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ENTREVISTA

Rosa Lluch: “Otegi y la izquierda abertzale demuestran con los hechos que se han alejado de la violencia”

Rosa Lluch, en su despacho en la Universidad de Barcelona.

Neus Tomàs

20 de noviembre de 2020 21:55 h

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Este sábado se cumplen 20 años del asesinato de Ernest Lluch a manos de ETA. Para su hija Rosa es la semana más difícil del año. Ella, como el exministro socialista, es profesora de Universidad. Su especialidad es Historia Medieval y Paleografía. Le gustaría que su padre fuese recordado como un “universitario”, con todo lo que implica esta palabra. “Alguien que aprende, investiga, enseña y comparte”, resume. En un documental estrenado hace unos meses en el Festival de Cine de San Sebastián se le define también como un agitador del pensamiento, un hombre libre y atrevido.

Rosa Lluch nunca ha formado parte de ninguna asociación de víctimas y considera que estamos asistiendo a un intento de utilizarlas de manera partidista. Se pregunta por qué el PP critica ahora el acercamiento de presos a cárceles de Euskadi cuando estando en el Gobierno también lo hizo y reconoce que sintió “una profunda molestia” cuando escuchó a Santiago Abascal leer el nombre de las víctimas durante el debate de la moción de censura.

Sobre usted se ha escrito que tiene un perfil "atípico” porque al igual que sus hermanas no forma parte de ninguna asociación de víctimas. ¿Por qué decidió no integrarse en alguna de estas entidades?

Porque en el momento en el que pasé a ser una víctima, cuando mataron a mi padre, no me sentí nada identificada con el discurso de las asociaciones de víctimas. No me sentía representada e incluso algunas de sus afirmaciones me incomodaban. Por lo tanto, es una opción que ni me planteé.

¿Con el tiempo se lo replanteó?

No, tampoco. Considero que mi función en la vida no es ser víctima del terrorismo. Es una lucha que hay que mantener y agradezco el trabajo de gente como Robert Manrique, pero yo no me lo planteé.

En la primera entrevista que concedió tras el asesinato de su padre decía que no odiaba porque el odio no te deja pensar. ¿Cómo se hace para no odiar a quien te ha provocado tanto dolor?

La verdad es que no lo puedo explicar. Pero pienso que si odias no vives porque el odio dirige tu vida y tus pensamientos. Si yo hubiese odiado habría permitido que los terroristas no solo hubiesen matado a mi padre sino que se hubiesen llevado una parte de mí. El odio no te deja pensar en el futuro.

¿Cree que el odio es un sentimiento que ha ido ganando espacio en diferentes ámbitos de la sociedad?

Sí, en la sociedad existe más agresividad, más beligerancia. Lo que detecto desde hace un par de años es que hay más intolerancia respecto al que no piensa como tú. Pensar distinto no significa que tú o él estéis equivocados, solo significa que se ven las cosas de manera diferente. Pero últimamente noto una mayor agresividad respecto al que piensa distinto.

¿Los partidos tienen alguna responsabilidad en ese aumento de la agresividad?

Sí, porque se ha ido a una polarización, a blanco o negro, o conmigo o contra mí. En la diversidad de opiniones está la riqueza de la sociedad.

Rebuscando en la hemeroteca se encuentra una foto suya con Pernando Barrena en un acto en el que usted afirmó que todas las víctimas merecen respeto y reconocimiento. ¿Se ha llegado a ese punto o todavía falta para que todas sean consideradas iguales?

No, de ninguna manera y además creo que no solo no se están dando pasos hacia delante para que todas las víctimas tengan el mismo reconocimiento sino que se está yendo hacia atrás. Estamos asistiendo a una utilización política de las víctimas del terrorismo de ETA, cosa que en el fondo hace que no se reconozcan el resto de víctimas.

¿Quién está utilizando a las víctimas del terrorismo de ETA?

Determinados partidos están volviendo a utilizar el terrorismo de ETA como si fuese algo actual sin tener en cuenta que hace años que se acabó. Quedan secuelas y consecuencias pero no nos despertamos con asesinatos y secuestros. Nos trasladan a una época que en realidad no coincide con la actualidad. Solo hay que ver las respuestas de los jóvenes cuando se les pregunta por ETA. Los discursos van por un lado y la realidad va por otro. 

Últimamente quien más habla de ETA es el PP, Vox y algunos dirigentes de Ciudadanos. ¿Se refiere a ellos?

Sí. Me refiero a los partidos que están intentando presentar una imagen de buenos y malos, cuando algunos de estos partidos y especialmente Vox, PP y Ciudadanos hasta hace poco no habían tenido tantos problemas en mantener relaciones con personas del entorno abertzale. No entiendo que tengamos que criticar los acercamientos de presos al País Vasco si el PP cuando mandaba también los acercó. Es un cambio de criterio que tendrían que explicarnos y que tiene poco que ver con las necesidades de las víctimas.

¿Usted cómo definiría a Bildu?

Estamos en el año 2020. Es un partido que representa a los intereses del mundo independentista vasco. Algunos de los miembros de Bildu ni siquiera habían nacido cuando ETA ejercía la violencia de manera más salvaje. Debemos aceptar que lo que ha hecho mucha de esta gente es abandonar las armas, separarse de la violencia armada y entrar en las vías democráticas, tal y como se les había pedido durante años. Así que Bildu representa a un porcentaje alto de la población del País Vasco y no somos quién para juzgar los votos de la gente que les ha apoyado. Nos puede gustar más o menos, pero eso pasa con cualquier partido. Además, no tengo ninguna duda de que la mayor parte de los dirigentes de Bildu, cuando ha sido necesario, han condenado la violencia. 

¿El Gobierno se equivoca negociando los presupuestos con Bildu?

No.

Pablo Casado lo ha calificado de “indignidad moral”. 

Lo he leído. El Gobierno tiene la obligación de aprobar unos presupuestos nuevos y de entenderse con tantas sensibilidades políticas como sea posible. Tiene la obligación de hablar con cualquier partido que tenga representación en el Congreso.

¿Qué sintió cuando escuchó a Santiago Abascal leer los nombres de las víctimas durante el debate de la moción de censura?

Una profunda molestia. Sentí que se estaba utilizando por intereses políticos a una serie de personas que fueron víctimas del terrorismo sin tener responsabilidad alguna. Además, en esa lista había representantes de otros partidos que probablemente no estarían de acuerdo con este uso que se está haciendo de las víctimas.

Arnaldo Otegi afirmó el año pasado que se echaba de menos una figura como Lluch porque fue alguien que siempre defendió el diálogo. Usted consideró que eran unas palabras que no le molestaban pero que “una vez más” se había quedado corto. ¿Qué debería hacer la izquierda abertzale para estar a la altura?

Tanto Otegi como la izquierda abertzale han ido dando muchos pasos adelante. También es verdad que a medida que ellos han ido avanzando se les ha ido exigiendo más. Yo no soy quién para decir qué debe hacer Arnaldo Otegi o la izquierda abertzale porque es un proceso que deben hacer ellos. Lo que han hecho hasta ahora, que es separarse de la violencia y condenarla, a mí me sirve. Yo no dudo de su sinceridad porque con los hechos están demostrando que se han alejado de esa violencia. Ahora bien, también es cierto que en algunos momentos hubiese estado bien una condena más categórica. Puede que parte de las víctimas o la sociedad necesiten un perdón más categórico. Yo no lo necesito.

¿Usted ha mantenido algún contacto con los asesinos de su padre?

No.

¿Tuvo la opción de hacerlo?

No, tampoco.

¿Le hubiese gustado?

Como no me lo propusieron, nunca me lo he planteado. No lo necesito. Si me lo hubiesen ofrecido, no sé si habría aceptado.

Usted, como su padre, es profesora universitaria y también ha dado el salto a la política al presentarse como candidata de En Comú Podem para el Senado. ¿Por qué decidió estar en una lista?

Primero porque me lo pidieron y segundo porque pensé que hacía falta posicionarse claramente y mostrar que existe otra manera de entender la situación política catalana, sobre cómo debemos relacionarnos los catalanes entre nosotros así como los catalanes con los españoles.

Vive en Catalunya. No es independentista ni antiindependentista. ¿Cómo se define?

Yo soy una catalanista socialista profunda. No necesito otras etiquetas. Lo que tenemos que hacer es trabajar para que el conjunto de la sociedad esté bien, no solo los que son como nosotros. En la Catalunya que yo vivo hay mucha gente que no es ni independentista ni antiindependentista. Nos han planteado un blanco o negro. Una de las cosas que me preocupan es que se han equiparado conceptos como comunista, socialista, feminista e independentista. Independentista no es una ideología por ella sola. Independentista es que quieres la independencia. Pero nadie nos está explicando qué pasará mañana, qué modelo de sociedad o economía tendríamos.

Se considera profundamente socialista aunque nunca ha tenido vinculación con el PSC.

No, nunca, más allá de mi padre. Puedes tener esta ideología y votar diferentes siglas. 

Está previsto que las elecciones catalanas se celebren el 14 de febrero. ¿Formará parte de la lista de los 'comuns'?

Me presento como cabeza de lista en Girona.

O sea que podría estrenarse en el Parlament.

Me estrenaré si gano. Mi trabajo en la Universidad me gusta mucho.

¿Uno de los problemas de la política es que muchos de los cargos no han trabajado nunca en otro ámbito?

Sí, la política debería ser un trabajo temporal y en la que los que entran supiesen que es por un tiempo acotado en el que deben dedicarse a mejorar la sociedad, el bien común.  

¿Si la aritmética lo permitiese, le gustaría que el futuro gobierno implicase algún tipo de alianza entre ERC y los 'comuns'?

Si la aritmética lo permitiese y desde un punto de vista absolutamente personal, lo que me gustaría es que fuese un Govern que hiciese políticas de izquierdas y políticas sociales.

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