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China ante el cambio climático: ¿Amenaza para el liderazgo europeo?

Sandra Steinbruck

La Unión Europea siempre ha ejercido un cierto poder normativo en el ámbito del medio ambiente sobre la escena internacional, protagonizando varias negociaciones del clima durante muchas décadas. Sin embargo, durante las últimas semanas otro gigante económico ha protagonizado la escena internacional del clima: China. En la pasada Cumbre del Clima en París, el país mostró por primera vez un compromiso serio para combatir el cambio climático, lo que fue generalmente considerado como un paso decisivo en la solución de problemas graves a nivel nacional e internacional. Desde entonces, el gigante asiático ha adquirido un protagonismo notable en los debates climáticos mientras que la presencia del supuesto líder, la Unión Europea, parece disminuir.

  

¿Ha adelantado China a Europa en la escena internacional del clima?

¿Ha adelantado China a Europa en la escena internacional del clima?La Unión Europea, en su función como potencia normativa de la escena internacional del clima, tiene ambiciones claras para hacer frente al cambio climático. Ya en la Cumbre del Clima de Copenhague en 2009, la Unión intentó conseguir un acuerdo legalmente vinculante lo suficientemente ambicioso como para limitar el calentamiento global a 2ºC. No obstante, las partes no llegaron a ningún acuerdo vinculante. Al final, la UE se comprometía unilateralmente a reducir sus emisiones en un 20% para 2020. Los decepcionantes resultados de Copenhague parecían mostrar, por lo tanto, una clara pérdida de influencia por parte de la Unión Europea.

El cambio climático, no obstante, es una lucha global. Una lucha que requiere una respuesta planetaria. Que implica un compromiso de las grandes naciones y no solo de la Unión Europea. Por lo tanto, al hablar del cambio climático, es inevitable mirar hacia China. El mayor emisor de dióxido de carbono tiene severos problemas medioambientales debido al nivel de contaminación urbana del aire y, según estimaciones del Banco Mundial, cuenta incluso con dieciséis de las veinte ciudades más contaminadas del planeta en su territorio. Aun así, el compromiso de China frente al cambio climático ha sido siempre relativamente débil.

Uno de los problemas es su posicionamiento global. El gigante asiático es el líder del “G-77 más China”, un grupo de países emergentes y en desarrollo. Al defender este papel de liderazgo, China rara vez se ha presentado como un único país en las negociaciones de clima. Su estatus, además, es el de un Estado a medio camino entre un país en desarrollo (por sus zonas más rurales) y un país desarrollado (debido a las grandes ciudades). Aún así, al posicionarse como país en desarrollo, se permite a si mismo liberarse de los compromisos de los países desarrollados. Compromisos que se necesitan para hacer frente al problema.

Justamente por eso destaca tanto el cambio de actitud de China entre las Cumbres de Copenhague y de París. Mientras que en 2009 China se opuso a cualquier acuerdo de carácter vinculante, socavando así las aspiraciones europeas, en 2015 asumió por primera vez compromisos medioambientales bajo el liderazgo de Xi Jinping. El país se comprometió a recortar sus emisiones por unidad de PIB entre un 60% y un 65% para 2030 respecto a los niveles de 2005, y alcanzar su techo de emisiones para esa fecha. Un hito destacable.

No ha sido la UE, por lo tanto, quien marcó tanto el progreso de las negociaciones en París, como China. El mayor emisor de gases de invernadero parece ser un componente necesario de cualquier acuerdo relacionado con el clima, mientras que el compromiso de la Unión, el gran poder normativo, se considera como algo sobreentendido. Por lo tanto, el creciente compromiso chino sigue marcando pasos clave en la lucha contra el cambio climático y llama mucho más la atención pública que los incentivos de la Unión.

 

La UE sigue moviendo los hilos

La UE sigue moviendo los hilosA pesar de que China ha ganado cierto protagonismo público, la Unión Europea no ha dejado de ejercer influencia en los procesos internacionales del clima. Ser una potencia normativa no significa necesariamente protagonizar la escena. También significa saber cómo llevar los actores del juego hacia una determinada dirección. Después de Copenhague, el poder normativo siguió intentando incentivar la ambición de otros estados para comprometerse en asuntos climáticos. Por ello, la Conferencia de París, que se pareció bastante a lo que la Unión quería conseguir tras el desagradable resultado de 2009, fue crucial para el cumplimiento de los objetivos planteados por la Unión Europea.

Por esta razón, el nuevo protagonismo de China no se debe a una pérdida de influencia de la Unión Europea ante el país asiático. Simplemente es la señal de que China ha adoptado las necesarias ambiciones para hacer frente al cambio climático. Ambiciones de diseño europeo. 

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