantos españoles duermen poco y mal.
Entre estos cocidos legales indigeribles, y que somos el país donde más jóvenes consumen cocaína, no es de extrañar que tantos españoles desarrollen mala leche.
No auguro mucho futuro al budismo en nuestra patria.