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Más de la mitad de presos catalanes tienen problemas de salud mental, siete veces más que el resto de la sociedad

Acceso de la cárcel Can Brians 2, en Sant Esteve Sesrovires (Barcelona). EFE/Alejandro García/Archivo

elDiario.es Catalunya

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Más de la mitad de reclusos de las cárceles catalanas sufren algún tipo de problema de salud mental, cifra que es siete veces mayor que en el resto de la población. Además, el 84% de ellos padecen algún trastorno durante su reclusión, según datos publicados por la entidad Justicia i Pau.

Entre las afecciones más habituales destacan la ansiedad, la depresión, el trastorno de personalidad o la esquizofrenia. Según el estudio, estos problemas además de ser más frecuentes entre los presos, también son más graves. Si en la población en general la prevalencia de la ansiedad era del 12,5%, entre la población reclusa asciende hasta el 16,5%, cifra que aún crece más si miramos a las mujeres: 33%.

Lo mismo sucede con otras afecciones el trastorno de personalidad, que en caso de personas presas multiplican por ocho a la población general y las mujeres por dieciséis. En lo referente a la esquizofrenia, los presos cuadruplican a la población general.

Un aumento de los suicidios

Una cifra que preocupa a los autores del estudio tiene que ver con los suicidios, que han pasado de ser dos en 2011 a 11 en 2021. El informe critica que muchos internos con patologías mentales están mezclados con los demás y que tampoco cuentan con garantías de acceder a tratamientos psiquiátricos, ni durante su estancia en prisión ni una vez fuera.

Con todo, Justicia i Pau considera que hay un mandato jurídico para ayudar a la rehabilitación de los presos con problemas de salud mental. “Todo lo que se hace, que es mucho, no es suficiente”, apunta Núria Sastre, abogada y una de las autoras del estudio.

También apunta a la falta de un debate sobre si se debería excluir a las personas con problemas de salud mental del sistema penitenciario y añade que se debería tener en cuenta estas patologías a la hora de decretar la prisión provisional o conceder la libertad provisional, el régimen abierto u otros beneficios penitenciarios.

En la misma linea, ha lamentado la falta de personal fijo y con formación especializada en las unidades psiquiátricas, así como que no se dedican suficientes esfuerzos en garantizar que todas las personas internas con estas patologías cuenten con una buena oferta de prestaciones que favorezcan su salud mental.

Sastre considera, igualmente, que las penas son demasiado largas y que, además de ser “deshumanizadoras”, si son superiores a diez años, tienen un impacto muy negativo en la salud mental.

Los resultados del estudio ponen de manifiesto que los vínculos entre delincuencia, cárcel y trastorno mental son profundos y multidireccionales. Las personas que cumplen una pena, sufren tasas muy importantes de patología mental, claramente superiores a las de la población general.

El consumo de drogas

En junio del 2018, el 85% de los jóvenes de 12 a 22 años en centros penitenciarios eran consumidores de tabaco. Entre los mayores de 22 años el porcentaje bajaba al 76%. El 76% de los reclusos admitían haber consumido drogas ilegales al menos un golpe en la vida, y la mitad lo habían hecho en el último año. El 14% había consumido heroína u otras drogas por vía parenteral.

El 2022 el 43% se declaran consumidores de algún tóxico, de los cuales un 2,76% utiliza la vía parenteral y un 40% por otras vías. El 22% se declaran exconsumidores y el 35% se declaran no consumidores.

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