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Las razones de Mas para convocar la consulta el sábado

Artur Mas firmará este sábado el decreto de convocatoria de la consulta

Arturo Puente

Barcelona —

Ya hay fecha para la convocatoria de la consulta, el enésimo día importante del proceso soberanista catalán. El sábado 27 a las 10 de la mañana es el momento elegido por Mas para firmar, primero la ley de consultas y después el decreto de convocatoria del referéndum del 9-N. La firma será retransmitida en directo por TV3, para lo que han preparado un plató en el Palau, y Mas tiene confirmadas varias entrevistas después. El president de la Generalitat ha reunido este jueves al Consejo Asesor para la Transición Nacional, con el que ha decidido también publicar el lunes el “libro blanco de la independencia” con los 18 informes del CATN. La liturgia para subrayar el momento histórico acaba de comenzar.

Mas gana tiempo firmando el decreto el sábado. Por un lado, el Constitucional acaba de cerrar sus sesión plenaria, por lo que tendría que convocar una extraordinaria la semana que viene o esperar hasta la siguiente ordinaria, el día 7 de octubre. También juega con el hecho de que Rajoy esté de viaje oficial en China, por lo que un eventual Consejo de Ministros extraordinario para presentar el recurso debería ser presidido por la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría o esperar a la llegada del presidente, el domingo.

Nada de esto supone un problema importante para el Estado, que puede paralizar el decreto y la ley de consultas el mismo lunes o, cuidando mucho las formas, en una semana. Sáenz de Santamaría ya ha adelantado que el Gobierno actuará “con celeridad” y que “la maquinaria del Estado” se pondrá en marcha en cuanto firme el decreto. En cualquier caso, Mas se garantiza un margen de maniobra de entre dos y 9 días, lo que le permite echar a andar la campaña por el Sí-Sí con una muestra de unidad entre la mayoría parlamentaria formada por CiU, ERC, ICV-EUiA y CUP, quizás la única que le queda.

Elegir el sábado, un día después de la comparecencia de Pujol, es también un gesto calculado para desplazar el foco informativo, minimizando el golpe a la imagen de Convergència. El Govern quiere cerrar una etapa marcada por lo escándalos de corrupción para comenzar otra centrada en la consulta, después de que CDC se declarara abiertamente independentista, en la que intentarán presentarse como un partido que cumple con sus compromisos.

Buscando la unidad

El proceso soberanista ha discurrido hasta el momento con un secretismo sobre fechas y plazos que ha disparado las conjeturas. Esta semana se han publicado casi todas las quinielas posibles sobre los planes de Mas, y ni siquiera los partidos que apoyan el proceso han tenido claro hasta el último minuto cómo sería esta recta final hacia el 9-N.

No menos importante que la liturgia del Govern es la de los partidos. Presidencia pretende reunir a los líderes de éstos el sábado, para que estén presentes en el acto, tal como se hizo en diciembre pasado. Sin embargo, las formaciones todavía están decidiendo internamente. Fuentes de Iniciativa han mostrado sus reticencias, asegurando que consideran que el acto del sábado es “estrictamente presidencial”. Oriol Junqueras, en cambio, sí ha aceptado la invitación de Mas, y estará el sábado en el acto del Palau.

La unidad mostrada el pasado curso por los partidos proconsulta no pasa por su mejor momento al inicio del presente. ICV-EUiA se ha desmarcado de una campaña conjunta y la CUP apuesta por desobedecer “sí o sí” al Constitucional y celebrar la consulta bajo la legalidad catalana, un extremo que el resto de partidos no tiene tan claro. Tampoco las relaciones entre ERC y CDC son tan fluidas como solían. Junqueras advirtió explícitamente a Mas en el debate de política general que su compromiso era celebrar la consulta y que tenía que saber que el Constitucional no se lo pondría fácil, unas palabras tras las cuales a nadie le sorprendería que Esquerra retirara el apoyo al Govern si finalmente Mas decide hacer caso al veto del Estado.

La unidad de acción, tantas veces puesta en valor por Govern y partidos, está más cerca que nunca de romperse. Todo dependerá de la respuesta institucional que Mas dé al Constitucional. El hecho de que a estas alturas sea imposible celebrar unas plebiscitarias en la fecha del 9-N deja a Mas atado a un calendario laberíntico, donde deberá decidir si desobedecer o buscar un plan B que le permita volver a formar un consenso o, al menos, le evite el enfrentamiento abierto con Esquerra.

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