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El abandono institucional de las guarderías activa la crianza compartida en Barcelona

Las madres Alba y Gloria (izquierda), junto al pequeño Ponç, del proyecto Babàlia / Jordi Molina

Jordi Molina

El Diari de l'Educació —

Gloria y Alba son dos madres que defienden firmemente la ‘escola bressol’ pública. Pero tienen un problema que se repite en muchas zonas de Barcelona. Las guarderías de su barrio, el Poble-sec, no pueden absorber toda la demanda existente. Listas de espera interminables y decenas de familias sin plaza pública entre los 0 y 3 años son la cruda realidad de las guarderías en este y otros barrios de la ciudad, como el Eixample o Gràcia, los distritos con más demanda. Según la sectorial de Educación de CCOO, hoy más de un millar de niños no tienen plaza pública en una ciudad que vende al exterior la imagen de “ciudad educadora”.

Ante este “panorama decepcionante”, como lo describen Gloria y Alba, impulsoras del espacio de comaternidad Babàlia, el vecindario del Poble-sec se ha movilizado hasta el punto de que hoy hay más proyectos autogestionados de crianza compartida -podemos contar hasta cuatro en la zona- más que guarderías, sólo tres: Forestier, La Gavina y Nic. “No nos ha quedado más remedio que organizarnos para poder dar a nuestras criaturas la atención que no encontramos hoy por hoy en el circuito público”, reflexiona Gloria, mientras sostiene a Ponç, su hijo, en brazos. “Este gobierno no cree en la enseñanza entre los 0-3, se piensa que no es una etapa prioritaria y, simplemente, no se quiere dejar dinero en ello”.

Actualmente, 40 familias hacen uso de este espacio, basado en “la educación libre y no excluyente”, que convive en el Poble-sec con proyectos hermanos como Monstre de Paper o El Petit Molinet. Más allá de este barrio, en Barcelona hay una treintena de proyectos similares, cerca de una cincuentena en toda Catalunya, según el portal de educación libre, Xell. En el caso de Babàlia, fundada en septiembre de 2011, hay contratadas dos educadoras profesionales que reciben la ayuda de las madres y padres que, por turnos, refuerzan el servicio educativo. Un sistema comunitario que les permite tener un adulto por cada 5 niños, es decir, un ratio mucho más asumible que la de los centros públicos, lo que permite una atención más personalizada a los pequeños alumnos.

Hoy, todavía no hay estipulados unos precios comunes en este tipo de centros, que dependen de las características del proyecto y de la implicación de las familias; mientras que la 'bressol' pública sigue teniendo unos costes que no están al alcance de todos los bolsillos: 320 euros, y menos aún con la caída de las ayudas. Una limitación económica a la que hay que sumar un aspecto de forma relativo a la conciliación laboral con la vida familiar. “Nos encontramos con propuestas muy rígidas, pensadas para madres trabajadoras de un perfil clásico, de jornada completa”, reflexiona Gloria. “En realidad a muchas madres que se encuentran en una situación de precariedad les bastaría con un par de días, y no todas las horas”, añade Alba. Una falta de flexibilidad que proyectos como Babàlia tratan de superar.

El recorte dispara las ratios

Uno de los principales problemas de la guardería pública son, precisamente, las elevadas ratios. Una consecuencia directa de los reiterados recortes que ha sufrido el sector en los últimos años. Según CCOO, la media en Barcelona de las ratios en la ‘bressol’ pública está en una educadora por 13 niños en P-1, y una por cada 20 en P-2. Esta realidad refuerza la iniciativa comunitaria de la crianza compartida. “Si pagas 320 euros y, encima, se da el caso de tener una sola educadora por 20 criaturas de dos años, es normal que mucha gente opte por buscar alternativas más económicas y de más garantías en términos de calidad”, comenta Alba.

Unas cifras “insostenibles” según Juan Medina, miembro de la sección sindical de CCOO de guarderías de Barcelona, que alerta de “la angustia y la presión” en la que están sometidos los trabajadores de estos centros. “Además del abandono institucional del Ayuntamiento, hay que sumar el de la Generalitat”, añade Medina. Y es que de los 1.800 euros por niño en el sistema de becas que aportaba la Generalitat, en los últimos años han pasado a 700 hasta llegar a 0. “Con el gobierno de CiU hemos retrocedido”, concluye Medina.

Preguntados por esta cuestión, fuentes del Ayuntamiento recuerdan que la enseñanza entre los 0 y 3 años no es obligatoria y que, en consecuencia, no puede comportar un gasto tan elevado como había ocurrido en anteriores mandatos. De hecho, el Gobierno de CiU no sólo no ha impulsado ningún nuevo centro de titularidad municipal, sino que se ha iniciado una política de externalización de los servicios, creando competencias salariales entre trabajadores del mismo centro.

En septiembre de 2011, cuando apenas empezaba a rodar el nuevo ejecutivo municipal, Trias dejó claro que no se haría una sola 'bressol' más en Barcelona. Una declaración de intenciones que quedó retratada en las declaraciones del concejal de Educación, Gerard Ardanuy, que criticó la gestión de la enseñanza entre los 0-3 de los anteriores mandatos y que calificó de “bomba de relojería”. Antes, el Ayuntamiento de PSC e ICV-EUiA había duplicado entre los años 2007 y 2011 el número de plazas públicas, lo que implicaba pasar de 57 guarderías a 96, es decir 39 centros más en sólo cuatro años.

¿Qué supone olvidar la educación 0-3?

La reducción del 40% del personal de apoyo en el mediodía ha supuesto que algunos centros de la ciudad tengan una sola persona para hacerse cargo de 20 niños de dos años durante la hora de comer. Una situación insostenible que contrasta con otra realidad: Hay barrios con aulas vacías, 9 en toda la ciudad. “Un desajuste que cuesta de entender”, explica Marta Verdejo, educadora en una guardería de Sant Andreu y miembro de la Plataforma 0-3, formada por entidades y colectivos que se han unido en los últimos años para defender el modelo de educación de la pequeña infancia.

“Media hora en la 'bressol' es un mundo”. Verdejo se refiere a un recorte que afecta al personal de apoyo entre las 11:30h. y las 12h., “un tramo en el que los niños de dos años tienen mucha hambre”. Desde las 9h. de la mañana hasta las 12h. está sola en el aula con 20 niños de P-2. Hasta hace unos cursos, contaba con un refuerzo a las 11:30h., que le permitía dar de comer a los pequeños en mejores garantías. Ahora, esta persona no llega hasta las 12h. en punto, un hecho que según ella, el Ayuntamiento ha menospreciado “porque no sabe qué suponen 30 minutos en la ‘bressol’”.

“Los niños pequeños necesitan que seas muy cercana, tener mucho tiempo y muchas oportunidades para equivocarse”, explica Verdejo que pone el ejemplo de atarse los zapatos o aprender a quitarse la ropa. “Estamos poniendo las bases para la igualdad de oportunidades del futuro. Es cierto que no es imprescindible, pero tiene un valor y Barcelona tenía un modelo del que, pesé a no ser perfecto, se podía presumir”. Según Verdejo, sólo hay que preguntar a una maestra de educación infantil si hay diferencia entre los alumnos de P-3 que han ido a la guardería y los que no para saber que los niños y niñas escolarizados durante la primera etapa de su vida tienen más predisposición para el aprendizaje, más facilidad para establecer relaciones sociales y una mejor capacidad de adaptación.

El sector pide una red potente y pública que atienda la franja de los 0-3 años. Un servicio que, si se consigue que sea de calidad, ayudará a la conciliación entre la oferta de la administración y el mundo laboral y, sobre todo, forjará las bases de una educación en términos de igualdad para las generaciones futuras. Por su parte, los espacios de crianza compartida lamentan que la administración les esté presionando últimamente por la entrega de licencias. “Ya que no han sido capaces de abrir ninguna nueva plaza pública, al menos que den apoyo a los proyectos que funcionan de forma autogestionada y no nos pongan más palos en las ruedas”, sentencia Gloria.

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