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Barcelona minimiza el papel de las instituciones en el homenaje del 17A para evitar una pitada al rey

Concentración de rechazo al terrorismo el pasado 23 de agosto

Arturo Puente / Pau Rodríguez

El homenaje a las víctimas de la Rambla que se celebrará este viernes será lo más parecido a una coreografía, diseñada meticulosamente en cada paso y sin dejar apenas espacio para que el conflicto político aflore. Desde que comenzó a prepararla, hace meses, el Ayuntamiento de Barcelona es consciente de que la presencia del rey Felipe VI genera rechazo en una parte importante de la sociedad catalana, y que una expresión de repulsa puede ensombrecer un acto que, desde el primer momento, han querido centrar en las víctimas.

Todo está preparado para generar la mínima división política y para evitar a toda costa los espacios en los que puedan darse encontronazos entre los espectadores y los diversos responsables políticos. La jornada comenzará con una ofrenda floral, en el mosaico de Joan Miró que adorna el punto central de la Rambla donde la furgoneta conducida por Youness Abouyaaqoub acabó su recorrido mortal el 17 de agosto. Una ofrenda a la que está previsto que acudan, además de familiares de las víctimas, representantes del Ayuntamiento, de la Generalitat y del Gobierno central, aunque los mínimos posibles.

La idea es que el homenaje floral sea breve y más bien popular. El jueves a media tarde no estaba confirmado si el monarca estaría presente en esta parte. A partir de ahí, unos autobuses transportarán a las autoridades hasta la plaza de Catalunya, donde se centralizará el acto. Pese a que hay apenas 10 minutos de caminata, el Ayuntamiento ha querido evitar un 'paseillo' de políticos, tradicional en otros homenajes pero que, el año pasado, fue uno de los momentos en los que más fuerte se sintió la protesta ciudadana.

Las cosas serán similares durante el acto, de formato muy sobrio y conducido por la periodista Gemma Nierga. Los políticos seguirán la ceremonia de pie y sin tribuna, y ninguno de ellos pasará por el escenario ni tendrá ocasión de referir palabra alguna al público. El protagonismo lo tendrán únicamente los números musicales y artísticos, y solo algunas víctimas y familiares tendrán un espacio físico reservado en la plaza. El acto se prevé también breve, de poco más de media hora, y donde los mensajes verbales sean mínimos.

Todo esto para evitar una confrontación que diversos responsables políticos, comenzando por la propia alcaldesa Ada Colau, han tratado de conjurar en los últimos días. Sin ir más lejos, para evitar que se repitan las protestas ocurridas en la concentración de homenaje a las víctimas del año pasado, celebrada el 23 de agosto, cuando parte de la ciudadanía recibió con una fuerte pitada a Felipe VI y al entonces presidente Mariano Rajoy. Pese a poner al frente de la marcha a los cuerpos de emergencia y otros trabajadores que asistieron a las víctimas, parte del acto quedó inevitablemente marcado por el rechazo al rey.

Actos paralelos por la presencia del rey

Con el guión previsto para este viernes, es posible que el rey participe en el homenaje sin ser objeto directo de repudio, pero lo que no se podrá evitar son actos paralelos precisamente por la presencia del monarca en el oficial. Es el caso del homenaje que han organizado los Comités de Defensa de la República (CDR), previsto para la misma hora en la plaza Portal de la Pau, justo en la parte baja de la Rambla. A él está previsto que acuda la CUP, que, como el año pasado, ya ha comunicado que no acudirá al acto institucional por la presencia de “actores directamente relacionados con el tráfico de armas”, en referencia al rey.

Parte del independentismo está molesto con el acto institucional no solo por la presencia del rey, sino por la ausencia de los responsables de la gestión policial del 17A: el conseller de Interior, Joaquim Forn, ahora encarcelado, y el major de los Mossos d’Esquadra, Josep Lluís Trapero, destituido de su cargo con el 155. Por este motivo, entidades como la ANC se han descolgado del homenaje oficial y participar sólo en un acto en las inmediaciones de la cárcel de Lledoners. Òmnium Cultural, por su parte, ha optado por acudir a ambos.

La Govern, por su parte, no ha querido oponerse esta vez a la presencia del monarca, pese a que así lo ha hecho en actos anteriores en los que han coincidido el Torra y Felipe VI, como la inauguración de los Juegos del Mediterráneo. Aunque el president en su momento instó a Colau a no invitar al monarca, su Ejecutivo al final ha optado por aceptar su presencia y asumir el discurso de que los debates políticos deben quedar al margen del homenaje a las víctimas.

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