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Claves para organizar una mudanza sin pérdidas ni roturas y con poco estrés

Cinco ideas para organizar tu cambio de armario.

Cristian Vázquez

No estresarse durante una mudanza parece una utopía, una misión imposible. La aseveración -tan repetida- de que mudarse constituye la tercera situación más estresante en nuestra sociedad, solo superada por el duelo por un ser querido y la pérdida del trabajo, es un bulo: no existen los supuestos estudios que la respaldan. Pero eso no quiere decir que el proceso de cambiar de vivienda no pueda resultar agotador, tanto a nivel físico como mental y emocional.

Por supuesto, hay mudanzas y mudanzas, y algunas desgastan mucho más que otras. Depende de muchos factores: la cantidad de cosas que se trasladan, la distancia que separa la casa antigua de la nueva, el tiempo y las experiencias que se hayan vivido en la primera, las expectativas depositadas en la última, si se contrata una empresa para que se encargue del traslado o se decide hacerlo por cuenta propia… Todos estos elementos han de ser evaluados con detenimiento, y lo más aconsejable es preparar la mudanza con buena antelación, para reducir al mínimo el riesgo de pérdidas y roturas y tratar de mantener el estrés en los niveles más bajos posibles.

Previsión y organización, claves iniciales

Conviene comenzar a preparar el operativo mudanza con al menos un par de meses de anticipación. Y entre las primeras decisiones que se deben tomar está la ya mencionada de si se hará por cuenta propia o a través de una empresa. La primera puede ser la mejor opción si la cantidad de muebles y objetos que se deben llevar no es demasiado grande, lo mismo que la distancia que se debe recorrer. Pero también hay que tener en cuenta otras cuestiones, como el número de personas que participarán en el traslado, el peso de los muebles y si se pueden desmontar o no, si se cuenta con ascensores o montacargas para bajar y subir las cosas y el costo del alquiler de la furgoneta.

Contratar los servicios de una compañía de mudanzas suele ser, desde luego, mucho más práctico. El personal de la empresa se encarga de sacarlos de la antigua vivienda, trasladarlos y dejarlos en la nueva. Es un coste económico superior, pero se puede afirmar que lo que ese dinero compra es mayor tranquilidad y menos cansancio y estrés. Se estima que, en la actualidad, se cobran unos 40 euros por metro cúbico de cosas (muebles, cajas, maletas). Esto da como resultado -en cifras aproximadas, claro está- que una mudanza para alguien que vive en un estudio puede costarle en torno a 350-500 euros, mientras que en una casa de tres habitaciones rondará los 700-900 euros.

En este punto aparece una cuestión clave: la seguridad. Muchas empresas de mudanzas incluyen en sus tarifas un seguro contra roturas y extravíos, pero hay que poner especial atención en los alcances y los límites de tal seguro, y valorar el hecho de que un presupuesto más barato puede terminar costando más caro que los demás. Esto es importante sobre todo cuando se poseen objetos frágiles o de gran valor, como piezas de cerámica u obras de arte.

Consejos para el embalaje

En cualquier caso, es recomendable empezar desde bien pronto con el embalaje de los objetos que no son de uso cotidiano, es decir, que no generen problemas por no poder disponer de ellos durante algunas semanas (ropa fuera de temporada, libros, muebles a los que se da poco uso, etc.). El plástico de burbujas es un excelente aliado para empaquetar materiales que puedan deteriorarse por la manipulación y el movimiento. Por otra parte, es idóneo rotular los paquetes desde el principio: aunque a uno le parezca que podrá recordarlo sin problemas, cuando pasen los días y los bultos se cuenten por decenas, hasta la memoria más avezada podrá fallar. Y también es muy útil hacer un inventario y numerar los paquetes. Con una buena organización desde el principio, todo será más fácil después.

Un consejo valioso es evitar que haya cajas o paquetes demasiado pesados, que luego, a la hora de moverlos, pueden dar problemas e incluso generar lesiones. Esto es especialmente valioso cuando la mudanza se hace por cuenta propia, como es lógico, pero también si se contrata una empresa: no solo por facilitar y agilizar el trabajo de sus empleados, sino porque antes y después del día de la mudanza puede ser necesario mover o manipular tales cajas. Es decir, es por la propia comodidad y seguridad.

En ese sentido, una medida atinada es evitar llenar cajas grandes solo de libros y papeles. Aunque a veces parezca que no, el papel pesa mucho. Lo que se sugiere es mezclar los libros con ropa u otros materiales más ligeros. Además, los objetos más grandes y blandos, como almohadas, cojines o peluches -bien protegidos por bolsas de plástico y cinta adhesiva-, son ideales para ocupar los rincones de la furgoneta que, de otro modo, quedarían desaprovechados.

Un buen momento para hacer limpieza

La mudanza, por cierto, permite darse cuenta de que siempre hay en casa muchas más cosas de lo que pensamos. Y es un momento más que oportuno para desprenderse de cosas que ya no se usan. Esta limpieza puede venir bien tanto desde un punto de vista económico -para reducir los gastos del traslado- como desde el emocional. En un sentido, cambiar de casa equivale a dar una vuelta de página en la vida, y en ese paso a menudo ayuda dejar objetos materiales atrás.

Lo que se debe tratar de evitar es perder demasiado tiempo en la inspección de “hallazgos inesperados” que siempre se producen al vaciar cajones que no se revisaban desde hacía mucho tiempo. Es natural el deseo de detenerse en fotos, souvenires y otros objetos que suponen un ejercicio agradable para la memoria, pero puede llevar a que, aunque los preparativos de la mudanza comiencen con buena antelación, al final dominen las prisas y los nervios y, por lo tanto, la ansiedad y el estrés.

Además de las conocidas consecuencias negativas del estrés sobre la salud, en este caso hay que añadir que el cansancio mental y emocional que implica una mudanza familiar propicia la irritabilidad y las fricciones de pareja o familiares, lo que puede dar lugar a discusiones tan amargas como evitables. Esta es otra razón por la cual conviene tomar medidas para reducir el estrés al mínimo. Cuando alguien se siente abrumado o sobrepasado por la situación, o está a punto de sentirse así, lo mejor es que se tome un respiro, tome una infusión o un paseo, y continúe más tarde con energías y un humor renovados.

Trámites y arreglos finales

Otra labor que puede producir mucho desgaste es la burocrática: informar del cambio de domicilio (o eventualmente pedir la baja) a empresas de servicios, organismos fiscales, contactos laborales, etc. Por eso, también se recomienda ponerse en contacto con todas ellas con varias semanas de anticipación, para estar seguros de en qué momento conviene concretar tales cambios y evitar, de esa manera, sorpresas desagradables. Por otra parte, la documentación (facturas, contratos, extractos bancarios, etc.) hay que procurar guardarla en alguna carpeta o paquete que esté siempre localizada y sea de fácil acceso ante cualquier eventualidad.

En los últimos días antes de la mudanza, las recomendaciones apuntan a consumir todo lo que quede en el frigorífico, para tratar de no desperdiciar los productos guardados allí. Y también ocuparse de los trámites finales relacionados con la vivienda que se abandona: saldar las posibles cuentas pendientes con la comunidad de vecinos, pedir permiso -si es necesario- para el uso prioritario del ascensor, para el aparcamiento en la calle, etc.

Los objetos de uso más cotidiano y esencial, como las tarjetas de identidad y bancarias, pasaporte, dinero en efectivo, llaves, etc., es conveniente dejarlos en un mismo sitio hasta el momento mismo del traslado, lo mismo que ciertos productos básicos en el baño, como por ejemplo una toalla o el cepillo de dientes. Y recordar llevárselos al final del operativo, justo antes de abandonar la casa. Lo que viene después es tener paciencia: desarmar los paquetes, ordenar los muebles y demás objetos en la nueva casa y darse el tiempo necesario para adaptarse a ella y a todos los cambios que conlleva. Para esto, no hay más alternativa que tener paciencia.

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