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No ha sido sencillo para ningún ciudadano o ciudadana. El año que acabamos de dejar atrás deja miles de historias personales de dolor, de impotencia o de rabia pero también de solidaridad y esperanza. No podremos olvidarlo. Hemos querido saber cómo lo recuerdan algunos de los profesionales que se enfrentaron, en primera línea, a combatir un coronavirus, el SARS-CoV-2, que todavía mantiene en vilo a todo el planeta.

Esperanza Martín, geriatra: “Para combatir el virus tiramos hasta de desesperación”

Esperanza Martín es geriatra en el Hospital Virgen del Valle. Este centro hospitalario a las afueras de la ciudad forma parte del Complejo Hospitalario de Toledo y una de sus especialidades es, precisamente, la Geriatría.

“Fuimos conscientes de lo que ocurría en febrero. Había que ponerse las pilas. Lo recuerdo con mucho estrés: no sabíamos nada, ni qué pruebas hacer o en qué casos…Era todo agobiante”, explica, a pesar de reconocer que en su centro de trabajo esa situación tardó en aflorar más que en otros lugares.

Al principio, relata, “pensábamos sobre todo en la gente que tenía contactos que habían viajado” y ni por asomo, dice, “pensábamos que podía afectar a nuestros pacientes geriátricos”. Después, dice, “todo fue muy deprisa”.

Primero los casos en el Hospital Virgen de la Salud. Después, en el Hospital Virgen de Valle “sospechábamos de casos de neumonías que se terminaron confirmando” pero pasaron dos semanas al menos hasta que fueron conscientes. “Habíamos estado sin mascarilla, sin nada. Mi primer paciente fue así. Una semana con él. Lo recuerdo con agobio”.

Los coronavirus no eran nuevos para los profesionales sanitarios, pero Esperanza Martín reconoce que “esto fue algo completamente nuevo. No nos podíamos imaginar algo así”.

En apenas unas semanas se llenó el centro. “Fuimos transformando plantas. Cada dos días se abría una nueva para COVID”. Reconoce que pasó miedo. “No había pijamas, se acabaron los guantes, se acabó todo… Nos sentíamos muy desprotegidos ante una enfermedad que no sabías manejar. Al principio fue lo más terrible”.

Esta profesional recuerda trabajar por la mañana “a tope” y dedicar las tardes a consultar webinars, publicaciones…Todo lo que estuviera a su alcance para saber más del nuevo virus. “Fue todo sobre la marcha, no había ensayos, registros, no sabíamos nada de los factores de riesgo…Pero no hubo directrices al principio. No pudo ser hasta que no pasó un tiempo”.

Los sanitarios tiraron de intuición, de experiencia, pero también, dice, “de desesperación”. En los primeros momentos “usábamos lo que teníamos para otras enfermedades” y resultó muy difícil sobrellevar “la situación de ver a nuestros pacientes, todos mayores, que tenían que estar solos con una enfermedad que cambia muy rápidamente”.

Mira la vacuna “con esperanza” pero recordando que “no hay fármacos, salvo los corticoides, la heparina…Nada que haya demostrado mucha eficacia”.

El miedo ahora está en cómo compaginar los pacientes COVID con los que no lo son. El centro hospitalario ha recuperado una cierta normalidad, pero después de lo ocurrido en los últimos meses “la sensación que nos ha quedado es muy mala”.

Y sobre todo se siente “impotente” porque, explica, “es muy triste tener que decir ahora a las personas mayores con las que trabajo todo lo contrario a lo que solía decirles: hay que salir, moverse...”

Para esta profesional su trabajo “ha dado un vuelco en el día a día” en este centro que no se ha visto limpio de casos COVID desde marzo. La disciplina es “total” en hábitos de precaución profesional y con la familia. “Tanto mis compañeros como yo lo llevamos a rajatabla”.

Por eso no entender las conductas irresponsables. “Sabemos que esto se está alargando y que la gente está cansada, pero nosotros también lo estamos. No podemos bajar la guardia, las consecuencias son terribles”. En este sentido lamenta la “soledad” a la que están sometidos los sanitarios. “Parece que llega la Navidad, y cómo no nos vamos a ver, cómo no vamos a quedar a comer…Y tú parece como que quieres amargar la vida a los demás…Te sientes sola”.

Para el nuevo año un mensaje optimista: “Hay que aguantar, esto se acabará. Pongamos la vista en el verano. Mientras, hay que ser prudentes”.

Alicia Sansegundo, periodista: “Fue un volumen de trabajo bestial, hubo que conjugar derecho a la información con protección”

La periodista de Radio Castilla-La Mancha, Alicia Sansegundo, ha sido una de las profesionales que han cubierto la evolución de la emergencia sanitaria desde el principio. “No tuve ni tengo miedo, solo respeto”.

De hecho, apostilla, “cubro información local en Toledo y me negué a ir a los canutazos”. Se refiere a las declaraciones rápidas que los profesionales recogen a centímetros del protagonista. “Si estamos en la redacción con mascarillas, con mamparas, no podemos ir a la cafetería…¿Me voy a exponer? No. Conseguimos que compraran un pie para seguir las declaraciones con distancia”.

Y es que, cuenta, el trabajo de los y las periodistas, explica, no ha sido fácil. Por un lado, durante el confinamiento se impuso el teletrabajo. “Nos dijeron que nos teníamos que quedar en casa a teletrabajar, pero me tocó incorporarme el martes a la redacción, dos días después de que se decretase el estado de alarma. Me resultó incómodo. Estuve con muchos nervios, perpleja. Era nuevo para todos”.

En esos primeros días recuerda “un volumen de trabajo bestial, una sobrecarga sobre los compañeros muy grande. No estábamos preparados para teletrabajar. Nos comunicábamos por whatsapp o por correo”.

Fueron días “de mucha tensión” en los que la programación se interrumpía ante las constantes comparecencias del ministro de Sanidad o de Fernando Simón. “Tuvimos mucho estrés”. Se priorizó la información nacional en el medio pero, matiza, “nos llegaban muchas noticias que hablaban de colapso en el Virgen de la Salud. Había que contrastar y era complicado. Sin alarmar”.

Después, durante la desescalada, las convocatorias de prensa se reanudaron. No todas con medidas de seguridad. “Recuerdo tener que trabajar por teléfono. En la radio eso es fácil, pero fue más complicado con los eventos. Ibas con la tensión…No sabía si ir o no. Los jefes tampoco sabían que hacer…Estuvieron pillados de pies y manos para acceder a la información. Nos negamos a estar en la calle con el micro en la mano”.

Fue necesario, dice, “conjugar el derecho a la información con la protección”. Volcó buena parte de su trabajo en las noticias de corte social o cultural. “Tuve suerte porque los compañeros que cubrían noticias de hospitales o de las residencias lo tenían más difícil. Tiramos mucho de teletipo”.

Se muestra “optimista” ante el nuevo año. “Creo que aunque el ser humano caiga una y otra vez en la misma piedra, esta pandemia nos ha hecho más fuertes y responsables” y aventura que esta no es “ni la primera ni será la última pandemia que vamos a sufrir”.

A los medios de comunicación, dice, “nos ha abierto los ojos a la tecnología. La información es fundamental. Aquello a lo que recurrió la gente mientras estuvimos encerrados. Fue también una compañía para la gente”. 

“No nos hemos visto desbordados pero sí un poco abrumados”

Desde la Funeraria Alfonso X El Sabio, en Ciudad Real, califican el 2020 como un año “inesperado”: “nadie estaba preparado para algo así”. Tal y como explican, la realidad más complicada a la que hicieron frente “no fue la situación en sí, sino los fallecimientos que tuvimos en esos meses apoteósicos y la situación de las familias a las que teníamos que explicar que no podían ver a su familiar. Nadie está preparado para esto, ni nosotros como profesionales ni las familias”. 

Fuentes del tanatorio nos cuentan que tras la primera oleada de la pandemia, se abastecieron “para que no nos pillase desprevenido desde ese sentido” aunque no han “vuelto a tener esa situación de desborde”. “No nos hemos visto desbordados pero sí un poco abrumados. No nos llegó a sobrepasar porque somos una funeraria de una ciudad relativamente pequeña. No tuvimos la misma situación que pudo surgir en Madrid o en otros sitios”. 

La funeraria ciudadrealeña espera que 2021 no traiga de nuevo “una situación así” aunque esperaban, “después de esos meses tan fuertes de siniestralidad en la primera ola”, que hubiera “un parón generalizado en el sector”. “Sin embargo ha sido paulatino, nunca ha llegado a estancarse”. 

“Creemos que en 2021 todo se regularizará con la llegada de las vacunas y porque la gente está más concienciada”, añaden. Desde la funeraria aprecian un cambio entre la ciudadanía que se mantendrá. “Al final la gente aunque le cueste entenderlo es sensible, no solo por las medidas del velatorio, sino porque en cualquier sitio es así”. 

Rocío García Lozano, profesora: “Siempre se habló de una brecha digital en el alumnado, pero también la habido entre el profesorado” 

Rocío García Lozano, profesora, relata cómo en el último trimestre “tuvimos que adaptarnos de la noche a la mañana a la enseñanza telemática, unos mejor que otros porque tuvimos que hacerlo con los medios de los que disponíamos. Siempre se habló de brecha digital en el alumnado, pero también la habido entre el profesorado”.

En mi caso, continúa, “como ya trabajaba con plataformas virtuales, más o menos en cuanto a su manejo estaba más ágil, pero hubo profesores a los que se les vino el mundo encima a la hora de tener que impartir materias de esta forma”.

“Todo fue estresante”, reconoce, porque “aun manejando las plataformas tuvimos que adaptar todos los contenidos a la forma de trabajar, yo como mis módulos formativos tienen mucho contenido práctico tuvimos que adaptar toda la parte práctica y procedimental a una forma virtual y eso se ha visto reflejado en la calidad del aprendizaje de los alumnos, no han adquirido las destrezas y procedimientos de la forma en la que la hubieran adquirido en el caso de haber tenido una enseñanza presencial”.

De cara a este 2021, cada centro ha empezado las enseñanzas de una forma distinta en función de cómo fueran las instalaciones y en función de la etapa educativa. Esta profesora cuenta que en su caso se ha comenzado con una enseñanza semipresencial en la que los alumnos reciben la parte teórica de forma telemática, y “ahí sigue habiendo una gran brecha para el profesorado en cuanto a los medios porque no disponemos de aulas ni de cámaras con pizarras digitales para impartir nuestras clases online, sino que lo hacemos desde el ordenador con una tablet que proyecta al ordenador usándola a modo de pizarra y hay carencias a la hora de impartir las clases”.

En cuanto a la parte presencial, “sí que los alumnos vienen al centro para realizar las prácticas para adquirir esos contenidos procedimentales, lo que pasa es que para poder cumplir con el distanciamiento y las medidas de seguridad tienen que hacer alternancia, así que tenemos que impartir los mismos contenidos, pero a la vez disponemos de menos tiempo”, afirma.

De cara a este nuevo año, espera que la situación sanitaria vaya mejorando poco a poco y “podamos ir volviendo a las aulas a un escenario de presencialidad total, ya que por mi experiencia creo que las clases presenciales no pueden sustituirse por las virtuales”. 

Tras este tiempo, asegura que “en las clases virtuales al final los alumnos están recibiendo las enseñanzas como una clase magistral, sí hay alumnos que participan más y van planteando sus dudas, pero hay otros que por su carácter más tímido o más reservado no participan tanto y luego ves que tienen carencias que con la enseñanza presencial lo vas detectando y vas solventando esas dudas que pueda tener el alumnado. En la enseñanza presencial, la inclusión de todo el alumnado tiene cabida, y en la virtual se queda coja”.

Este 2021, una vez que ya han programado los tres escenarios posibles por la situación sanitaria, “espero que toda burocracia se deje más a un lado y nos dejen al profesorado hacer lo que realmente nos compete, que es enseñar a nuestros alumnos para que adquieran las competencias que necesitan para adquirir el título en el que se han matriculado y no perdamos el tiempo en hacer informes, reprogramaciones e instrucciones que al final no ayudan a mejorar la calidad de la enseñanza en el alumnado”, concluye Rocío García Lozano.

Rut Navarro, peluquera y propietaria de The Room: “El tiempo se nos arrebató”

Rut Navarro Martínez abrió las puertas de su salón The Room en 2013. Desde 2014 imparte además formaciones por todo el mundo de la mano de una conocida firma cosmética española. Para Rut, 2020 se presentaba “apoteósico, un año plagado de eventos, trabajo en salón y formaciones por todo el mundo, y en marzo ese sueño se acabó. El sector servicios donde nos encontramos los peluqueros ha sufrido mucho, las pérdidas son irrecuperables ya que nuestro mayor aliado es el tiempo, y el tiempo se nos arrebató”.

Para ella, la vuelta al trabajo en el mes de mayo fue muy buena: “con nuestras restricciones hicimos lo que buenamente se pudo, pero aguantamos, y es que nuestro sector es genial. Por mi parte, en mi salón The Room las medidas de higiene son muy altas y no hemos tenido ningún problema ni con clientes ni con el personal, y eso es algo de lo que me siento orgullosa”.

Este 2021 asegura que “se presenta tímido, sin planes a largo plazo, pero con ilusión. Los eventos, como las bodas, seguirán siendo pocos pero estando al pie del cañón y con el equipo que tengo de profesionales bien formados seguiremos dando guerra y haciendo que los clientes se sientan seguros y por supuesto más bellos que nunca”, concluye.

Carlos Checa, enfermero: “Nos sentíamos protagonistas de esos aplausos a las ocho de la tarde y nos reforzaba en nuestra labor”

Carlos Checa, enfermero en el Hospital Virgen de la Luz de Cuenca recuerda cómo los primeros de la pandemia se vivieron con “incertidumbre y preocupación”. “No sabíamos en el mes de marzo a qué nos enfrentábamos y no disponíamos de las 'armas' para hacerle frente. Desde mi punto de vista se hicieron las cosas muy bien y desde la Dirección del Hospital Virgen de la Luz, donde trabajo, no tardaron en poner remedio (en la medida de lo posible y del conocimiento que se iba teniendo de esta Pandemia) a una situación que se había desbordado”. 

En este sentido, explica que él estuvo al frente del servicio de Farmacia de dicho centro hospitalario hasta el mes de octubre. Un área en el que se “doblegaron esfuerzos para hacer frente al aumento de la demanda del resto de servicios, sin cerrar ningún día y teniendo a todo el personal disponible en todo momento”. “Quizá fuera porque comenzamos temprano a implantar muchas medidas de seguridad en el trabajo, y por qué no decirlo también, al factor suerte, solo dos compañeras se infectaron de un total de treinta y cinco. Esto hizo que no sobrecargáramos esfuerzos y el servicio diese la cara en todo momento”, apunta Checa.

Durante este año, la ciudadanía ha valorado más si cabe la labor de los profesionales sanitarios. “Nos sentíamos protagonistas de esos aplausos a las ocho de la tarde y nos reforzaba en nuestra labor. De las acciones que más agradecieron los pacientes en el servicio de Farmacia, por ejemplo, fueron los envíos de medicación a los domicilios de las personas que no podían desplazarse a la consulta de pacientes externos a recogerla. En este envío contamos con el voluntariado de Cruz Roja y de varios agentes medioambientales a los que estamos infinitamente agradecidos”, explica el enfermero.

Respecto a sus deseos para este 2021, Checa pide, como imagina que “todo el mundo”, “salud y que la vacuna nos traiga la tan ansiada inmunidad que deseamos frente a este dichoso virus”. “También pediría un poco de sentido común y seguir utilizando las 'vacunas' que ya tenemos: lavado de manos, distancia de seguridad, uso de mascarillas... Y ya en el terreno personal, que nazca sin problemas mi tercera hija, Blanca, la mejor noticia que he tenido en este año tan extraño”, recalca Checa, padre también de otras dos niñas.

(*) Este reportaje ha sido posible gracias a la colaboración de Fidel Manjavacas, Diana Calzado, Pilar Virtudes, Bárbara D. Alarcón, Alicia Avilés, Francisca Bravo y Carmen Bachiller

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