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El puzle catalán de Pablo Iglesias

El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, en el acto de Rubí de Catalunya Sí que es Pot / SANDRA LÁZARO

Arturo Puente

Rubí (Barcelona) —

Un polideportivo de Rubí con apenas un puñado de localidades vacías ha dado la bienvenida al líder de Podemos a la campaña catalana. El área metropolitana de Barcelona, feudo histórico del PSC, ahora es un territorio en disputa como pocos en Catalunya, donde Catalunya Sí que es Pot se lo juega todo contra dos bloques que han aprovechado la caída socialista durante los últimos 4 años: el independentismo y Ciutadans.

El líder de Podemos hace de telonero de lujo a un Lluis Rabell que hasta un mes era un completo desconocido para los catalanes. Lo primero que hace cuando se sube al escenario del polideportivo es reforzar una marca tan reciente como su candidato. “Venía en el avión y una señora de Barcelona me hacía una pregunta que me ha dejado preocupado. Pero a ver, ¿cómo os llamáis en Catalunya, que no me he enterado bien?”, empezaba Iglesias. “Que todo el mundo lo tenga claro. Votar Podemos es votar Catalunya Sí que es Pot”. Rubí se enciende.

En esta ciudad del Vallés Occidental, como en la mayoría de poblaciones de la zona, el PSC y el PSUC fueron los espacios políticos de referencia durante décadas. En las autonómicas de 2003 los socialistas obtuvieron en Rubí un 48%, lejos del 27,4% que obtuvo CiU como segunda fuerza. Diez años después, en las autonómicas de 2012, el mapa tradicional daba muestras de estar agotado. El PSC volvió a hacerse con la primera posición, pero solo logró un 19,8, mientras CiU obtuvo un 18,9%. Quien aprovechó la caída fue ICV, que se cuadriplicó hasta alcanzar un 12,5%, a muy poca distancia de Ciutadans, que en su irrupción obtenía un 12,4%. La tendencia se mantuvo en las elecciones europeas y municipales, donde además ERC se alzó con la segunda posición.

La caída de la sociovergencia es un espacio fértil para las nuevas formaciones, y más tras la sacudida que produjo la victoria en las municipales de diversas confluencias municiapalistas de izquierdas. Con esta idea, Podemos sumó a ICV-EUiA para construir Catalunya Sí que es Pot, una candidatura que pretendía batallar cara a cara contra CiU encendiendo el eje social. Pero el proceso soberanista imprime sus propios ritmos y en el tránsito ha emergido Junts pel Sí, la coalición independentista que aglutina a Convergència, ya sin Unió, y ERC. En este nuevo escenario, la apuesta de Podemos e ICV-EUiA para las elecciones catalanas está obeteniendo peores resultados en las encuestas de los que obtenía la suma de Podemos e ICV-EUiA por separado hace unos meses.

Iglesias tiene ante sí un puzzle de difícil solución en Catalunya. Su intervención es imprescindible para garantizar un resultado honroso en unas elecciones que se han convertido en un ensayo de las generales. Todos los líderes estatales se volcarán en esta campaña, de Mariano Rajoy a Pedro Sánchez, pero sobre todo su gran rival, Albert Rivera, que intentará por todos los medios dejar a su partido por delante del de Iglesias. Sin embargo, obtener un resultado discreto pese a la presencia tenaz de su hombre más carsimático lastraría el expediente de Podemos con el segundo borrón tras las andaluzas y a solo 3 meses de las generales. Un nuevo golpe para un partido que según los sondeos se viene desinflando.

“La presencia de Iglesias será constante”, asegura un miembro del equipo de campaña, del que también forma parte el propio Iñigo Errejón. Ante sí tienen 17 días para conseguir que Catalunya Sí que es Pot sea sinónimo de Podemos y que a ningún votante potencial se le escape que las papeletas de Rabell votan a Iglesias. El área de actuación serán poblaciones medianas y grandes del área metropolitana, de voto tradicional socialista pero que en los últimos años han encontrado alternativas en el independentismo de izquierdas o en el discurso españolista de Ciutadans. Para entrar en ese terreno utilizan una idea fuerza que repiten en cada acto: “El voto a Catalunya Sí que es Pot vale doble, para echar a Mas y para echar a Rajoy”.

De línea similar es otro de sus capitales recurrentes, “para cambiar España hay que cambiar primero Catalunya”, frase que suele venir acompañada de su viceversa: “Para cambiar Catalunya hay que cambiar España”. Y con eso apelan a su propuesta para resolver el encaje nacional nacional, que no es otro que un proceso constituyente en el Estado con cada vez menos opciones de ocurrir esta legislatura. Podemos no se ecuentra cómodo en el debate nacional catalán. Su planteamiento, que es más parecido al de PSC en 2012 que al de Iniciativa en las mismas fechas, es entendido por algunos sectores soberanistas como una oposición a la autodeterminación en cuanto vincula el “dret a decidir” a un cambio estatal. Para contrarrestarlo, intentan levantar el eje social en torno a unas “clases populares” que a menudo identifican con las ciudades del cinturón metropolitano como Rubí y con los descendientes de la inmigración.

“Desprecian a la gente de barrio”, asegura Iglesias en referencia a un “ellos” que proyecta “encantado con el 3%”. “Esa gente de barrio que no vota debe sacar los dientes, esa gente de barrio que no se avergüenza de tener abuelos andaluces o padres extremeños tiene que sacar los dientes, no podéis consentir que os hagan invisibles en Catalunya”. Las palabras de Iglesias fueron recibidas con grandes ovaciones en el auditorio, pero levantaron algunas ampollas fuera. “Ya vale, ¿no? ¿Alguna manía especial en intentar dividir a los catalanes por su origen? Vengo de Zamora. Soy independentista”, salía al paso el exdiputado de la CUP, David Fernàndez, en su cuenta de twitter, dirigiéndose a Pablo Iglesias. 

El equipo de campaña de Catalunya Sí que es Pot es consciente de que necesita dotar a la formación de una identidad que conecte con el imaginario compartido de Podemos y de las confluencias municipalistas. Barcelona en Comú ha optado por no hacer ningún gesto hacia la coalición catalana, pero el espíritu de la candidatura que gobierna Barcelona es invocado en el acto aunque no se le nombre. “Hay una mayoría de catalanes que están hartos de la corrupción, hartos de los recortes y que quieren cambio, y que tuvieron una expresión electoral muy clara en las elecciones municipales en el ayuntamiento de Barcelona y en muchos otros”, asegura Iglesias. El acto acaba, además, con la misma canción con la que Colau acababa sus mítines. Si la presencia de Iglesias viene a llenar de sentido a la candidatura catalana, ninguna otra pieza completaría mejor el puzzle que la aparición en escena de la alcaldesa de Barcelona. Una aparición que, de momento, no se espera.

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