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El voto que todos quieren el 27-S habla en castellano

Oriol Junqueras, Muriel Casals, Carme Forcadell, Joan Coscubiela y Alfred Bosch en la manifestación del 1 de mayo / ENRIC CATALÀ

Arturo Puente

La victoria de Junts pel Sí se da por hecha, pero no todo está decidido en las elecciones catalanas del 27-S. Según cálculos de la propia candidatura, durante esta campaña necesitan convencer a cerca de 150.000 votantes para obtener una cifra que, juntos a los votos de la CUP, puedan brindarle una mayoría holgada al independentismo. Sabíendose imbatibles en la mayor parte de la Catalunya interior, la de montaña y la parte norte de la costera, sus objetivos se centran ahora en dos núcleos importantes: el Área Metropolitana de Barcelona, sobre todo las comarcas del Barcelonès, el Vallès Occidental y el Baix Llobregat, y la comarca del Tarragonès.

En estos cuatro núcleos geográficos se concentran nada menos que 3 de los 5,5 millones de votantes en Catalunya y, según la encuesta de usos lingüísticos de la Generalitat, cerca de dos tercios de ellos son castellanoparlantes. Además, según la muestra preelectoral del GESOP, el 25% de los electores aún no han decidido a quién votarán, y de ellos hasta el 74% son castellanohablantes. A diferencia de otras elecciones, el grupo de población al que los aspirantes necesitan convencer está bastante claro y los partidos no han dudado en lanzarse a por él.

“Lograremos la independencia gracias a los hijos de andaluces y extremeños”, aseguró en Vic la número dos de Junts pel Sí, Carme Forcadell. La candidatura de Artur Mas está aplicándose para caer en gracia a un grupo de población formado por los descendientes de la inmigración del sur de España, y ni siquiera tiene reparos en usar el castellano en campaña por parte de orgullosos descendientes de aquella inmigración. Tampoco en los mítines de Catalunya Sí que es Pot faltan las referencias a la raigambre española. “Esa gente de barrio que no se avergüenza de tener abuelos andaluces o padres extremeños tiene que sacar los dientes, no podéis consentir que os hagan invisibles en Catalunya”, aseguró el omnipresente líder de Podemos en Rubí, lo que le valió un chaparrón de críticas que le acusaban de “etnicismo”.

Catalunya Sí que es Pot asegura estar centrando su mensaje en lo social, pero los guiños a la población castellanohablante son constantes. Hacen uso indistinto del castellano y el catalán en sus mítines, empezando por su hombre de más visibilidad, Pablo Iglesias, que se dirige siempre en castellano, aunque Íñigo Errejón, que habla catalán, utiliza frecuentemente esta lengua en sus apariciones públicas. Otro de los mensajes habituales que centran la campaña es trazar similitudes entre las poblaciones catalanas y las madrileñas, y las luchas sociales y sindicales de ambos territorios. “Fuimos a apoyar a los trabajadores de Valeo y nadie preguntó a Pablo Iglesias de donde venía”, aseguró en Cornellà ante cientos de personas Lluís Rabell, quien minutos antes había elogiado la huelga de los trabajadores de Coca Cola. Las luchas, señalan los del Sí se Puede, son iguales a uno y otro lado del Senia.

El discurso que apela al sentimiento nacional español no es nuevo en Catalunya, pero en esta campaña está siendo uno de los componentes fundamentales y utilizado por la mayoría de los partidos. El candidato de la CUP, Antonio Baños, comenzó a hacer activismo a favor del nuevo Estado a través de Súmate, la organización de independentistas castellanoparlantes y con origen fuera de Catalunya. El de la CUP ha hecho gala de sus orígenes en la inmigración y se ha mostrado orgulloso de ser vecino de los barrios populares de Barcelona. “Mi patria es la Meridiana”, ha llegado a asegurar el candidato, quien además ha lanzado varios recados a Iglesias, como que “no necesitamos salvadores, ni de Vallecas ni de Pedralbes” o que “el paracaidismo étnico no mola”.

Cinturón morado, cinturón naranja

El área metropolitana de Barcelona, el llamado cinturón industrial o “cinturón rojo”, por la larga hegemonía del PSC, es el terreno más cotizado por la mayoría de formaciones. Para Ciutadans, casi el único sitio donde asentar su segunda posición. Las pasadas municipales los de Rivera se hicieron fuertes en los antiguos feudos socialistas, alcanzando la segunda posición en L'Hospitalet y la tercera en ciudades como Santa Coloma, Cornellà, Rubí o Sant Boi. Para afianzar estas plazas Inés Arrimadas paseó este lunes al líder de Ciutadans en Andalucía, Juan Marín, por Santa Coloma. “Aquí nos lo jugamos todo, en barrios como el vuestro”, revelaba la candidata. Marín apostillaba: “Quieren romper los profundas lazos de fraternidad que hay entre Catalunya y Andalucía con una frontera”.

Más evidente era el dardo que lanzaba Albert Rivera desde L'Hospitalet el día anterior al asegurar que los votantes del PSC “habían sido traicionados”. Según vaticinó el líder, el cinturón rojo pronto sería un cinturón naranja. De hecho el avance de Ciutadans preocupa en la casa socialista, que para contrarrestarlo ha sacado la artillería en forma de líderes estatales y dispara sin tregua sobre las poblaciones industriales del Barcelonés y el Baix Llobregat. El PSC ha centrado sus actos en lugares que gobierna, como L'Hospitalet, Santa Coloma o Rubí, pero también en poblaciones perdidas entre 2011 y 2015, como Sabadell, Badalona o la propia Barcelona.

En el PSC la apelación de Rivera al “cinturón naranja” ha sido una verdadera declaración de guerra, pero no son Ciutadans los únicos que han querido desteñir la codiciada pieza metropolitana. Pablo Iglesias está decidido a construir su fuerza electoral catalana sobre los ruinas del PSC, y este martes aludió al “cinturón morado”, un concepto que estuvo muy presente en su primera visita a Barcelona como secretario general hace un año.

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