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Los colegios intentan volver a la normalidad tras los destrozos de la Policía Nacional durante el 1-O

Valla de acceso al colegio Ramon Llull

Pau Rodríguez / Sandra Vicente

¿Cómo empezar la clase cuando 24 horas antes un dispositivo de la Policía Nacional la dejó destrozada? ¿Cómo abrir la puerta a tus alumnos cuando la policía hirió a sus familiares en ese mismo instituto? ¿Cómo explicar a los más pequeños que los agentes reventaron la valla de la escuela que ellos han aprendido a no saltar?

Este ha sido el panorama con el que han tenido que lidiar los docentes de varios centros educativos que el domingo fueron colegio electoral. Los desalojos por la fuerza de la Guardia Civil y la Policía Nacional dejaron desperfectos en escuelas y institutos por valor de 340.000 euros, según el Govern. Pero no es eso lo que más dolía a sus comunidades educativas, sino que se hubiera empleado violencia en un espacio escolar y, sobre todo, contra algunos de sus miembros.

A las 9.00, unas flores adornaban la valla que da acceso la escuela Ramon Llull de Barcelona, una de las primeras desalojadas cuyas imágenes dieron la vuelta al mundo. “Hay que explicarles de alguna forma lo que pasó y si ven las flores en la puerta, preguntarán”, cuenta Anna Fajardo, técnica de educación infantil, mientras recibe a niños y niñas. “Será un día duro para nosotros, porque no tenemos las respuestas pensadas”, concluye.

Algunas familias que este lunes llevaban sus hijos al colegio durmieron en él el viernes, pasaron allí un sábado festivo y fueron arrancados de la cola para votar el domingo. Muchos de los niños vieron las imágenes por la tele. “Y si no, nos escuchan hablar a los adultos y preguntan. No se lo podemos esconder”, comenta una de las madres, Mireia Daniel, que tenía familiares en el colegio cuando la policía cargó.

“Ellos tienen miedo, como todos un poco, pero les explicamos que nos toca defender nuestros derechos”, afirma Daniel que hizo en su caso. Y añade: “¿Cómo les explicas que la policía se saltó la valla cuando a ellos les dices que no pueden hacerlo?”.

Los daños causados en el Ramon Llull y en los demás centros de la capital catalana habían sido reparados este lunes “provisionalmente” por una brigada de la Administración, según su director, Manel Lombardía. La policía rompió primero la puerta del local del AMPA, al ver que por allí no podía acceder a la sala de votación desalojó por la fuerza a los concentrados y reventó la puerta de entrada, para dirigirse luego al comedor a requisar las urnas. “Las taquillas de los trabajadores del comedor también las destrozaron, pensado que había algo”, afirma.

En otros centros fue peor. En el Pau Romeva, del barrio de Les Corts, al esconder la gente las urnas, los agentes recorrieron varias salas removiendo el mobiliario y el material escolar, como se aprecian en las imágenes que tomó Claudia Gereit, una vecina que accedió al local poco después.

Pero no eran los destrozos lo que preocupaba este lunes a los maestros. “Esta violencia extrema va en contra de los valores de convivencia y respeto que en los centros educativos trabajaremos hoy”, afirmaba Lombardía. No tenían muy claro cómo abordarían el tema en clase, pero sí sabían que lo harían “no desde las cuestiones políticas, sino desde valores, el respeto y la convivencia”.

No han sido pocas las escuelas e institutos en Catalunya que, siendo o no colegio electoral, han reservado un rato en clase para dejar que sus alumnos se expresaran sobre lo sucedido.

Es lo que ha pasado este lunes en el instituto-escuela Les Vinyes, de Castellbisbal. Los profesores se han reunido poco antes de las 8.00 para decidir qué hacer. “Hemos optado por dejar que sacaran lo que llevaban dentro, una cosa más emocional, de sacar su angustia, de hablar de lo que había sucedido”, comenta Daniel Laguna, profesor de Tecnología y Matemáticas.

En Les Vinyes entró también la Policía Nacional por la fuerza para requisar e impedir la votación. Madres, padres, exalumnos y algún alumno de los mayores sufrió los golpes de porra de las cargas policiales, según el centro. “No lo olvidaremos jamás”, declaraban a las pocas horas en redes sociales.

“Fue muy tenso, la mayoría nos enteramos por WhatsApp”, explica Laguna. Sufrió por sus alumnos y sus familias. Cómo él, la mayoría de los chavales de primero de ESO que entraban este lunes en su clase ya habían visto los vídeos de las cargas en el móvil. “Los mismos chicos que decimos que pasan de todo y solo juegan a la Play, lo sabían todo y tenían sus opiniones”, comenta este docente.

Igual que en el colegio Ramon Llull, en Les Vinyes optaron por dejar tiempo para que los alumnos hablaran del tema pero sin enfocarlo desde el punto de vista político, sino de la violencia. “Al principio estaban en la anécdota, si se había roto tal cosa o si habían visto tal vídeo, pero poco a poco hemos ido hablando del uso de la violencia”. “Ha habido un rechazo unánime por su parte a la violencia, todos coincidían en los excesos de la policía”, relata Laguna.

Es por ello que la comunidad educativa de Les Vinyes, junto con la de otros dos colegios de la localidad, se ha concentrado este lunes a las 12.00 en la escalinata donde se produjo el desalojo forzoso. Lo mismo ha sucedido en decenas de centros de trabajo de toda Catalunya. Este martes, además, este instituto-escuela se suma a la huelga que también secundarán docentes de otros muchos centros educativos, públicos y concertados, para protestar contra las actuaciones del 1-O.

“Solo el hecho de que alguien armado entre en un centro educativo es una cosa que no puedo concebir”, confiesa este profesor. “Un centro educativo debería ser un templo del respeto”, añade, y destaca la ironía que supone que la policía utilizara la fuerza en unas escuelas en las que cada vez más se trata de potenciar “la resolución de conflictos, la asertividad y el respeto a los demás”.

Manifiesto frente al instituto

No ha sido un lunes cualquiera en muchos centros educativos en Catalunya, no solo los que fueron colegio electoral. En Badalona, Marta Ferrer, estudiante de Primero de Bachillerato del instituto La Llacuna, comentó con sus amigas, después de pasar todo el domingo dentro del colegio Progrés, que no podía ir a clase así como así. “No teníamos valor de ir al instituto”, comenta esta joven. Con un grupo de clase optaron por concentrarse en silencio y vestidos de negro a las puertas del centro.

Al final han sido tres o cuatro los institutos de Badalona que han contado con concentraciones de estudiantes a sus puertas. En La Llacuna, Ferrer y sus compañeras han leído un manifiesto.

“Hoy no somos independentistas ni unionistas”, recogía el texto. “Somos demócratas, personas que luchan por los derechos humanos, somos personas que se nos rompe el corazón al ver las imágenes de ayer, somos personas avergonzadas ante lo que es nuestro gobierno central y los cuerpos de policía (Guardia Civil y Policía Nacional) que se supone que nos protege, somos personas humanas”, lamentaba el manifiesto.

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