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Pan de molde: ¿existe alguno saludable para nuestra dieta?

Pan de molde

Jordi Sabaté

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El consumo de pan de molde o pan inglés ya representaba hace menos de una década un 10,7% del total de pan ingerido en los hogares españoles, según datos de la consultora IRI World Wide. Actualmente, la Confederación Española de Panaderías (Ceoppan) lo fija en “la mitad de lo facturado anualmente en España” solo en pan de panadería, sin contar versiones industriales.

Se trata de un pan blando y agradable al paladar, sin durezas que puedan dañarnos las encías y con un toque dulce muy evidente. Es, además, ideal para tostar y para untar en desayunos, con lo que enamora a los niños y también a muchos mayores.

Es el pan que más se usa en sándwiches mixtos (biquinis, en Catalunya), tanto de queso y jamón cocido como de sobrasada y queso de mahón (los famosos triyorquines).

Su regusto dulce se debe a que la receta del pan de molde suele tener azúcar libre, pero no añadido para hacernos adictos sino para mejorar la fermentación y así dar volumen a la masa.

Se trata de conseguir en el horneado una liberación de gases rápida y potente que hinche la masa hasta rellenar el molde, por lo que no se escatima en el añadido de azúcar, lo que hace que quede mucho azúcar residual sin fermentar, algo no demasiado sano.

Por otro lado, con independencia de la cantidad de azúcar libre que puedan llevar, los panes de molde son generalmente menos saludables que los panes tradicionales.

Si bien se constata que un pan de molde integral tiene más fibra que un blanco en barra -y por lo tanto es más recomendable desde ese punto de vista-, existen otros motivos para rechazarlo y optar por las variantes más tradicionales. A continuación te explicamos siete de ellos. 

1. Lleva grasas

Con el fin de aumentar su esponjosidad pero también su conservación, que es muy superior al pan de barra, al pan de molde se le añaden grasas vegetales, normalmente aceite de oliva.

Pero también la fracción esteárica del aceite de girasol alto oleico. Estas grasas, a pesar de ser mayoritariamente insaturadas, aumentan su poder calórico.

2. Comporta azúcar añadido

En efecto, como ya hemos contado, con el fin de aumentar el volumen se añaden azúcares libres que potencien los gases de la fermentación. Estos azúcares pueden fermentarse completamente o dejar una porción residual que endulza el pan pero también dispara su carga glucémica.

Por supuesto, aportan más calorías y lo hacen menos saludable que el pan de barra, al menos comparando dos versiones integrales. Por otro lado, la cantidad de azúcar en el pan de molde varía mucho, pero puede alcanzar en algunos casos los 8 gramos por 100 gramos, lo que vendrían a ser unas dos rebanadas.

Esto quiere decir que si nos comemos dos sándwiches elaborados con pan de molde sumaremos aproximadamente entre 14 y 16 gramos de azúcar extra, algo así como cuatro terrones de azúcar.

3. Tiene más sal

Otro problema del pan de molde, aunque los hay más bajos en sal, es que suelen tener una mayor proporción de sodio con el fin de mejorar su conservación frente a microorganismos.

La media se situaría en torno a los 1,5 gramos por 100 gramos, por lo que con dos sándwiches ingerimos 3 gramos de sal, más de la mitad de la cantidad de sal diaria recomendada por la OMS.

4. Tiene un bajo poder saciante

El pan de molde se deshace en la boca, es blando y esponjoso, además de untuoso y algo dulce, por lo que apetece comer más de él de lo que normalmente comeríamos de un pan de barra, siempre más compacto.

Esto hace que aunque contenga fibra, su poder saciante sea más bajo, siempre comparando panes de las mismas características; es decir, blanco con blanco e integral con integral.

Por lo tanto, es muy posible que tendamos a comer más de la cuenta. Por otro lado, muchos panes de molde integrales no lo son completamente, tal como te contamos en este artículo.

5. No exige masticación

De lo descrito anteriormente se deduce que es un pan que apenas se mastica sino que se traga, disminuyendo la mezcla de los alimentos con las encimas de la saliva y por tanto su digestibilidad.

Al no precisar de masticación, cansa menos comerlo y de nuevo provoca que tendamos a consumir más de lo conveniente, lo que no sucede tanto con los panes de barra o rústicos.

6. Nunca se come solo

También se lo conoce como “pan de sándwich”, lo que define claramente que su función es la de acompañar a otros alimentos, ya sea embutido, mantequilla, crema de cacao, etc. No es un pan de mojar un pellizco, sino de comernos las rebanadas a pares, aumentando la carga grasa, glucémica y de sal del alimento que esté emparedando.

7. No controlamos sus ingredientes alergénicos

Además de grasas vegetales y azúcar, al pan de molde se le añade vinagre para aumentar su esponjosidad, harina de habas y/ de soja y en ocasiones suero de leche o huevo, por lo que pueden contener trazas de proteínas que provoquen alergias a algunas personas.

En los panes comerciales se indica en el etiquetado la inclusión de estos ingredientes, pero no en los de panadería tradicional, por lo que puede ser que a algunas personas con colon irritable les dé problemas y no sepan que es por este motivo.

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