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Los vecinos se organizan para acabar con los 'narcopisos' del Raval

Calle Vistalegre, del barrio del Raval de Barcelona, diezmado por los narcopisos

Yeray S. Iborra / Sònia Calvó

Una tormenta azotó este verano el Raval de Barcelona. El corazón del barrio se llenó de pisos ocupados por narcotraficantes que hicieron del antiguo Chino un fortín. Pero los vecinos se organizaron para luchar contra sus nuevos vecinos: múltiples manifestaciones, talleres, asambleas y una vía de comunicación permanente con el Ayuntamiento de Barcelona. Incluso elaboraron una “ruta decadente del Raval”.

La colaboración entre la comunidad y la institución alivió el problema, y tras el periodo estival tan sólo resistieron unas decenas de narcopisos. La mayoría de ellos, de bancos y fondos de inversión con los que el consistorio está en contacto. Aún así los vecinos quieren dar carpetazo definitivo a la droga en el barrio, y para ello empiezan a implementar la misma estrategia que los camellos: la ocupación. Así lo hicieron hace unos días con un local-vivienda de la calle Vistalegre.

Ángel es vecino del Raval. Y forma parte de la plataforma Acció Raval, que nació con el objetivo de mejorar la convivencia en el barrio. Él fue uno de los que entró a Vistalegre, cansado de que los narcopisos hayan echado raíces en determinadas zonas. Y siempre siguiendo la misma lógica: la policía ejecuta los desahucios pero al poco los narcos revientan la puerta y vuelven a colarse en los pisos vacíos.

Los Mossos d'Esquadra investigan la actividad que se producía en Vistalegre pero intuyen que se trataba de un piso donde se traficaba. Sea como sea, los vecinos ya se han tomado la justicia por su mano y desde hace unos días en la fachada de la finca de Vistalegre descansa un cartel que reza “espacio liberado de los narcotraficantes”. Para una parte del vecindario, la ocupación es una herramienta para que las viviendas no vuelvan a ser ocupadas por traficantes mientras la administración –“lenta”, aquejan– actúa.

“Muchas veces, cuando se echa a unos traficantes, estos revenden: le pasan el piso a otros traficantes. O ellos mismos vuelven. Lo quieren recuperar con total impunidad, por eso nos organizamos frente a esto. Nos avisamos entre nosotros y venimos a defender el piso. Y nos hemos encontrado con ellos muchas veces, pero es un enfrentamiento de resistencia, no violento”, dicta Ángel.

Ocupación para forzar el uso social de la vivienda

“Con la emergencia social que hay, que tapien los pisos y se queden vacíos es cruel. Cuando tapias un piso lo dejas listo para especular. Estos pisos se deberían recuperar y liberar”, añade Ángel. El tejido vecinal comparte que los narcopisos son un problema añadido a la emergencia habitacional que vive el barrio.

La mayoría de entidades del Raval comparten el análisis (hace falta acabar con la rueda tapiado-ocupación-tapiado), e incluso están de acuerdo en que en la cuestión de los narcopisos hay una “muy buena relación” con el Ayuntamiento de Barcelona.

“También hacemos caceroladas, hablamos con la administración, interpelamos a las instituciones judiciales, policiales y políticas... Lo que tenemos claro en el Raval es que lo que funciona es lo que surge del propio movimiento vecinal y la autoorganización”, asevera Iñaki, vecino del Raval y miembro de El Lokal, colectivo por la vivienda digna e implicado en estrategias de cooperación vecinal como el móvil anti-desahucios.

¿Por qué los pisos son ocupados una y otra vez? El local-vivienda de Vistalegre pertenece a Dita Consulting SL, empresa dedicada a la inversión inmobiliaria. Dicha firma –consultada por este medio– asegura no tener constancia de la ocupación de los vecinos de hace unos días, ni tampoco de la actividad que se desarrollaba en su propiedad. El de Dita Consulting no es un caso aislado: los grandes tenedores acostumbran a no tener información al minuto sobre todos sus pisos. Así lo asegura el Ayuntamiento de Barcelona.

Más de un centenar de narcopisos detectados

Tras el verano, el consistorio de Ada Colau cifró –sólo en el espacio que comprenden las calles de Riera Baixa, Hospital, Gardunya, Carme, Vistalegre, Carretes, San Pacià, Riereta y Sant Gil– en 107 los narcopisos localizados. De éstos, 84 pertenecían a sociedades de inversión y 23 a bancos. Del primer grupo, una veintena de propietarios han sido contactados y se trabaja con ellos, y con las entidades financieras hay colaboración –dice el Ayuntamiento– con “prácticamente todas”.

“El problema más complicado es localizar y contactar a los propietarios. Podemos saber de quien es el piso en el registro de propiedad, pero suele ser difícil dar con ellos; es con lo que nuestro equipo pierde más tiempo”, asegura la regidora de Ciutat Vella, Gala Pin.

Desde julio, el consistorio estableció un equipo de personas que busca los pisos, y luego a sus propietarios. “El proceso es: mirar si tienen pisos vacíos ocupados y decirles que denuncien, ya que sin denuncia no pueden ir Mossos a sacar a la gente; pedirles que tapien; y, por último, hacer que movilicen el piso y le den un uso, que lo entren al mercado de alquiler o lo cedan a la bolsa de alquiler del Ayuntamiento”, destaca Pin. De momento han conseguido que quince de estos propietarios se interesen en ceder su piso para buscar un alquiler social.

La regidora del distrito asevera que, más allá del trabajo con los vecinos y con los bancos y grupos de inversión, la solución queda lejos de la plaza Sant Jaume. “Hay que modificar la legislación, y hacer que penalice tener pisos vacíos. Sobre la droga, debe haber una coordinación lejos de Ciutat Vella, que Mossos investigue de donde viene, más allá del Raval, para así reducir su venta aquí”, zanja.

Desde principios de este año, se han realizado 21 entradas en domicilios en el Raval y se han detenido a 17 personas por parte de la policía. Desde el verano los cuerpos policiales han desmantelado media docena de puntos de venta en el Raval. Mossos y Guardia Urbana mantienen dispositivos de seguridad en la zona y tienen abiertas varias investigaciones todavía alrededor de algunos puntos desde donde se estaría produciendo tráfico; entre otras zonas, la calle Vistalegre. No están solos, los vecinos también vigilan el barrio, con el objetivo de poner punto y final a los narcopisos.

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