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El Diari de la Cultura forma parte de un proyecto de periodismo independiente y crítico comprometido con las expresions más avanzadas del teatro, la música, la literatura y el cine. Si quieres participar ponte en contacto con nosotros en  fundacio@catalunyaplural.cat.

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Twitter, 'homeless' y gente sola

Els eficientísims i pilotes empleats d'Apple.../Ros Ribas

Lolita Bosch

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Estas últimas semanas he visto tres obras de teatro en Barcelona que no me he quitado de la cabeza. La primera fue: La revolución no será tuiteada, en el Lliure de Gràcia. La segunda: La noche justo antes de los bosques, en el Romea. La tercera: Yo después de ti, en el espacio Ático 22 del Tantarantana. Sus actores, actrices, directores y directoras, no deben llegar en general a la cuarentena. ¡Quizás ni a los 30! Pero más allá de esta efervescencia del teatro joven, las tres obras tienen en común que quieren ser frescas, quieren normalizar las cosas nuevas, ser radicalmente actuales, innovadoras. Mayoritariamente: dirigidas a un público tan joven como quien las hace. Aunque eso, claro, conlleva riesgos en estos días que corren de rapidez, banalidad e información.

La revolución no será tuiteada, protagonizada por el inmenso Pol López, la dirigen Jordi Casanovas, Guillem Clua y Pau Miró, que conforman La Kompanyia. La noche justo antes de los bosques es una pieza llena de sorpresas que prefiero no desvelar y que, de verdad, deberíais ir a ver por vosotros mismos. ¡Yo no me la dejaría perder! La dirige Roberto Romei y actúa Òscar Muñoz con un texto de Bernard-Marie Koltès. Y Yo después de ti se puede ver en el espacio alternativo del Tantarantana dentro del ciclo Go Home, 4 modos de quedarse sin casa. Un espacio inesperado y una creación de la autora y directora Carolina Llach, la actriz Clara Garcés y el actor Pau Sastre. Y las tres, como un conjunto, no han parado de dar vueltas en mi cabeza casi como si fueran una sola cosa. Una suma de los peligros y las ventajas de la contemporaneidad y esa soledad casi mecánica que a menudo parece que conlleva.

En La revolución no será tuiteada, un chico de una inteligencia bastante comprensible y empática entra a trabajar en una cadena alienada de aparatos de tecnología. A pesar de las referencias evidentes a la realidad, sin embargo, la obra se requiere el conocimiento y la complicidad de los espectadores o se pierde. Y a ratos, tal y como ocurre con el contenido y la velocidad de las nuevas tecnologías, el mensaje queda reducido a la superficie porque quiere reunir demasiadas cosas sin profundizar en ninguna. Pero la dirección es buena. Los actores y las actrices lo hacen bien. La narración es ágil y directa. Y a Pol López, que destaca por el papel y por la presencia, no os lo podéis perder por nada del mundo. La Kompanyia, además, es de tres veteranos del teatro joven. Y que se hayan juntado para trabajar juntos es toda una aventura que yo no me dejaría perder.

La noche justo antes de los bosques es de las mejores obras que he visto últimamente en Barcelona. Sí o sí: ​​¡Id a verla! El autor es Bernard-Marie Koltès, nacido en 1948 y que murió bastante joven en 1989 quedándose en nuestro recuerdo como un autor absolutamente moderno. Porque pese el tiempo, la obra podría haber sido escrita ayer. No os puedo decir demasiado, porque parte del misterio está en su espacio. Sólo os adelanto, sin embargo, que en este imprescindible Romea dirigido por Julio Manrique aseguran antes de empezar que la obra “se representará por los rincones perdidos del Teatro Romea”. Y así es, nunca mejor dicho. Y el movimiento, la crítica, la rabia punzante que desprende es un bálsamo de lucidez y de creatividad. Pero hay algo raro: Yo no pude parar de reír. En todo el tiempo. Me pareció una obra divertidísima. El resto de espectadores, sin embargo, se mantenían serios y cautivados por el monólogo de un homeless que reciben casi con solemnidad. Me pareció extrañísimo. Y me hizo pensar que debe tener algo que ver con los códigos culturales. Creo que si la pieza se representara en ciudades, por ejemplo, de América Latina, se recibiría con sonoras, sonoras, sonoras risas. Porque la rendija por la que se cuela la crítica social es bastante inteligente y exacta. El talante del actor deslumbrante que es Oscar Muñoz, además, convierte esta crítica casi en una certeza. Pero si algo no consigue transmitir es solemnidad. Y no he podido parar de pensar que me sorprende que la miseria se reciba como algo solemne, como si fuera verdad y nada más, como si no fuera una reconstrucción artística. Y me sorprende, sobre todo, que los que trabajan juntos para transmitírnosla lo esperen.

Y finalmente Carolina Llach escribe y dirige Yo después de ti. Llach, que es una creadora valiente y curiosa, dirige el espacio alternativo Ático 22, la azotea del Tantarantana, una pieza que trata de la soledad y la imposibilidad de encajarla. Y al verla me hizo pensar en las otras dos obras de que hablo aquí. Todos los que aparecen son jóvenes, todos necesitan algo que tiene que ver con la inmediatez, con la solución. Porque si bien el personaje homeless de La noche antes de los bosques parece que vaya más de vuelta, que no el resto, la verdad es que es tan inexperto y está tan solo como todos ellos. Y si en La revolución no será tuiteada los personajes se vuelven falsamente adultos esto sólo hace más evidente su alienación. Llach, sin embargo, trata de estirar un poco la tensión para ir un paso más allá, buscar maneras nuevas. Sus personajes, como los del resto de las obras, son fácilmente comprensibles, incómodamente reales, pero la forma en que se construyen a sí mismos aquí se rompe. Id a verla. Os daréis cuenta de que es capaz de mantener silencios largos que nos descolocan y estructuras que nos perturban porque nos hacen dar cuenta que las cosas, ni siquiera en estas épocas de tecnologías y soledad, no son tan fáciles de entender como parecen.

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