Josep Lluís Alay es el director de Patrimonio, Museos y Archivos del Ayuntamiento de Barcelona, profesor de Historia Contemporánea del Tíbet y Mongolia en la UB y hace unas semanas ha inaugurado el Museo de Culturas del Mundo, del que también es director. El nuevo museo barcelonés se erige en dos típicos palacios de la calle Montcada – casas de Nadal y Marqués de Llió– que hasta ahora ocupaban el Museo Textil y la colección Barbier-Mueller y que han sido totalmente rehabilitados. Las piezas expuestas procedentes de los cinco continentes, salen de los fondos del museo Etnológico, las colecciones Folch, Jordi Clos, Duran Vall-llosera... Asimismo otras instituciones como la Universidad de Cambridge han aportado obras a un museo que trabaja en paralelo con el museo Etnológico que se inaugura en mayo.
¿Un museo de culturas del mundo, qué necesidades cubre en una ciudad como Barcelona?
Cubre una necesidad fundamental, poner todo el arte del mundo al mismo nivel. Hasta ahora, los museos mostraban arte occidental, europeo y catalán y una gran capital cultural como esta ciudad no tenía una exposición permanente sobre cómo se ha desarrollado el arte en otras partes del mundo. Las 529 piezas del museo están expuestas de forma y manera que tengan el mismo reconocimiento que nuestro propio arte. El arte es un concepto universal, aunque se exprese de distintas formas a través de distintas culturas. Este museo quiere dejar de lado mentalidades coloniales que siempre han considerado el arte europeo como el arte a un nivel máximo y que todo el resto del arte era puramente objetos etnográficos. Aquí mostramos piezas que por ellas mismas son arte y que al mismo tiempo nos ayudan a explicar otras visiones del mundo.
¿A qué tipo de público va dirigido?
En primer lugar, a los barceloneses y catalanes, que son el público que no disponía de este tipo de exposición permanente. La misión era cubrir un vacío. Tenemos un discurso muy distinto al del Museo Etnográfico, es un discurso nuevo en un equipamiento nuevo. Estamos mostrado colecciones inéditas en Europa, privadas o públicas, que no se habían mostrado al público. Interesará más a personas a las que les guste viajar o conocer otras culturas y a una gran franja de público infantil. Los niños están interesadísimos en el museo, al no tener barreras culturales se identifican con piezas que a nosotros nos pueden resultar sorprendentes.
¿Cómo se articularía este museo con el resto del mapa cultural de Barcelona?
Es un museo de arte que muestra y explica el mundo a través de obras de arte, no objetos etnológicos, que sí estarán en el nuevo Museo Etnológico que abrimos en mayo. Hemos estado trabajando en paralelo en la renovación completa del Etnológico, donde también vamos a explicar el mundo y la cultura catalana, a través del transcurso y el desarrollo de las sociedades.
Se complementa también de alguna manera con el MNAC.
El discurso del MNAC es mostrar el arte que se hecho en Catalunya desde épocas medievales hasta el s.XX., a diferencia de otros grandes museos del mundo, como el Metropolitan, no es un museo de arte universal. En Barcelona tenemos un discurso distinto, mostramos arte catalán en el MNAC y aquí mostramos arte de otros lugares. Las piezas que tenemos aquí, tienen sus correspondientes en el Metropolitan, hay piezas muy parecidas. Hemos abierto una nueva ventana, Barcelona siempre ha sido una sociedad muy relacionada con el mundo y es una sociedad muy diversa: desde el s. XIV ha tenido esa necesidad de expandirse por el mundo, de viajar.
Pasamos por África, Asia, Oceanía, América... ¿En qué sala del museo está Europa?
Es un museo de los cinco continentes, precisamente el escenario del museo son dos piezas de arte únicas de la arquitectura y la pintura catalanas de los s. XIII y XIV que hemos rehabilitado. Hemos descubierto las pinturas del techo de la Sala de India, una pieza de enorme valor. Lo hemos resaltado con información, con una guía propia de los dos palacios en la que se pone de relieve la contribución al arte de la arquitectura propia de Barcelona.
El Museo de Arte Precolombino y el Textil se fueron de estos mismos palacetes...
La colección precolombina Barbier-Mueller pedía un dinero que el Ayuntamiento no podía pagar y, por otro lado, nos encontramos que quedaba vacío el Palau del Marquès de Llió al trasladar el Museo Textil al Dhub. Ambos edificios son patrimonio arquitectónico del Ayuntamiento y estando vacíos podíamos rehabilitarlos por completo. Tampoco debemos olvidar es que estamos en la calle Montcada que hace 50 años que el Ayuntamiento quiere que sea de museos en sus palacios.
¿Cómo ha quedado el asunto de la financiación para el proyecto del museo?
El proyecto ha costado 7.400.000 euros, de los cuales el proyecto museográfico costó 2.400.000 euros y 5 millones han sido para rehabilitar los dos palacios, lo que era una obligación. Dentro de 30 años podrán hacer lo que quieran, lo tendrán listo y preparado con todas las necesidades de accesibilidad, de visita abierta al público, de seguridad... cosas que antes no se cumplían. Además hemos restaurado todo el gótico, el barroco y las pinturas medievales de los dos palacios.
¿Se trata de una colección cerrada?
Tiene que ser un museo abierto, en renovación continua. No es un museo de las culturas del mundo, es un museo de culturas del mundo. No hemos señalado unas culturas imprescindibles para definir el arte del mundo, hemos definido algunas de ellas porque disponemos de piezas de estas colecciones. El museo es el resultado de la colaboración entre colecciones públicas y privadas y presupone que puede haber nuevas colecciones. Por otro lado, hay una reserva de 70.000 piezas del Ayuntamiento de Barcelona, de las que de muchas todavía se desconoce su valor artístico por qué nunca han sido estudiadas. Las piezas que mostramos las tenemos gracias a un trabajo previo de investigación, y hemos encontrado auténticas maravillas. ¡Desde EEUU nos decían que no era posible tener obras de enormes artistas del mundo y no saberlo!
¿Cómo puede tenerse tantas obras y saber tan poco de ellas?
Las reservas han estado cerradas por falta de medios, interés o conocimientos. Ahora, para saber de qué colección disponemos, hemos abierto las puertas a investigadores de todo el mundo e instituciones como el Smithsonian de Washington o el Museo de Antropología de la Universidad de Cambridge. El Museo tendrá un centro de investigación y divulgación que se dedicará a estudiar y coordinar a especialistas de todo el mundo para que saquen a la luz grandes piezas que no sabíamos que teníamos.
¿Hay reclamaciones de piezas desde los países de origen?
Hemos sido muy precavidos con este tema y hay alguna cultura que no mostramos porque el origen de las piezas no era claro. Exigimos siempre a los coleccionistas que nos demuestren el origen conforme con todas las leyes internacionales y de la UNESCO. Aunque, hay países que reclaman piezas, ninguna de las piezas que tenemos en este museo cabe dentro de esas posibles reclamaciones.
¿Y qué marcaría el éxito de esta aventura?
El museo, a parte e exhibir obras de arte, debe aspirar a generar conocimiento, que al visitar el museo, se tenga un panorama de la cultura más amplio y se conozcan un poco mejor el arte del resto del mundo. El arte es un valor universal que se expresa de formas muy distintas. Dónde hay humanidad, hay arte, e igual que la comunicación se expresa a través de más de miles de lenguajes. Mi objetivo es que abandonemos la mentalidad colonial y eurocéntrica de que sólo nuestro arte es de primera y que el resto es de segunda. El museo quiere demostrar que no hay artes de primera ni de segunda, sencillamente hay arte y es un patrimonio de la humanidad.