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Compra a granel: ¿tiene riesgos sanitarios?

Foto: Public Domain Pictures

Marta Chavarrías

Lo que hoy parece algo nuevo, en realidad, no lo es tanto. Comprar a granel ya lo hacían nuestros abuelos cuando adquirían alimentos. Pero nuevos hábitos alimenticios y la irrupción de grandes supermercados desplazó esta manera de adquirir alimentos y otros productos y se apostó por los productos envasados, sobre todo de plástico. Una realidad que, según las principales organizaciones ecologistas, ha acabado por ahogar mares y océanos.

Según Greenpeace, la situación mundial es preocupante, como así lo indican las previsiones: se calcula que la producción mundial de plásticos se acercará en 2020 a los 500 millones de toneladas (un 900% más que en 1980). Acabar con esta tendencia es precisamente lo que mueve a muchos de los defensores de este tipo de comercio: con la venta a granel compramos lo que necesitamos sin envoltorios innecesarios.

La venta a granel, por tanto, además de reducir el número de residuos plásticos que se generan (junto con los artes de pesca abandonados, los plásticos de un solo uso suponen el 70% de todos los artículos que componen los residuos marinos), supone un descenso de los desperdicios alimentarios. Con la venta a granel, se adquieren las cantidades que se necesitan. Se calcula que en todo el planeta se desperdician 1.300 millones de toneladas de comida al año, con el impacto ambiental, económico y social que ello significa.

Algunas de las causas del aumento del desperdicio de alimentos apuntan a las condiciones de venta: envases inadecuados en forma y tamaño; confusión de la fecha de consumo preferente y caducidad; exceso de variedad y cantidad de la oferta y la desaparición de la venta a granel para determinados productos, según la Guía de Buenas Prácticas frente al Desperdicio Alimentario

¿Se puede vender de todo a granel?

La variedad de tiendas que ofrecen sus productos a granel y que fomentan este tipo de comercio sostenible es cada vez más elevada. Ir a comprar con bolsas reutilizables o con los recipientes de casa para evitar residuos innecesarios está dejando de ser una práctica de unas pocas personas a algo más habitual. Y es que la oferta de los alimentos que se venden a granel aumenta año tras año. Según el portal Vivir sin Plástico, el número de tiendas a granel en España ha aumentado mucho, sobre todo en las ciudades. El objetivo que las une es la reducción de residuos y la defensa del pequeño comercio.

Podemos encontrar desde fruta y verdura, a arroces, azúcares, frutos secos, granos y semillas, harinas y pan rallado, hierbas y especias, legumbres, pasta, sémolas, setas deshidratadas, miel, aceitunas, galletas… la lista es extensísima y la presentación en los recipientes, en la mayoría de los casos transparentes y en forma de dispensadores, muy tentadora. E incluso hay tiendas que ofrecen vino a granel, como lo hacían las antiguas bodegas con sus enormes botas y barriles llenos de litros de vino y en las que el consumidor llegaba con una botella de vidrio y compraba la cantidad que deseaba.

Pero, además de alimentos y bebidas, la venta a granel se ha extendido también a productos de limpieza personal como champú y jabón corporal y de limpieza general como detergentes para la ropa, para la limpieza de baños y cocinas… En la mayoría de las tiendas de este tipo, tienen los productos en bidones muy grandes, con un grifo para llenar la garrafa o botella que el cliente lleva de casa. Una de las ventajas de comprar a granel es que se compra lo que se quiere en la cantidad que se necesita, ni más ni menos.

¿Y las garantías sanitarias?

Esta es una de las grandes preguntas sobre la compra a granel. ¿Qué garantías sanitarias ofrecen? ¿Son las mismas que los productos envasados? No son las mismas normas por las que se rigen el resto de comercios, porque la forma de venta es distinta. Pero las garantías sí son las mismas. La venta a granel está obligada a cumplir con la reglamentación técnico-sanitaria del comercio minorista y, en concreto, la específica de la venta a granel.

Esta normativa obliga, por ejemplo, a ofrecer los productos alimenticios en estanterías o vitrinas lejos del suelo. Los que venden a granel, además, tienen normas extras como la obligatoriedad de conservar hasta el final de la venta todos los sacos de todos y cada uno de los alimentos expuestos. En este saco debe figurar información como el número de lote y el año de partida del envasado. Cada uno de estos sacos debe ir tapado y no puede manipularlo el consumidor, solo el responsable de la tienda.

Cada producto debe disponer de un utensilio específico para no mezclarlos entre ellos (uno para el arroz, otro para la pasta, otro para las semillas…). Si echamos un vistazo a la lista de productos más vendidos a granel, vemos que se trata de productos de un bajo riesgo sanitario, es decir, que no necesitan refrigeración, son estables a temperatura ambiente. Son alimentos más bien secos, tienen una actividad de agua muy baja, por tanto, los patógenos tienen más problemas para sobrevivir en ellos. Fideos, frutos secos, azúcar, sal, café o cereales tienen una vida útil muy larga.

La normativa específica sobre la venta a granel también regula la información alimentaria sobre la presencia de ingredientes que causan alergias e intolerancias. En la misma regla se reconoce que existen indicios de que la mayoría de los incidentes de alergia alimentaria tienen su origen en alimentos no envasados. Por tanto, es importante facilitar al consumidor la información sobre los alérgenos potenciales.

Un estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) pone mala nota a este apartado: reconoce que la mayoría de la información se da de forma verbal y que esta información presenta lagunas. Pero es que la legislación permite a los responsables a informar de forma oral sobre los ingredientes de un determinado producto; solo el 26% lo hace con una ficha técnica del producto, informa la OCU.

Una práctica que llega a algunos supermercados

Desde hace unas semanas, en España algunos supermercados ya permiten que los clientes vayan a hacer la compra con sus propios envases. Como las tiendas pequeñas, los habituales de estas grandes superficies pueden comprar verdura, carne, pescado… en recipientes transparentes con tapa que el cliente trae de casa. La iniciativa, admiten, es reducir el consumo de envases y fomentar el uso de envases reutilizables. Una vez pesados los productos, se envuelven en papel, se etiquetan y se sirven en el envase del cliente. En el caso de las frutas y verduras a granel, el consumidor puede usar su propia bolsa o malla transparente.

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