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Estas son mis tradiciones. Pero si no le gustan, tengo otras

Valentina Hernández, María Valdés y 20 firmas más Colectivo FallasSíAbusosNo

Una pregunta para arrancar: Los concejales, policías locales, bomberos, y demás autoridades competentes que regulan el mundo fallero: ¿tienen hijos? Porque después de darle vueltas a esta cuestión, parece que no. De lo contrario, es difícil explicar cómo permiten y alimentan la desmesura etílica en la que se han convertido las fallas para miles de chicos y chicas, es decir, las generaciones que van a tomar el relevo para construir una sociedad más justa e igualitaria.

Porque la cruda realidad, guste o no, es que para los jóvenes las fallas se han convertido simplemente en un macro botellón de cuatro días seguidos, permitido y fomentado por el Ayuntamiento. Un lamentable espectáculo de adolescentes borrachos al por mayor. Es cierto que los responsables municipales van poco a poco, muy poco a poco, introduciendo cambios en el reglamento fallero, disminuyendo la testosterona de la Junta Central Fallera y premiando a comisiones que trabajan por unas fallas sostenibles y respetuosas. Es justo subrayarlo. Pero el papel de los jóvenes necesita una profunda reflexión si de verdad se quiere contribuir, desde las fallas, al patrimonio de la humanidad. Cualquier fiesta conlleva cierto desmadre entre los jóvenes. Es parte del atractivo de las fallas. Pero de ahí a que casi se premie el botellón…va un abismo.

En ese sentido, la música valenciana y en valenciano tendría que tener un lugar predominante en las verbenas y menos el dale, dale mamita de turno. Transmitir el valenciano a través de la música, de los grupos existentes, que los hay, y muy buenos, aportaría sin duda una nueva visión a la fiesta. La tradición, ese gran banderín que esgrimen los falleros, se ondea según el día. Si es una cuestión de tradiciones, otra pregunta: ¿Por qué en una noche tan singular como es la plantà, históricamente destinada a poder ver in situ el montaje de los monumentos y a recorrer la ciudad, también se fomentan las verbenas?

Esto de la tradición tiene su miga. Porque las luces russaferas son, efectivamente, tradición, pero de Sevilla. Igual que la proliferación de tenderetes de chupitos y mojitos. Muy valenciano no parece. Para ver un puesto de horchata hay que irse a Alboraia. La tradición impide que las mujeres tengan mando en la fiesta, entre otras cuestiones. Si jugamos a respetar la tradición, vamos a empezar a preguntarnos porqué durante el encendido de las luces nos maltratan con versiones de Village People y no se promociona a autores valencianos. Esos altavoces pueden y deben servir como potente vehículo que difunda la lengua.

Volvemos a los jóvenes. Apenas conocen el nombre de las principales fallas de la ciudad, la historia de las mismas, de dónde viene el ninot indultat o qué música ha acompañado siempre a las fiestas josefinas que, desde luego, no es sólo el reguetón que las comisiones falleras difunden sin pudor. Hay que plantearse seriamente si es necesario que las verbenas se prolonguen durante cuatro días seguidos y hasta las cuatro de la madrugada, amén de las previas que se convocan sin conocer el motivo. Bueno sí, que engordan las arcas de los casales. Se les llena la boca hablando de tradición, pero sólo en lo que conviene a las comisiones y no a la ciudadanía en general. Recordando al gran Marx, Groucho: “Estas son mis tradiciones. Pero si no le gustan tengo otras”.

Si hablamos ya del resto de valencianos que trabajamos y también pagamos nuestros impuestos: ¿No es más razonable, incluso decente, bajar los decibelios y la hora de cierre de los espectáculos musicales, por ejemplo, a las tres de la madrugada? ¿Tres días de verbenas no son suficientes tras 20 días de mascletás? La tradición…ay qué tiempos, consistía en quemar los trastos viejos para dar la bienvenida a la primavera en una fiesta compartida y vivida por todos.

El censo fallero, el que recurre a la tradición para modelar la fiesta según sus intereses, no representa en absoluto a toda la ciudadanía, ni en número ni en normas, algunas de ellas todavía machistas y reaccionarias. De ahí la necesidad de preguntarse qué clase de jóvenes estamos formando a través de los mensajes, en fondo y forma, que trasmiten las fallas actualmente: fiesta, borracheras y poco más. En este desierto, comisiones como Arrancapins, Borrul, entre otras, realizan esfuerzos año tras año para convertir la fiesta en un verdadero transmisor de arte, cultura, de convivencia y de respeto. Pese a ser un oasis en el desierto, son un ejemplo del que tomar nota.

A los vecinos y vecinas que hemos denunciado año tras año la lamentable imagen que de las mujeres trasmiten las fallas, el machismo que destila que los presidentes sean hombres, los abusos de ruido, la falta de regulación en los horarios, las carpas al por mayor y una larga lista de despropósitos, nos han llamado versos sueltos. Debe tener razón quien así nos califica porque, efectivamente, nos cuesta mucho comprender la concentración de ripios.

En este panorama, anima ver que algunas comisiones comprometidas demuestran que las fallas son una oportunidad real para cambiar la mentalidad de esta sociedad valenciana, anclada todavía en el mucho ruido y pocas nueces. Resulta hermoso, esperanzador, comprobar que las muestras de ingenio y talento de los artistas falleros sirven para ayudar a pintar otro mundo, a que las fallas sean auténtica bandera de los derechos y del bienestar común. Desde la sátira, la diversión, la fiesta, la música y el humor inteligente.

*Valentina Hernández, María Valdés y 20 firmas más Colectivo FallasSíAbusosNo

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