Navidad con perro: 6 alimentos que podemos compartir y otros 6 que mejor no
Este lunes es Nochebuena y el martes es Navidad: jornadas de hartura y despilfarro gastronómico en el que siempre quedan restos en los platos, la fuente o el puchero que da pena tirar. Los más hacendosos hacen de ellos croquetas y canelones, aunque: ¿quién tiene tiempo hoy en día para deshilachar los guisos o preparar la bechamel?
Nadie; las viejas y viejos rockeros de la cocina tampoco están ya para estos trotes, así que dada la inutilidad culinaria del relevo generacional, los restos tienen solo dos posibles destinos: la basura o el plato del perro, que mueve la cola contenta o contento, reivindicando que también él o ella, como miembro de la familia, tiene derecho a disfrutar de su ágape navideño. Eso si no es que el suegro ya se pasó la cena de ayer atiborrándolo bajo el mantel…
Precisamente por esto, porque la mayoría de la familia quiere hacer participar a nuestro familiar peludo del festín y no podemos vigilarlos todo el tiempo -y porque es mejor que él disfrute de su ración que no tirar el sobrante a la basura-, es fundamental informarnos sobre qué alimentos son recomendables para compartir y cuáles no.
Aunque una vez al año no hace daño, algunos alimentos pueden provocarle molestias o desarreglos que le amarguen las fiestas, cuando no serias intoxicaciones si no vigilamos con las raciones. Es mejor leer este listado y después adoctrinar a cuñados, suegros, padres, sobrinos y familiares de todo pelaje, sobre lo que pueden y no pueden compartir bajo mano con nuestro pariente de cuatro patas, que por otro lado no distingue y lo acepta todo de buen grado.
Los perros pueden comer estas seis cosas
Restos del asado o el cocido: todo lo que sea carne sin problema alguno ni distinción, aunque sí lógicamente con mesura. Podemos dejar las salsas y los rellenos, siempre evitando si los hubiere lo ajos. La típica carne de cocido se les puede picar, pero siempre vigilando que no haya huesos, y en especial de pollo, que son los más peligrosos.
Hortalizas cocidas: las verduras de la carne de olla pueden ser un excelente acompañamiento, sobre todo la patata y la zanahoria, aunque excluiremos el puerro y el apio, que les pueden resultar muy indigestos, y sobre todo la cebolla o los ajos, que no les convienen.
Pescado: siempre que quitemos posibles espinas, los restos de pescado pueden ser un manjar para nuestro perro, en especial si se trata de salmón o cualquier otro sabroso y graso. Tampoco las cabezas les convienen.
Embutidos: sin problema, desde el jamón a la caña de lomo, la longaniza, etc. Los únicos límites son las raciones y la cantidad de grasa, por lo que tal vez sea mejor mesurar el chorizo.
Quesos: los perros pueden comer quesos con moderación. No digieren bien la leche por ausencia de la enzima que hidroliza la lactosa, aunque en el queso este azúcar está ausente por fermentación. El único problema es que es una importante entrada de materia grasa que les puede costar digerir.
Frutas: también con moderación, pues suponen una importante entrada de azúcar y ácido. A los perros les encantan las mandarinas, por ejemplo. La piña, las fresas o las manzanas pueden comerlas pero con moderación.
Es mejor que no coman estas seis cosas
Marisco: los perros no digieren bien la proteína del marisco, que les puede causar vómitos, diarreas y estreñimiento.
Ajos, apio ni cebolla: estos alimentos contienen, especialmente cuando están crudos, cantidades importantes de una compuesto llamado tiosulfato que el hígado de los perros no puede romper y digerir, por lo que en grandes cantidades puede provocar problemas graves. Así que, aunque por un par de aros tampoco va a pasar nada, mejor dejar claro que es un alimento prohibido.
Frutos secos: ni nueces, ni almendras, ni avellanas, ni pipas, ni pastachos ni otros frutos secos, con excepción de los cacahuetes, deben dársele al perro. El motivo es que no digiere las grasa vegetales.
Uvas pasas: las uvas en general y las pasas en particular, porque los componentes están concentrados, son malas para los perros. El problema es que esta fruta posee una toxina -se cree que un antifúngico- que puede provocarles problemas renales.
Turrones: obviamente si no son buenos para nosotros por sus enormes cantidades de azúcar, mucho menos para los perros, que apenas pueden gestionar los picos glucémicos. Pero el mayor problema es la posible presencia del xilitol, un compuesto edulcorante muy usado en la industria bollera y pastelera por su bajo aporte de calorías. Para el perro es un potente tóxico, ya que dispara la producción de insulina en el páncreas; esta retira todo el azúcar de la sangre y puede así provocar serias hipoglucemias y problemas hepáticos.
Chocolate: el peligro del chocolate tiene un nombre: teobromina. La misma sustancia que hace de este alimento un potente excitante y antidepresivo, puede provocar graves intoxicaciones que acaben incluso con la vida del perro. Y cuanto más puro sea en cacao el chocolate, más teobromina tiene. Así que nada de nada de turrón de chocolate.