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El desbloqueo del plan urbanístico del Grau esconde el coste final para el Ayuntamiento del circuito de Fórmula 1 de València

¿Cuánto dinero recuperará el Ayuntamiento de València de los 42 millones de euros que debe abonar a la Generalitat Valenciana por el asfaltado y canalizaciones que realizó en su día para la construcción del circuito urbano de Fórmula 1? Esta es la pregunta a la que ni la alcaldesa de València, María José Catalá, ni nadie de su equipo de Gobierno dio una respuesta clara este lunes durante la presentación del programa de actuación integrada (PAI) de El Grau.

Un proyecto que incluye 3.200 viviendas y torres de 42 alturas sobre el antiguo circuito urbano de Fórmula 1, actualmente repleto de chabolas y símbolo de la falta de políticas de vivienda públicas. El PAI tendrá más de 700 viviendas de protección pública -una cuarta parte del total: unas 500 a cargo de los promotores y otras 250 viviendas construidas directamente por el Ayuntamiento-. Las viviendas apenas ocupan un 14% del espacio de todo el PAI.

Tal y como se marcó en el convenio suscrito en el año 2007 entre el Ayuntamiento y la Generalitat para la ejecución del circuito urbano, la administración autonómica adelantaba la construcción y el pago del trazado en la parte recayente al sector del Grau, un dinero que posteriormente le devolvería la corporación municipal a través de las cargas urbanísticas que deberían abonar los propietarios de los terrenos una vez se desarrollara el PAI. Es decir, los promotores (Atitlan y Hayfin) abonarían al Ayuntamiento el coste final de unas obras urbanísticas que les correspondía hacer pero que ya había ejecutado el Consell (asfaltado, saneamiento, alumbrado). Unas obras por las que la administración de Camps pagó 42 millones de euros.

Sin embargo, con el paso del tiempo y el deterioro de la zona, los promotores se negaron a asumir este coste y durante el pasado mandato la entonces concejala de Urbanismo, la socialista Sandra Gómez, llegó a un acuerdo por el cual abonarían finalmente 32 millones de euros, de manera que ese sería el dinero que se devolvería a la Generalitat. Esta es la cuantía que los técnicos de Urbanismo consideran repercutibles, ya que corresponden a obras que se hicieron para el circuito y que a su vez son aprovechables para la urbanización del sector.

Sobre los 10 millones restantes, la idea era compensarlos en parte con los costes que iba a asumir el Ayuntamiento para desarrollar el nuevo proyecto y para revertir o adecuar parte del circuito.

Sobre todo este asunto, a preguntas de elDiario.es fuentes municipales se limitaron a comentar que los promotores abonarán en total 150 millones de euros por el coste del 100% de la urbanización, sin entrar en la parte específica del circuito de Fórmula 1 y en lo que abonarán finalmente a la Generalitat. Tampoco la conselleria de Territorio ofreció información al respecto.

La ruina del circuito de Fórmula 1 que Camps prometió “a coste cero”

Con todo, el circuito urbano de Fórmula 1 de València que el expresidente de la Generalitat Valenciana Francisco Camps prometió “a coste cero” sigue suponiendo un importante lastre para las arcas públicas 13 años después de celebrarse el último Gran Premio.

El Gobierno valenciano abonó en junio de 2023 los últimos 7,5 millones de euros correspondientes a un crédito de 60 millones de euros que se solicitó en su día para financiar parte de los costes de la construcción del trazado.

El crédito empezó a pagarse en 2016 y tiene una vigencia de ocho años a razón de 7,5 millones anuales, por lo que ya se han devuelto 52,5 millones y queda por abonar un último plazo de 7,5 millones en junio del año que viene.

La Generalitat Valenciana gastó otros 38,6 millones de euros adicionales (42 millones con intereses), los recogidos en el mencionado convenio, en el desarrollo de las infraestructuras necesarias de acceso y conexión viaria de la ciudad con el Puerto de València (Alameda y avenida de Francia), por lo que el coste total del circuito ascendió a 98,6 millones de euros. Actualmente, toda la parte recayente a El Grau y Natzaret está vallada, abandonada e incluso ha proliferado un asentamiento de chabolas.