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El eterno retorno de Albiol: el 'sheriff' de Badalona busca su primera mayoría absoluta en la ciudad ingobernable

Xavier García Albiol, a su llegada al pleno del Ayuntamiento de Badalona en el que se le destituyó como alcalde, en noviembre de 2021.

Pol Pareja

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“He trabajado con los mejores y he ganado, pero lo que quiero es la mayoría absoluta”. El exalcalde de Badalona, Xavier García Albiol (PP), acudió hace unos meses con este deseo al despacho de Xavier Domínguez, un consultor político vinculado tradicionalmente al partido socialista. “Vamos a liarla”, le respondió este experto. 

La apuesta ha roto moldes: Albiol ha “robado” los colores de todas las formaciones y se presenta como candidato en distintos carteles con los colores de sus rivales. “Vimos que no era ilegal”, explica Domínguez. El objetivo era claro: “Arañar votos de los otros partidos”, prosigue. “Albiol sabe que si no traspasa fronteras nunca podrá gobernar solo”. El eslogan elegido, Badalonisme, difícilmente puede enfadar a alguien.

La estrategia demuestra la enésima mutación electoral del candidato conservador. Atrás quedan las campañas con tintes racistas que le auparon a todos los noticieros nacionales y le granjearon votos en los barrios más desfavorecidos, donde obtenía con facilidad más del 50% de los sufragios. 

Ahora, escondiendo indisimuladamente sus siglas, va a por los que no lo han apoyado nunca: los vecinos del centro de la ciudad, la zona más acomodada donde su figura ha generado anticuerpos en buena parte de los vecinos. El objetivo, entre otros, son los votantes independentistas en unos comicios en los que el procés ha pasado a un segundo plano.

“Voto a voto, machacando la calle”, explica Albiol mientras pasea por el centro de la ciudad y saluda constantemente a los vecinos. “Pasear por aquí y que la gente me saludara hubiese sido imposible hace unos años”, prosigue. “Esta vez pinta muy bien”.

Conocido como el “sheriff” de Badalona por el papel de alcalde-policía que ha jugado en ocasiones  —acudiendo incluso él mismo a intentar echar a okupas— el candidato popular ya no centra sus ataques en la inmigración ilegal. Esta vez, explica, ha priorizado una campaña “en positivo, transversal y moderada” centrada en la inseguridad.

“El político ha de saber interpretar las necesidades de la gente y la realidad en cada momento”, sostiene en el asiento trasero de un todo terreno negro, con el que se desplaza entre los barrios de la ciudad a un ritmo frenético. “Ahora mismo la prioridad es la pequeña delincuencia en la ciudad”.

Albiol está acostumbrado a ganar en Badalona—lo hace de manera ininterrumpida desde 2011— pero lograr ser alcalde es otra cosa: desde 2015 ha pasado por el despacho de la alcaldía una candidata de la CUP, después uno del PSC, después el propio Albiol y después otro alcalde socialista. 

El candidato del PP tiene asumido que si no logra los 14 ediles de la mayoría absoluta estará en la oposición. “Tengo clarísimo que si saco 13 no voy a gobernar”, sostiene durante una visita a un mercadillo en el barrio de la Salut. “Ahora mismo soy yo contra todos o, más bien, todos contra mí”.

Explica también que no le preocupan los casos que tiene pendientes con la justicia: una acusación por prevaricar en la instalación de dos antenas de telefonía móvil —por la que la Fiscalía le pide casi tres años de cárcel— y un juicio por un delito leve por presuntamente zarandear a una asesora del PSC. “Todo va a quedar en nada”, asegura.

Las encuestas indican que está cerca de lograr la ansiada mayoría absoluta y gestionar él solo durante cuatro años la ciudad, la cuarta de Catalunya con más de 220.000 habitantes. Desde 1991, nadie ha logrado gobernar sin apoyos en Badalona.

A pesar de ser el mejor activo que tienen los populares en Catalunya, su relación con los actuales líderes del partido es distante, admiten en la dirección. En una formación totalmente residual en los ayuntamientos catalanes como el PP, sorprende que en toda la campaña no haya ni un solo acto en el que acuda a Badalona algún líder catalán o nacional a apoyar al único candidato con opciones de gobernar una ciudad relevante.

Una legislatura convulsa

La última legislatura ha sido una auténtica montaña rusa en Badalona y Albiol trata de venderse como el remedio a las turbulencias. Un acuerdo ‘in extremis’ de las fuerzas de izquierda le apartó del consistorio tras haber ganado las elecciones en 2019. El socialista Àlex Pastor, que había accedido al cargo en 2018 gracias a los votos del propio Albiol, pudo retener la alcaldía. En lo más profundo de la pandemia, sin embargo, Pastor fue detenido conduciendo borracho y saltándose el confinamiento. 

Era abril de 2020 y el alcalde socialista presentó la dimisión. No hubo manera de que los partidos progresistas acordaran un relevo y ahí estaba Albiol, esperando su momento. En mayo de 2020 recuperaba de manera imprevista la ansiada alcaldía de su ciudad, pero por poco tiempo. Al cabo de 18 meses se descubrió que había tenido un poder en una sociedad en el paraíso fiscal de Belice, creada desde Andorra. La oposición logró alinearse de nuevo y regresó otro alcalde socialista, Rubén Guijarro. 

A este mandato de vértigo hay que sumarle la resaca de la pandemia, una creciente pobreza energética y habitacional en las zonas más desfavorecidas, una brecha digital que castiga a los más mayores, un aumento del 19% de los delitos y una maquinaria municipal totalmente averiada y castigada por los constantes cambios de gobierno.

“Una cosa que un Ayuntamiento hace en tres meses, en Badalona tarda al menos un año”, explica el veterano activista vecinal Carles Sagués (68 años), portavoz de la entidad Sant Roc Som Badalona. La asociación nació para dinamizar el degradado barrio de Sant Roc, pero ha acabado dedicándose prácticamente en exclusiva a paralizar desahucios y asistir a familias desfavorecidas ante la inacción del consistorio. Solo en el mes de mayo les han notificado 40 desahucios.

“Hay que hacer una apuesta clara para que el Ayuntamiento funcione”, prosigue Sagués, que cree que el mal funcionamiento del Ejecutivo municipal se debe a un estilo “clientelar” de gestionar el municipio, más digno de un pequeño pueblo que de una ciudad de cientos de miles de habitantes. 

“Este estilo tiene su origen en el alcalde socialista Joan Blanch, que lideró la ciudad entre 1983 y 1999”, afirma Sagués. “Albiol es un alumno aventajado de esta manera de gestionar”.

Opina de manera similar la educadora social Hanan Serroukh, situada en el flanco ideológico opuesto al de Sagués. Serroukh se define como conservadora y ha formado parte de las listas del PP. Albiol la nombró en 2020 coordinadora de convivencia y seguridad así como del barrio de la Salut. Al cabo de un año fue despedida. Según ella, por no querer conceder privilegios a una influyente vecina que se había quejado de la apertura de una carnicería halal cerca de su casa. 

“Es un municipio donde se hace una política oficial y luego la extraoficial, la de los cafés y cervezas en los bares donde se generan alianzas y dinámicas totalmente arcaicas”, sostiene. “Sigue siendo importante ser el hijo de no sé quién o el hermano de alguien”. 

Es en ese hábitat donde Albiol se mueve como pez en el agua. Lleva casi 20 años pateándose los barrios y montando encuentros en bares para hablar con los vecinos, a los que atiende y escucha como si fuese su amigo. En ocasiones manda apuntar el teléfono de algún vecino que le ha interpelado por la calle, hay barra libre de selfies y les promete soluciones que no siempre llegan. Algunos días de campaña, su teléfono indica que ha caminado más de 30.000 pasos (unos 21 kilómetros).

Resulta difícil andar más de 20 segundos con él sin que algún vecino lo pare. Albiol conoce el nombre de algunos de ellos, les pregunta por sus hijos o familiares o les cita para futuras reuniones para arreglar sus problemas. Antes de despedirse, les recuerda a todos que el domingo no se olviden de votar. 

La excepción del cinturón metropolitano

Si todo el cinturón metropolitano suele votar progresista, ¿por qué en Badalona puede obtener la mayoría absoluta un candidato de la derecha populista? Los expertos en comunicación política consultados señalan el trabajo de Albiol calle a calle, la división en la oposición y su inclinación por contratar asesores externos que le aportan sugerencias innovadoras para sus campañas

“Creo que su mayor éxito fue robarle la agenda social a los socialistas”, señalaba en 2015 Iván Redondo, años antes de convertirse en uno de los principales asesores de Pedro Sánchez. “Aprovechó la falta de un buen relevo en el PSC para ocupar su espacio en la ciudad”.

Redondo fue quien le asesoró en algunas de sus campañas más polémicas, como una en la que se distribuyó un vídeo que relacionaba inmigración y delincuencia. Reconocía entonces, en conversación con este periodista, que se habían inspirado en el mensaje que por entonces tenía Nicolas Sarkozy en Francia. “Supimos encontrar un tema que conectó con sus votantes potenciales en los barrios”.

El perfil que presenta ahora Albiol está a años luz de ese candidato transgresor al que muchos acusaron de racismo. “Siempre he dicho que su éxito se debe a su constancia y a su coherencia”, apunta Domínguez, el asesor de la campaña actual. “Él nunca ha cambiado de pensamiento pero sí que ha modulado su manera de hacer las cosas”.

Sagués, el activista de Sant Roc, explica que algún día alguien deberá “analizar profundamente” el fenómeno Albiol en Badalona. “La izquierda no ha logrado tener una visión de conjunto y fue dejando un vacío que él ocupó”, sostiene.

Él también cree que el candidato del PP siempre se ha sabido rodear de buenos profesionales de la comunicación. “Es muy bueno haciendo creer a la gente que se preocupa por ellos, pero la mayoría de veces es todo humo”, concluye. “Eso sí, ese humo sabe venderlo mejor que nadie”.

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