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Raciones individuales del supermercado: por qué no son una dieta saludable

Foto: Malcolm Garret

Marta Chavarrías

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El hogar medio español en 2019 lo forman, según una encuesta del Instituto Nacional de Estadística (INE), dos personas (el 30,4% del total). Le siguen los hogares unipersonales, con un 25,7% de los casos, mientras que los hogares de cinco o más personas solo representan el 5,8% del total. 

Este modelo de hogar ha llevado a la industria alimentaria a tener que adaptar su negocio a los nuevos perfiles de población: las personas mayores y los singles. Por este motivo, las raciones individuales llevan ya años ganando peso en la cesta de la compra de los españoles. 

Y esto no solo ocurre con los alimentos para preparar en casa. También pasa con los platos preparados. Según el informe Preparados para comer, “los singles demandan a la industria de la alimentación platos preparados más saludables, envases individuales y más variedad de menús”.

En alimentación, ¿el tamaño importa?

Los tamaños más grandes de las porciones de los alimentos pueden aumentar la ingesta de energía. ¿Los envases individuales pueden reducir esta ingesta? En una investigación se demostró que la ingesta energética de los alimentos en el desayuno se reducía cuando estos se envasaban en porciones individuales.

¿Puede ocurrir lo mismo con otros tipos de alimento? Según otro estudio, publicado en Journal of the Academy of Nutrition and Dieteticslas personas con exceso de peso no controlan de la misma manera la cantidad que comen que las que tienen un peso normal. 

De ahí que los expertos apunten a que las porciones individuales, ya sean frescas o preparadas, pueden contribuir a un consumo más moderado en cantidad. Lo que sí parece seguro es que las raciones individuales nos permitirían adquirir la cantidad justa de comida que tenemos previsto gastar.

Y esto, al menos en cuanto a despilfarro alimentario se refiere, es algo positivo porque reducimos la cantidad de alimento que puede ir a parar a la basura porque hemos comprado de más y se nos ha estropeado.

Y es que, algunas de las causas que se apuntan como principales responsables de este despilfarro son, precisamente, “los envases inadecuados en forma y tamaño”, además de la confusión de consumo preferente y caducidad y el exceso de variedad en cantidad de la oferta, según la Guía de Buenas Prácticas frente al Desperdicio Alimentario.

No solo el tamaño cuenta con las raciones individuales

El tamaño de una ración corresponde a la cantidad del alimento que aparece en la etiqueta de un producto. Es decir, indica cuántas calorías y cuántos nutrientes recibimos al ingerir una cantidad concreto de ese alimento.

Pongamos por ejemplo una ración de arroz blanco, de las que solo tienen que introducirse en el microondas y listos. Según las recomendaciones de raciones de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), la ración de arroz debería ser de 60-80 gramos en crudo porque, cuando se cocina, esta cantidad aumenta. 

La mayoría de las raciones individuales que encontramos en el supermercado contienen 125 gramos en crudo, lo que una, vez cocido, se situaría en unos 180-240 gramos porque crece al hidratarse y al hervirse. Es decir que superan ampliamente las recomendaciones. 

En el caso de las raciones individuales de platos preparados como lasaña ocurre algo similar. Las bandejas que se ofrecen en formato individual, listas para introducir en el horno y gratinar, suelen tener una cantidad neta que se sitúa en los 400-600 gramos, claramente por encima de lo recomendable

La etiqueta también debe indicar qué otros ingredientes contiene porque, a la ración del ingrediente principal, en este caso la pasta (180-240 gramos) se tienen que añadir el resto (leche, cebolla, carne, sal, queso, etc.). 

Lo mismo pasa con las tortillas de patatas individuales, en las que el productor debe indicar la cantidad de huevo y patata que llevan. Debemos tener en cuenta que, cuando hablamos de comida precocinada con cualquier tipo de salsas, la mayoría llevan un exceso de ingredientes como sal, azúcares y aditivos. 

Tampoco nos sorprende ya encontrar en las estanterías envases individuales al vacío de un filete o dos, solomillos o lomos de ternera. En el caso de los filetes, pueden encontrarse de 150 gramos. 

Si el envase lleva dos filetes, ya nos estaremos pasando con la ración recomendada. Y es que un filete individual a la semana es lo recomendado, porque las grasas de origen animal tienen más ácidos grasos saturados. 

También encontramos frutos secos en formatos individuales, una opción al que el coronavirus le ha dado un poco de empuje, sobre todo en el ámbito de la restauración, que ha tenido que buscar fórmulas para sustituir al tan apreciado picoteo compartido.

Se calcula que una ración saludable de frutos es de unos 20-30 gramos (sin cáscara), en función del fruto seco. Esto equivaldría más o menos a un puñado, o unos 20-25 cacahuetes sin cáscara o 25-30 pistachos sin cáscara. Una bolsa pequeña de pistachos puede llegar a ser de 100 gramos (con cáscara). 

Por qué no es recomendable basar la dieta solo en estos productos

Porque algunos de los envases individuales contienen más cantidad de alimento del que sería razonable desde el punto de vista saludable. También porque la porción ideal no existe ya que no todo el mundo tiene las mismas necesidades nutricionales; estas varían en función de la persona, de su edad, peso, de su actividad física, etc.

Adicionalmente, pero no menos importante, porque los envases individuales tienen un mayor impacto medioambiental. Así pues, aunque la reducción del tamaño del envase ayuda a comer menos cantidad, en términos generales las raciones individuales de supermercado no son una opción saludable.

Una buena opción, si además de cuidarnos queremos tener bajo control el desperdicio alimentario, es la compra de alimentos a granel, una opción que nos permite adquirir solo la cantidad de alimento que queremos en su versión fresca. 

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