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Cristian Segura: “Los catalanes no somos miedosos y buenos”

El escritor y periodista, Cristian Segura. / Carmen Secanella

Cristina Carbonell

“Devoras el donut, lo masticas con fruición... En un minuto ya no queda nada. En los labios se forma una pasta de azúcar y saliva. Repasas los labios con la lengua, y con las manos pringosas coges otro donut. Quieres más y más, hasta que te mueres, o hasta que empiezas a razonar”. Con esta cita empieza Ciment armat ('cemento armado'), un libro sobre la avaricia y los límites a los que ésta ha llegado. Un retrato de la sociedad capitalista que hurga las lacras de un sistema desquiciado.

El libro enlaza de manera frenética situaciones extremas que pueden hacer pensar que es imposible que sucedan.

Sí, el libro no da tregua, no hay momentos de contemplación ni descripción, porque si coges un diario cada día, y más en estos tiempos, es un no parar de sucesos por todas partes que también te hacen pensar ¿“esto es real?” Yo lo que intento es que el libro sea una metáfora del momento en que vivimos. Y el momento en que vivimos no nos da tregua: un alcalde de Lloret haciendo negocios con la mafia rusa, un exconsejero de la Generalitat traficando con tabaco desde La Seu d'Urgell... No hay que ir a Pozuelo de Alarcón o a Valencia... La novela no es un exceso de imaginación, sino un reflejo de la realidad.

Constantí Casanovas, el protagonista, se ha enriquecido gracias a la especulación inmobiliaria.

Si algo ha determinado nuestra sociedad actual son los últimos veinte años de economía especulativa y su gran paradigma es el sector inmobiliario. Yo vivo en un barrio acomodado donde hay buena parte de la gente que ha dirigido el cotarro en este mundo. Y quería hacer un retrato de ficción literario de este mundo.

Una chica que se dedica a la tanatopraxia y a traficar con estupefacientes y dinero negro, un secuestro, una detención en Hong-Kong, perversiones sexuales casi inconfesables... Más que un reflejo de la realidad, hace pensar en una película de suspense.

El libro a veces puede parecer una astracanada pero no lo es. Todas las experiencias que aparecen en este libro están basadas en hechos reales. Míriam, la traficante, existe. Es una chica que se ha dedicado a traficar con dinero negro y drogas dentro de cadáveres. Hace poco la vimos por Barcelona, ​​es la novia de un amigo mío. Yo la describo como una Lolita, muy seductora y difícilmente sospechosa de cometer este tipo de crímenes. En la realidad también es así, aunque menos seductora.

¿Y el secuestro?

También es real. De una persona muy cercana a mí. Esta persona tuvo que hacer negocios con el ejército para que no tuviera más problemas. Nosotros creemos que los catalanes somos personas miedosas y buenas, y, en cambio, hay un montón de catalanes haciendo maldades por el mundo.

El protagonista, Constantí, sale adelante a pesar de ser una persona sin escrúpulos...

A mí me atrae la figura del antihéroe, yo trato de no juzgar. Estos personajes son producto de unos hechos, de unas circunstancias, de un contexto social, de muchos años de hacer así, son producto de un sistema. Ante la justicia son culpables, desde el punto de vista moral a mí me cuesta mucho juzgarlos. Cometen cosas que son claramente negativas pero es que son hijos del sistema y si hay algún mensaje moral es que la educación y el sistema económico que hemos desarrollado debe cambiar drásticamente. Pero en el libro no lo dice drásticamente, solo trato de retratar de manera muy cafre una realidad.

El libro también pasa por el tema de la religión: “La dignidad no se debe perder nunca, especialmente cuando eres cristiano. Qué habría pasado con el catolicismo si los primeros cristianos, cuando acababan en el circo, en vez de entregarse a los leones hubieran renunciado a la fe en el último momento para salvar la vida? Nunca habría existido la Santa Iglesia, evidentemente.” ¿Crees que la Iglesia católica conserva la dignidad?

Fui muy católico hace muchos años. No me confirmé, o sea que se acabó todo a los 18 años. Soy muy respetuoso con la Iglesia y con cualquier religión porque todos los seres humanos tarde o temprano acabamos sufriendo una especie de desazón existencial y la religión compensa este vacío. Yo lo he sustituido haciendo la carrera de filosofía a distancia en Londres, porque soy una persona que sufro mucho de inquietud, de ansiedad y entiendo a la gente que cree en la religión. Ahora bien, cuanto más desarrollada es una sociedad menos peso debe tener la religión. La respeto, pero no es mi club.

Uno de los policías chinos que custodian a Constantí dice: “Lo que más nos determinan son nuestros miedos, para superarlos hay que controlar los miedos, someterlos. Yo sé que en Occidente es más complicado lograrlo, por este concepto tan rígido que tienen de la culpa”.

Aquí, en Occidente, la culpa cristiana nos pesa mucho. Yo lo he tratado de subsanar pero me cuesta mucho, soy una persona con mucha tendencia a la culpa cristiana, pero creo que es inevitable, he nacido en esta sociedad, me han educado de esta manera. He vivido 4 años en China y allí me interesó el budismo zen, pero el poso de tantos años te marca mucho. Soy consciente de que la culpa cristiana es un lastre, el individuo está más anulado...

Moisès Broggi decía que “el miedo a la muerte es el origen de todos los miedos”

Soy muy fan del Broggi. Era muy amigo de mi abuelo. Y estoy completamente de acuerdo. Quizás la culpa cristiana lo que hace es darle razón y importancia a la vida. Me siento culpable porque la vida es muy importante. Pero, de hecho, no es tan importante porque tenemos que morir. Lo que estamos haciendo es evitar pensar en ello. Cuando alguien te pregunta “¿Cómo estás?” y tú dices “Estoy bien”, te miran mal, como si te cuestionaran, “¿Cómo que estás bien? No puedes estar bien”. Si estás calmado, estás bien, quiere decir que asumes todos los pormenores de la vida y eso te hace ser sospechoso.

Te hacen sentir culpable por ser feliz, te generan desconfianza...

Sí, en Occidente, sí. En otros lugares del mundo, no.

Pero, en cambio, los personajes no tienen ningún tipo de sentimiento de culpa, no?

No, porque en el catolicismo, a diferencia del protestantismo, el perdón es mucho más fácil de asumir. Yo de 'Constantís' he conocido a muchísimos. Hay personas que pueden superar la culpa cristiana, con mucha hipocresía. Ahora bien, tarde o temprano terminará estallando. El libro queda abierto, un poco a ver qué hará este chico en el futuro... No quiero concluir qué le puede pasar a Constantí, hecho que está muy vinculado a lo que puede pasar a esta sociedad...

El realismo que quieres explicar también tiene momentos de gran dureza: “La existencia es un hecho inexplicable, pero este no es el milagro: el milagro es que haya tanta gente que se empeñe en vivir a pesar de las penas que deben tragar”.

Esto viene de una conversación que tuve con un amigo periodista. A raíz de que el suicidio es la primera causa de muerte, me dijo que lo que encontraba más sorprendente es que no se suicide más gente... O que no haya más gente loca por la calle, tal y como está montada la existencia, y por todo ello, es sorprendente que no haya más gente tarada...

Esto demuestra que somos bastante fuertes las personas para aguantar lo que tenemos que aguantar, no?

A mí me cuesta mucho encontrar razones de vivir, existenciales, más allá de las miserias sociales... pero a veces me voy a la cama pensando que la vida es como el juego de la oca, y llego a la cama y es como si hubiera llegado a casa por fin... un día menos... y digo: “Ostras, si es igual, si la muerte está garantizada, quédate aquí al menos para distraerte, juega... Cuando la sociedad pierde lo que había conseguido en cuanto a bienestar, tienes que inmunizarte, porque si no puedes acabar loco. Y esto con todos los aspectos de la vida. La clave es no hundirte ante el empeoramiento de la sociedad.

Dice mucho de cómo funcionan las cosas el hecho de que las empresas se basen en tests de personalidad para saber cómo somos las personas.

Imagínate que tú estás trabajando en un banco, y tienes que llevar el expediente de 500 despedidos. Esto crea pobreza, traumas, angustia, pérdida de recursos de muchas familias... ¿Por qué te hacen los tests de personalidad? Porque no te rompas, porque aguantes esto y lo que haga falta. Y la vida, en definitiva, es eso. Nos educan para que no nos volvamos locos a la primera de cambio. O porque no rompamos el sistema tal y como está construido a la primera de turno ante cosas que nos pueden afectar emocionalmente.

“Cuando noto que estoy desanimado, recuerdo que el bien siempre ha ganado la batalla al mal”. Es significativo que el psiquiatra que se vuelve loco cite esa frase de Ghandi.

Sí, me río de esta frase... Lo que estoy diciendo es que el concepto de bien y mal no existen, para mí. ¿Qué quiere decir bien y mal? Ante la justicia sí hay una persona que es culpable o inocente, ¿pero el concepto de bien y mal? Somos producto de mil circunstancias, de un montón de cosas que no podemos controlar, 20% genético, 80% social, lo que nos han enseñado. El concepto de bien y mal me parece de película de Hollywood barata, y además no es verdad... El libro te enseña que la frase de Ghandi no es verdad y por eso el psiquiatra se vuelve loco.

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