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Referéndum holandés: Señal de alerta para Bruselas

Hélène Bourdieu

Mucho menos mediatizado que su homólogo británico, el referéndum holandés sobre la ratificación del acuerdo entre la UE y Ucrania ha permitido a los euroescépticos expresar su descontento una vez más vis a vis de la Unión Europea.  Después de cinco años de difíciles negociaciones y de preparación del texto del acuerdo, la Unión Europea y Ucrania firmaron un acuerdo de asociación en 2014 a pesar de las tensiones importantes que este acuerdo había generado en la relación con Rusia. Desde entonces, las 28 capitales europeas han ido ratificando el acuerdo de asociación a nivel nacional. Para entrar en vigor, la adopción de los acuerdos internacionales se acompaña de un procedimiento de ratificación dentro de cada Estado miembro de acuerdo con sus respectivas normas constitucionales según el artículo 218 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea. Sin embargo, los Estados suelen ratificar un acuerdo internacional mediante la aprobación de una ley en su Parlamento. Los Países Bajos son el último Estado que aún no ha ratificado este acuerdo pero el resultado del referéndum del 6 de abril pone en duda una ratificación a corto plazo.

En efecto, el “No” ha ganado el 6 de abril, con el 61% de los votos. Y ha dejado muchas dudas en cuanto a las próximas etapas para el acuerdo con Ucrania. El 7 de julio de 2015, el Senado holandés ratificó el Acuerdo de Asociación UE-Ucrania pero una nueva ley sobre el referéndum consultivo efectiva desde el 1 de julio del año pasado requiere al gobierno que revise sus decisiones de política si por lo menos 300.000 personas así lo solicitan.

Además, la consulta ha logrado el mínimo de participación que requiere la normativa holandesa. Un 32,2% del censo electoral votó el 6 de abril.

Por lo tanto, con la victoria de los euroescépticos parece imposible, o por lo menos muy difícil, una ratificación del acuerdo sin modificación y por eso el gobierno holandés ha decidido esperar un mes para tomar su decisión. Aunque el contenido del acuerdo solo trata de establecer una zona de libre comercio entre la UE y Ucrania, los partidarios del “No” ven en el resultado la expresión renovada de la desconfianza de los ciudadanos holandeses en la UE.

 

El contenido del acuerdo de asociación con Ucrania

El Acuerdo de Asociación UE-Ucrania trata mayormente de establecer una zona de libre comercio entre ambas, discutiendo cuestiones como la normativa medioambiental, la calidad de las mercancías y la seguridad alimentaria.

El pacto prevé también cláusulas relativas a los derechos humanos y a la democracia, como en los acuerdos con Serbia y Montenegro.

En virtud de este, Ucrania debería implementar una batería de reformas económicas y legislativas. El acuerdo prevé también la ratificación por parte de Kiev de más de 300 actos legislativos de la Unión. Esto implica, en particular, el fortalecimiento de los derechos de propiedad intelectual, la aplicación de normas ambientales, y el fortalecimiento de la protección de la inversión extranjera. Según las encuestas, la mayoría de los ciudadanos de Ucrania apoya el modelo de desarrollo europeo. Para los ucranianos, el Acuerdo con la Unión significa un futuro mejor, porque las reformas deberían mejorar el nivel de vida en el país.

El Acuerdo de Asociación con Ucrania también debe contribuir a la estabilización de Europa del Este y a mejorar, por esta vía, la seguridad del continente. Su puesta en marcha tendría un impacto positivo en la economía europea. En primer lugar, se van a crear nuevas oportunidades de exportación para los productores comunitarios, que se  ahorrarían 391 millones € al año con la eliminación de los derechos de aduana en la frontera con Ucrania. Asimismo, la aplicación de las normas europeas de calidad para los productos en el país del este implicaría la supresión de las barreras no arancelarias a la exportación. Además, los proveedores de bienes y servicios europeos podrán acceder al mercado ucranio con el apoyo del Gobierno; también se armonizarían las políticas energéticas; y las empresas europeas tendrían la oportunidad de abrir nuevas instalaciones de producción en Ucrania a largo plazo, a través de la creación de un entorno favorable para la inversión.

Sin embargo, este acuerdo necesita la ratificación holandesa para ser plenamente implementado.

La movilización de los euroescépticos en la consulta da una señal fuerte y simbólica para el referéndum británico, el próximo 24 de junio. La salida británica podría debilitar aún más una Unión Europea que sigue haciendo frente a varias crisis.

 

El referéndum como herramienta privilegiada de la democracia directa

No solo importa el resultado del referéndum. También la reacción del Gobierno holandés y la UE frente a la victoria del “No”. En efecto, la consulta debería garantizar el ejercicio a la democracia directa -en su definición más común, un sistema político en el cual el pueblo ejerce el poder directamente, sin ninguna mediación-. Por eso, el referéndum es un elemento clave de la democracia, que involucra plenamente la población en la toma de decisiones, y la nueva ley holandesa ratificada en julio 2015 va en este sentido, permitiendo a la población holandesa expresarse en el debate público, si reúne el quorum necesario. Sin embargo, el referéndum raramente es obligatorio, sólo consultivo. Y el gobierno no está jurídicamente vinculado con el resultado.

En el caso holandés, aunque sea de naturaleza consultativa, su resultado debería ser tomado en cuenta no sólo a nivel europeo sino también a nivel nacional. Políticamente, es delicado para un Gobierno ir contra la voluntad ciudadana, o una parte de ella, aún más ante la proximidad de nuevos comicios. Por eso, si el Gobierno holandés sigue con la ratificación del acuerdo entre la UE y Ucrania sin considerar la desaprobación de sus ciudadanos podría ser considerado como una negación de la expresión democrática del referéndum. Por otro lado, otros destacaban la débil participación de los ciudadanos holandeses en este referéndum.

Además, el referéndum puede ser contraproducente para la democracia. En efecto, para unos, esta no es únicamente la expresión del pueblo por sí mismo sino la expresión de su voluntad mediante representantes técnicamente preparados. Por lo tanto, algunas voces consideran que los referéndums son un mal procedimiento para la toma de decisiones. Por ejemplo, critican la falta de conocimiento de los ciudadanos en cuanto a la problemática sobre la que votan. Además, esta misma puede ser no tan clara a causa de las opciones (Sí o No), el Gobierno puede intervenir en contra o a favor durante la campaña y el pueblo puede votar por otros motivos, más allá de la pregunta del referéndum, como pasó en el caso holandés. Bart Nijman, uno de los impulsores del referéndum, dijo después de la votación que no estaba interesado tanto en el propio Acuerdo de Asociación sino en su dimensión simbólica.

La Unión Europea hace frente a menudo a la crítica del déficit democrático y está descrita como una organización compleja y lejana. El recurso al referéndum sería una buena manera de reconciliar a Europa con sus ciudadanos. A nivel comunitario, ya se ha creado un canal para dar la palabra a los ciudadanos: la iniciativa ciudadana que ha entrado en vigor en abril de 2012. Es una invitación a la ciudadanía europea a presentar una propuesta legislativa en un área donde la UE puede legislar. La iniciativa tiene una doble condición de validez porque debe ser apoyada por al menos un millón de ciudadanos comunitarios, de un mínimo de 7 países de la Unión Europea. Sin embargo, solo ha sucedido tres veces hasta ahora y por lo general ha sido considerada insuficiente.

Más información: 

http://www.lefigaro.fr/international/2016/04/06/01003-20160406ARTFIG00399-les-neerlandais-disent-non-a-l-ukraine.php

http://www.latribune.fr/economie/union-europeenne/aux-pays-bas-l-autre-referendum-qui-inquiete-l-union-europeenne-561322.html

http://www.lefigaro.fr/international/2016/04/06/01003-20160406ARTFIG00399-les-neerlandais-disent-non-a-l-ukraine.php

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