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Entrevista

Lluís Brotons, ecólogo forestal: “Reforestar zonas quemadas en el Mediterráneo es una mala idea”

El investigador Lluís Brotons, en una imagen de archivo.

Pol Pareja

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En Catalunya hay ahora mismo el triple de bosques que en el siglo pasado. Uno podría pensar que esto es una noticia positiva, pero desde el punto de vista de la prevención de incendios no lo es. El abandono de la actividad ganadera ha hecho que aumenten cada año las probabilidades de que se quemen áreas cada vez más grandes y dispares del territorio.

Lluís Brotons (Barcelona, 1971) es doctor en Ciencias Biológicas, científico titular del CSIC e investigador en el Centre de Recerca Ecològica i Aplicacions Forestals (CREAF). También participa en la unidad mixta inForest en el Centre de Ciència i Tecnologia Forestal de Catalunya (CTFC). Alerta en esta entrevista de la necesidad de planificar qué se hace con estas áreas tan grandes de bosque y advierte sobre el escenario que viene en materia de incendios: cada vez habrá más y llegarán a zonas donde no son habituales. “Los Bomberos y la comunidad forestal y científica tienen que prepararse para hacer frente a estos nuevos riesgos”, señala. 

El Govern alertó el miércoles de que vienen unos días con un riesgo “muy alto” de incendio en Catalunya. ¿Qué implica esto?

En verano hace mucho calor, hay días con una humedad muy baja y normalmente se acumulan uno detrás del otro. Esto hace bajar mucho la humedad de la vegetación. Llega un momento en que si hay una ignición en algún lugar puede dar lugar a un incendio. Encima esto coincide con un episodio de viento, que es uno de los enemigos más importantes de los Bomberos. Ahora tenemos unos días donde estos factores se acumulan y por tanto el riesgo es alto, pero no es nada diferente del resto del verano en general. El riesgo de incendios en la zona mediterránea en verano es a menudo muy alto. 

El abandono del sector agrícola y ganadero ha hecho que, a día de hoy, casi el 65% de Catalunya sea superficie forestal. ¿Cómo afecta esto a los incendios?

Para tener un incendio necesitas dos cosas: disponibilidad de combustible, es decir, que la madera del bosque esté lo bastante seca y caliente como para que pueda haber un fuego, y la otra es que haya bosque en sí mismo. En Catalunya, a principios del siglo XX, la superficie de bosque era alrededor de un tercio de la actual. Ha habido un abandono de la actividad rural y de zonas poco productivas en el interior de Catalunya, también de la costa, sobre todo a partir de la mitad de los años 50. Esto ha hecho que la superficie forestal aumente pero con bosques relativamente jóvenes, que crecen con densidades muy altas y que queman muy bien. Como cada vez hay más bosques y son muy continuos, la posibilidad de que haya incendios más grandes es más alta que antes.

Choca escuchar que ahora hay más bosques que antes. Mucha gente tiende a pensar lo contrario.

Sí, es cierto. Lo que pasa en Catalunya y en otras zonas mediterráneas y del mundo es diferente de lo que ocurre en el Amazonas y en el trópico, donde se está perdiendo la cubierta forestal de manera muy rápida. En las zonas donde la actividad humana es más antigua, la revolución industrial y, más que la industrial, la relacionada con los combustibles fósiles, hizo que la agricultura se intensificara y buscara zonas más planas, más intensivas y muchos campos se dejaron de utilizar. Pasa en muchos más lugares de los que pensamos. Pero estos nuevos bosques son muy diferentes. Son muy inestables desde un punto de vista de riesgo de incendios y también son relativamente pobres desde un punto de vista de biodiversidad.

La Unión Europea propone, como parte del Green Deal, plantar 3.000 millones de árboles en Europa. Usted ha sido una de las voces que ha cuestionado la idoneidad de esta medida en según qué lugares porque puede hacer aumentar el riesgo de incendios.

Si aumentas la continuidad de la superficie forestal con bosques jóvenes en una zona donde los bosques ya son muy jóvenes, con veranos con alto riesgo de incendios, tendrás un riesgo mayor. Y en muchas zonas de Europa el problema principal no es la cubierta forestal -Catalunya es uno de los casos- sino la calidad, la continuidad, el uso... Esto no quiere decir que en otras zonas de Europa no se pueda aumentar la cubierta forestal. Pero hay zonas abiertas, agrícolas y húmedas que tienen una riqueza con valor de servicios ecosistémicos o de biodiversidad muy alta y que transformarlos en bosques acabaría suponiendo una pérdida.

¿Entonces en áreas con alto riesgo de incendio, como puede ser el Mediterráneo, reforestar en zonas quemadas es una mala idea?

Claramente. Es una mala idea.

¿Está sobre la mesa?

Mi sensación es que excepto en lugares muy concretos no hay planes de reforestación muy grandes. En Catalunya, no. En otras zonas de la península, más cercanas a la meseta y con menos superficie forestal se está discutiendo.

En lo que va de año han quemado ya 825 hectáreas en Catalunya, 25 veces más que el año pasado. ¿La diferencia se debe a que en 2020 tuvimos la pandemia?

Comparar lo que se ha quemado un año con lo que se ha quemado el año anterior da muy poca información. En este caso todavía menos, porque el año pasado fue excepcional tanto por la pandemia como porque fue uno de los años con más lluvias estivales de la historia. Llovió muchísimo y el riesgo fue muy bajo justamente en la época en que suele ser más alto. Lo que se quemó el año pasado era anormalmente bajo y lo que se ha quemado este año, desde un punto de vista de estadística, es también relativamente bajo. Estamos en una zona mediterránea y lo normal es que queme bastante.

¿Qué papel juegan las urbanizaciones construidas en lugares boscosos en los incendios?

Es uno de los temas más complejos en relación con los incendios y en los que seguramente podemos mejorar más. Solemos olvidar que las urbanizaciones son uno de los orígenes más importantes y habituales de los fuegos. Cuando se construyeron, muchas de estas urbanizaciones no estaban rodeadas de tanto bosque como ahora, por lo tanto ha aumentado el riesgo. Ahora tenemos una serie de normativas en relación a franjas de protección de estas urbanizaciones que no siempre se cumplen. Hay que trabajar sobre cuál es el riesgo que aceptamos o que queremos aceptar en estas urbanizaciones rodeadas de bosque. En Francia, por ejemplo, cuando compras una casa de este tipo sabes cuál es el riesgo de incendio.

¿Aquí no?

Aquí la gente que se compra una casa de estas no es consciente del riesgo que acepta o que aceptamos entre todos. Es un problema grave. Los Bomberos, además, tienen la prioridad de minimizar las pérdidas en estas urbanizaciones. Esto quiere decir que algunos incendios en zonas de este tipo acaban siendo más grandes de lo que deberían porque las prioridades de los Bomberos son claras. 

Un estudio reciente del Centro de Investigaciones sobre la Desertificación señalaba que España será cada vez más vulnerable a los incendios forestales.

Todos los escenarios del cambio climático contemplan que la temperatura subirá bastante o muchísimo y esto querrá decir que estas condiciones de alto riesgo de incendios, que a menudo son presentes en los veranos mediterráneos, serán mucho más abundantes. En algunos casos los veranos serán anormalmente cálidos o secos en relación con lo que hemos observado hasta ahora. Lo que es más probable que pase, y ya lo estamos viendo en otros lugares con climas similares, como California, es que los años malos cada vez serán más abundantes. 

¿Los incendios empezarán a afectar a nuevos lugares?

Sí. A zonas con mucho bosque que normalmente no tienen este problema. Esto podría pasar por ejemplo en los Pirineos, donde a día de hoy no hay muchos incendios. Si las condiciones continúan en esta línea podría haber veranos donde los combustibles de los bosques de los Pirineos también estuvieran disponibles. Los Bomberos y la comunidad forestal y científica tienen que prepararse para hacer frente a estos nuevos riesgos que no existían hasta ahora o que serán mucho más abundantes.

¿Se puede convertir en un problema estructural o ya lo es a día de hoy?

Mi opinión es que ya lo es ahora. Es un problema estructural que básicamente se podría resumir en qué queremos de nuestros bosques, qué función tienen que hacer: productiva, de conservación, de turismo… Mientras no lo resolvemos va consolidándose el cambio climático y va aumentando la superficie de bosques jóvenes. Los Bomberos hacen lo que pueden a la hora de responder a un problema estructural que la sociedad no acaba de afrontar. Cuando eso cause un problema concreto y gordo entonces nos acordaremos. Y esto, por desgracia, querrá decir que haya muertos y que no haya una o dos casas que quemen sino centenares, tal y como está pasando en otros lugares.

¿Puede llegar un momento en que los fuegos superen la capacidad de extinción de los bomberos? 

La capacidad de extinción ya está superada en muchos casos, lo que pasa es que los Bomberos que tenemos son espectaculares y tienen una capacidad de avanzarse a la propagación del fuego muy alta y esperarlo ahí donde tienen capacidad de extinción. Esto quiere decir jugar con las oportunidades. Si estas van disminuyendo porque los riesgos son cada vez más grandes... También debería preocuparnos la simultaneidad: cuando haya varios grandes incendios a la vez, el sistema puede llegar a colapsar como está pasando en muchos lugares. Esto puede pasar. Esto no lo arreglamos teniendo 20.000 bomberos esperando a que pase algo parecido sino teniendo una estrategia para ver qué haremos cuando esto suceda.

¿Qué podemos hacer?

Hay muchas propuestas sobre la mesa. Se trata de planificar mejor el territorio, favoreciendo el consumo local, las agriculturas más extensivas que no tienen por qué estar en zonas planas sino donde el riesgo de incendio es muy alto… Ahora tenemos demasiado bosque. Si una parte se pudiera utilizar para productos forestales y aumentar el uso de estas zonas que antes ya utilizábamos...También necesitamos recuperar los procesos naturales que regulaban estos paisajes. Necesitamos bosques maduros con árboles más grandes que sean más resilientes al fuego. Necesitamos que además el fuego no se vea solo como un enemigo sino como un aliado. 

¿Qué quiere decir?

Los virus en sí mismo no son malos sino la enfermedad desatada. Con el fuego es lo mismo. Tenemos que utilizarlo con quemas controladas para crear zonas abiertas en zonas protegidas, etc… Tenemos que planificar mejor el paisaje y de alguna manera hacerlo madurar y sacarle una parte del combustible. Y después debemos planificar el tema del riesgo: tendremos que asumir y ver que en casos muy bestias de fuegos grandes deberemos tener prioridades y una cultura de adaptación a estos riesgos para que la gente sepa responder y no solo llame a los bomberos.

Como experto en biodiversidad, ¿cuánto cree que se tardará en recuperar la situación anterior en el Cap de Creus tras el incendio

Aquí también me mojaré. El Cap de Creus es una zona muy interesante, poco forestal desde un punto de vista de cubierta de árboles, muy abierta, con matorrales, prados que antes eran zonas abiertas y agrícolas… Y es una zona especialmente interesante a nivel de especies: hay pájaros, plantas y algunos invertebrados que utilizan hábitats relativamente abiertos. Muchas de estas especies, al cabo de 15 o 20 años de un incendio, con la recuperación del bosque o el abandono de una zona agrícola, desaparecen. Son especies que necesitan una dinámica de perturbación relativamente rápida, que haya incendios. No hace falta que estos incendios sean muy grandes. Desde un punto de vista estricto de biodiversidad, he visto algunas de las fotos aéreas de este incendio y parece hecho expresamente, parece una acción de restauración del hábitat. Es lo que seguramente deberíamos de hacer más a menudo de manera planificada con los Bomberos… 

¿Debería haber más quemas controladas?

Sí. Quizás en zonas protegidas o en zonas donde los propietarios sean menos reticentes. Esto es una decisión colectiva, pero este tipo de actuaciones no deberían esperar a que ocurran solas sin control, con un incendio con las peores condiciones posibles para los Bomberos, tal y como ocurrió por ejemplo en Cap de Creus el fin de semana pasado. Hay que utilizar el fuego para gestionar el paisaje, la biodiversidad y sacar combustible. Esto se hace en muchos lugares del mundo -Australia, California…- y aquí hay más reticencias porque la mayor parte de las zonas forestales son propiedades privadas. Pero debemos poner esta discusión sobre la mesa. Los incendios tienen una parte positiva y ahora vamos a la contra: empiezan en el peor momento del verano, en el peor día de viento y los Bomberos hacen lo que pueden. Si lo hiciésemos con antelación sería mejor para la biodiversidad y nos ahorraríamos emergencias. 

¿Le sorprendió la virulencia de las inundaciones en Alemania? 

Si, pero son cosas que pasan de vez en cuando. También me sorprendió el tornado de la República Checa, las inundaciones de China... De vez en cuando tenemos perturbaciones de este tipo, muy fuertes, y lo tenemos que seguir muy de cerca porque una de las predicciones del cambio climático es que la proporción de estos acontecimientos será más alta. No digo que estas inundaciones sean 100% debido al cambio climático, pero se ajusta perfectamente a las predicciones. Todo apunta a que cada vez tendremos más. 

¿Es optimista respecto al futuro?

Desde el punto de vista de esperar que no haya más fenómenos como este no. Soy científico y la evidencia apunta a que esto irá a más, pero sí soy optimista en que tenemos muchas herramientas tanto de planificación como de adaptación ante todo este tipo de riesgos. Quizás podamos parar una parte del cambio climático pero sobre todo necesitamos una sociedad que se adapte a estos nuevos riesgos. No podemos esperar y decir que esto no pasará más o que pasará una vez cada 1.000 años. Tenemos que incorporar estas cosas al funcionamiento de la sociedad. Si no, acabaremos pringando. 

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