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Oriol Illa: “Las personas tienen que estar en el centro de las políticas sociales, ahora, antes y después del 27S”

Oriol Illa es el nuevo presidente de la "Taula del Tercer Sector" / ENRIC CATALÀ

Siscu Baiges

Barcelona —

Oriol Illa preside la Taula del Tercer Sector Social de Catalunya desde el pasado 16 de julio. Sustituyó a Àngels Guiteras en la dirección de esta plataforma, que representa a unas tres mil entidades sin ánimo de lucro. Dirige la Fundación Francesc Ferrer i Guàrdia, centrada en el ámbito juvenil, educativo, la participación democrática, la ciudadanía europea y las políticas públicas. Una de sus primeras iniciativas ha sido pedir que la tasa turística pase de un euro a un euro y medio y que estos cincuenta céntimos de más se dediquen a las entidades sociales. Illa quiere defender los derechos sociales y además conseguir recursos para hacerlo.

 

¿Con qué ideas llega a la presidencia de la Mesa del Tercer Sector Social?

Continúo el trabajo que se ha hecho. Yo estaba en la junta directiva desde 2012, con Àngels Guiteras, y han sido años difíciles en los que creo que se ha hecho muy buen trabajo. Queda mucho por hacer pero la idea principal es que reivindicamos las políticas sociales como centro de toda actuación pública. Durante muchos años se han visto como políticas subsidiarias, secundarias, y debemos reivindicar que toda la acción pública tenga a la persona como objeto y que hagamos el máximo de inversión en el conjunto de la sociedad y en aquellos que corren más riesgo de quedar al margen de ella.

 

El mundo parece que gira en dirección contraria. Se acusa a los que mandan de estar más pendientes de los bancos que de las personas.

Se ha tenido más en cuenta a los bancos que las personas y, precisamente por eso, hemos aprendido muchas lecciones. Una de ellas es que la inversión más importante es la que se hace en la dignidad y la felicidad de las personas. Los gobiernos y los gestores públicos son ahora más conscientes de esto que tiempo atrás. No sé si al final esto se convertirá en algo realmente efectivo, pero mucha gente es consciente de que tenemos que cambiar la orientación de las políticas.

Todos los gobiernos deben situar las políticas sociales en el centro y ahora, por lo menos, dicen que lo hacen o lo harán. Nuestro trabajo es reivindicar que, sean cuales sean los escenarios y los gobiernos, se sitúe a las personas en el centro de su acción.

 

Hace un año y medio publicó el libro “Ideas peligrosas”, donde defendía propuestas que molestan a los poderosos. ¿Podrá llevar estas ideas peligrosas a la práctica en el trabajo al frente de la Mesa del Tercer Sector?

Me preguntaba si nuestra sociedad progresaba, si habíamos entendido bien el progreso. Estos años de crisis ha demostrado que no hemos progresado desde ningún punto de vista. Si tenemos un 20% de pobreza nuestra sociedad no progresa. El progreso va más allá de las grandes infraestructuras, de la innovación, incluso. El progreso existe cuando la sociedad avanza junta. No cuando se divide y fracciona. Las desigualdades estos seis años han aumentado mucho. Esto no es progreso. Es retroceso.

Hay indicadores que permiten objetivar el progreso social y humano. En el libro decía que estábamos retrocediendo. Y retrocedíamos en derechos sociales, en desigualdades, en paro, en vivienda... Todos los indicadores que hacen una vida más digna, con más bienestar, estaban retrocediendo.

 

El progreso no es que crezca el PIB...

Progreso es que suba el PIB y que este aumento se acabe redistribuyendo y reduzca las desigualdades. No estoy contra el aumento del PIB pero es una paradoja que aumente y las desigualdades también. Si esto ocurre, significa que hay una parte de la población que es receptora de este crecimiento y una parte normalmente muy grande que queda excluida. El PIB debe crecer pero se debe redistribuir.

 

El paro baja

El paro baja un poco. Estamos a niveles de 2011. Pero se cronifica, que es una situación peor que el propio desempleo. En Catalunya hay más de 315.000 personas que están en paro desde hace más de dos años. Estamos haciendo crónico el paro. Cada vez más gente está fuera del mercado laboral. Gente que, si no ponemos medidas para evitarlo, tendrá dificultades en volver a incorporarse a este mercado.

 

Y crece la precariedad

La precariedad, los sueldos bajos, la temporalidad, generan desigualdades. Tenemos dos prioridades fundamentales. Una es el empleo, que es una herramienta para poder redistribuir. Pero se necesitan sueldos dignos. Si el trabajo es precario y temporal, estás aumentando las desigualdades, limitando el acceso a determinados bienes. La otra es la vivienda, que es una pieza clave, el primer espacio de intimidad y privacidad de las personas. En seis años se ha privado de este espacio a 40.000 personas.

Debemos aumentar el parque de vivienda social, que la vivienda no suponga una barrera para las personas con pocos ingresos, y garantizar un empleo de calidad, a nivel de sueldos, duración y condiciones laborales, no sólo reducir el paro.

 

El Parlamento aprobó en el último pleno la ILP de la emergencia habitacional y energética pero dejó aparcada la Renta Garantizada de Ciudadanía. Una de cal y otra de arena.

La principal novedad de la Ley que aprobó el Parlamento es que los bancos tienen ahora la obligación de hacer una oferta de alquiler social a las personas que no pueden pagar el alquiler. Y esta oferta no puede superar el 30% de los ingresos de la familia. Es un acuerdo muy importante que llega 40.000 desahucios más tarde de lo que hubiera sido deseable. Es un buen instrumento y necesario que tendremos que ver qué consecuencias tiene y qué resultado da.

La Renta Garantizada de Ciudadanía sigue siendo una reivindicación pendiente y muy importante. Aparte de garantizar unos ingresos mínimos para toda persona consolida un derecho que lo integra a la sociedad. Estamos hablando de 664 euros al mes. Desde los años noventa hemos ido instrumentando herramientas -pensiones no contributivas, pirmi,...- para garantizar que no había ninguna persona sin ingresos, excluida. Hay que dar un paso más. No basta con poner parches. Queremos simplificar y dar opción a todos los ciudadanos para que tengan unos ingresos mínimos para vivir.

Una sociedad como la nuestra genera suficiente riqueza para hacerle frente. A veces se dice que la Renta Garantizada de Ciudadanía costaría mucho dinero. Se han estado pagando durante muchos años cosas que valían mucho dinero y que no eran tan necesarias como este derecho básico. Debemos aprobar esta asignatura pendiente.

 

Hay quien interpreta la Renta Garantizada de Ciudadanía como el resultado del fracaso de un sistema que no encuentra una solución mejor que dar dinero directamente a la gente. Una solución más cercana a la caridad que a la redistribución justa.

No debe haber caridad. Debemos evitar que nadie quede al margen en una sociedad madura. Hay personas que, por circunstancias x, quedan excluidas. En el caso de los desahucios es muy claro. Dos de cada tres desahucios son de personas que no pueden ni pagar el alquiler, no la hipoteca. Nuestra responsabilidad y, principalmente, de los poderes públicos es que no haya nadie que caiga por esta falta de ingresos.

No queremos optar por políticas paliativas del dolor de la gente que queda excluida sino darle la oportunidad para que se inserte de forma autónoma. ¿Cómo se puede construir la autonomía personal si lo desarraigas de su casa? Son instrumentos. No se trata de perpetuar situaciones. Todo el mundo quiere ser autónomo pero necesita las herramientas oportunas.

 

¿Estas herramientas son diferentes de un país a otro? La Europa que soñábamos ¿no debería garantizalas a todos y en todas partes?

Las directivas europeas que se tienen que transponer a los estados son de obligado cumplimiento. Si hubiera alguna que garantizara derechos como la renta garantizada estaría muy bien pero, desgraciadamente, este no es un debate que se esté produciendo actualmente en Europa. En Europa hay otros debates. Los debates sobre las políticas sociales y los derechos de las personas se están tratando de forma tangencial. De forma central se está hablando de la deuda, del papel del euro, pero no de los ingresos mínimos para la ciudadanía europea.

Nuestra responsabilidad es hacer posible que en nuestro país, con los instrumentos que tenemos, sean pocos o muchos, y con un 20% de pobreza, no tengamos uno de cada cinco catalanes pobre. Es muy probable que cualquiera de nosotros tenga cerca gente que vive por debajo del umbral de la pobreza.

  

Desde la salida del metro hasta el despacho donde hacemos la entrevista he cruzado dos calles y me he encontrado tres personas piden dinero...

Persona pobre no es necesariamente la que pide limosna. Una persona que cobra menos de 9.424 euros al año está por debajo del umbral de la pobreza. Se considera que es una cantidad de ingresos insuficiente para desarrollarse de forma autónoma. Estamos hablando de un millón cuatrocientas mil personas. Muchísima gente. Con los instrumentos que tenemos se puede resolver parcialmente el problema. Luego hay otras soluciones que pasan por ámbitos más grandes, como el europeo.

Un país con un 20% de pobreza y un porcentaje similar de paro es un país que sufre, no es un país que esté creciendo, saliendo de la crisis.

 

¿El sistema que tenemos permite resolver de verdad cuestiones como la pobreza?

Hay que cambiar, sobre todo, las prioridades. Durante los años de bonanza pensamos que lo que importaba era el progreso económico y que las políticas sociales eran sólo paliativas para poner parches a las situaciones más dolorosas. Esto es un error. Toda la acción política debe dirigirse a las personas y a su desarrollo.

Espoo es la segunda ciudad de Finlandia. En uno de sus distritos han decidido poner una escuela en el centro urbano. No ponen una multinacional o una sala multicine. Esto genera unos vínculos comunitarios muy grandes. Nos reflejamos en los países nórdicos y nos preguntamos porque tienen tan poco fracaso escolar pero no copiamos la forma de actuar de sus gobiernos. Ellos consideran que lo más importante son los niños, su educación formativa, su futuro. Ponen las políticas sociales en el centro, no palían situaciones de dolor.

Con políticas como esta los indicadores demuestran que las desigualdades son menores, la renta per cápita es superior, el PIB queda redistribuido de forma más equitativa,...

 

Usted dirige la Fundación Francesc Ferrer i Guàrdia, centrada en la educación en el tiempo libre, la participación ciudadana, el laicismo. ¿Se notará esta experiencia en su presidencia de la Mesa?

Vengo de la educación en el tiempo libre y, supongo, que se me acabará notando. La Mesa del Tercer Sector es muy plural y muy diversa. Tiene como elementos en común que todas las entidades que formamos parte trabajamos por el interés general, sin ánimo de lucro. Esto marca mucho lo qué somos, de dónde venimos y qué hacemos.

La educación es la primera política pre-distributiva. Si das acceso a los niños a una educación de calidad, integral, en la universidad, la sociedad acabará siendo más igualitaria, competente, preparada y culta. Si garantizas la educación para todos, de calidad y pública es muy probable que el nivel de éxito como sociedad mejore. Estamos a la cola a nivel europeo en fracaso escolar, en parque de viviendas sociales,... Tiene una explicación objetiva que también seamos uno de los países más desiguales.

La educación es fundamental para lograr la igualdad de oportunidades.

 

Ser presidente de una plataforma que representa a 3.000 entidades muy diversas, ¿limitará su capacidad de expresión, de decir lo que piensa y ha escrito en libros como “Ideas peligrosas”?

No. Soy consciente de la pluralidad que represento. Lo que pienso lo he expresado muchas veces y nunca he tenido la sensación de tener que limitarme. Sí que es verdad que cuando representas a una entidad plural debes ser consciente de todas las sensibilidades que hay. El tercer sector social es muy rico en Catalunya. Esa es su fuerza. Hay entidades confesionales, laicas, que trabajan la infancia y la juventud, la tercera edad,...

Hay riqueza y matices pero coincide en lo más importante, que son las personas. A nadie se le pide que renuncie a pensar como piensa. Y yo, el primero. Representar una entidad plural sí hace que determinados planteamientos tengan que relacionarse con esta realidad diversa.

 

Hay preguntas complicadas en el escenario político actual de Catalunya, con elecciones a finales de septiembre, donde compiten candidaturas con visiones contrapuestas sobre si la prioridad es la Catalunya independiente o la Catalunya social.

Como Mesa tenemos definido nuestro posicionamiento. Firmamos de forma unánime el Pacto Nacional por el Derecho a Decidir. En una sociedad democrática, cualquier situación de conflicto debe resolverse a partir del ejercicio de la opinión de las mayorías, con respeto de las minorías. Este es nuestro planteamiento básico.

El 27 de septiembre no tiene porqué ser una excepción. La situación de cambio no la vive Catalunya solamente. La vive toda Europa, cada cual con su particularidad. Como Mesa, y más allá de la diversidad que hay dentro de ella, tenemos una prioridad irrenunciable que es la defensa de las políticas sociales y el combate contra las desigualdades. No hay un doble debate. Hay una situación de cambio muy concreta pero no podemos permitir que se perpetúe esta situación de desigualdad que ha aumentado en los últimos seis años. Esto en cualquiera de los escenarios imaginables post-27S.

  

¿A esta situación de desigualdad se le puede hacer frente ya o debemos esperar a la independencia?

Vivimos cada día. El sufrimiento es diario. Debemos combatirlo no desde ahora sino desde hace seis años. Muchas veces llegamos tarde a determinadas situaciones. No podemos quedarnos a la espera ni es algo que pueda quedar al margen de cualquier otro debate político, desde el absoluto respeto y el convencimiento de que Catalunya vive uno muy importante.

La Mesa del Tercer Sector defensa embargo, desde su constitución en 2003, y las desigualdades han aumentado desde entonces. Estamos perdiendo la batalla y no hay posibilidad de esperar a nada. Tenemos que continuar reivindicando. Nos preocupa y ocupa, ahora, antes y después del 27 de septiembre, poner a las personas en el centro de las políticas sociales, que es lo que hacen las tres mil entidades de la Mesa cada día.

 

¿Cuál de los consejos de su predecesora, Àngels Guiteras, le ha interesado más?

Todos. Ha sido presidenta seis de los doce años de la Mesa. Su huella es evidente. Hay una cuestión interna y otra externa. Debemos garantizar la unidad del tercer sector social, que en Catalunya tiene un peso social, asociativo y de voluntariado muy importante. Es un sector que está aumentando a nivel europeo. Presta atención a las personas y en la Europa que imaginamos es un sector que crecerá.

Externamente, es necesaria la defensa de los derechos sociales. No podemos caer en el discurso que dice que estos derechos son caros, insostenibles...

Seguiré estos consejos.

 

Una de las primeras propuestas después de asumir el cargo ha sido pedir al Gobierno que suba la tasa turística de un euro a un euro y medio y dedicar estos cincuenta céntimos al tercer sector social.

Desde el discurso hegemónico siempre se ha dicho, de forma intencionada, que se reivindican derechos pero no se explica quien los paga. Para combatir este discurso debemos recordar que nuestra sociedad genera mucha riqueza. Si la Europa posterior a la segunda guerra mundial fue capaz de levantar un estado del bienestar porqué nosotros no tenemos que saber garantizar unos derechos sociales, universales y de calidad.

Junto a la reivindicación de derechos sociales proponemos generar riqueza para costearlos. Un ejemplo, no el único, es que el sector económico del turismo puede dedicar una parte de sus beneficios, sin poner en riesgo su crecimiento, no sólo a la promoción del sector, como ocurre ahora, sino también a programas sociales. No alteramos el equilibrio de la industria turística y el retorno social puede ser mayor. El turismo, en determinados ámbitos, provoca desigualdades no deseadas. En las ciudades o barrios con una afluencia intensa de turismo el precio de la vivienda aumenta. Es un dato objetivo. Por tanto, una parte de la recaudación derivada de esta actividad puede ir destinada a apaciguar desigualdades sociales.

 

Después de los tres años como vicepresidente de la Mesa y, ahora, como presidente, ¿conserva espacio para su utopía personal de una sociedad justa, sin desigualdades exageradas?

Hay espacio para cambiar determinadas cosas que como sociedad son incuestionables, como el crecimiento económico, el individualismo... Se puede hacer una sociedad más equitativa y democráticamente avanzada, pero desde otro pensamiento. Las entidades del tercer sector social hace muchos años que trabajan sin ánimo de lucro aunque durante mucho tiempo el lucro se ha visto como algo positivo.

Hay planteamientos de este tipo que están cambiado. Hay espacio para una cierta utopía, pero no es fácil. Hay muchas entidades y mucha gente que han estado haciendo cosas muy interesantes y las están haciendo en momentos muy complicados. Cuando ves entidades que trabajan con personas mayores o colectivos de discapacidad piensas que es una parte de la utopía, de la sociedad que quisieras. Debemos continuar empujando y evitar caer en los errores del pasado.

Las cosas están mal. Sólo hemos conseguido sacudir una situación donde ha habido y hay mucho sufrimiento. Pero hay espacio para la utopía.

 

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