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Los seres humanos hacemos la historia en condiciones independientes de nuestra voluntad.

Cambiar de régimen

Pedro Sánchez y Pablo Casado.

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Isabel Díaz Ayuso ha vuelto a poner en circulación la tesis de ''cambio de régimen'' como objetivo del Partido Socialista en el poder, con la finalidad de impedir que el PP pueda volver a ocupar la presidencia del Gobierno. Con base en dicha tesis, José María Aznar desarrolló la estrategia contra la reforma del Estatuto de Autonomía de Cataluña después de que el PP perdiera las elecciones de 2004.

La historia se repite para el PP. Pedro Sánchez, igual que José Luis Rodríguez Zapatero, pretende cimentar un bloque no solamente con los nacionalismos catalán y vasco, pero sí básicamente con ellos, con la finalidad de hacer imposible que el PP pueda volver a ganar unas elecciones generales. Sin una presencia ''razonable'' del PP en Catalunya y País Vasco combinada con un aumento considerable del número de escaños en el Congreso de los Diputados de los diversos partidos nacionalistas y especialmente de los partidos nacionalistas catalanes y vascos, el partido de gobierno de la derecha española no puede alcanzar una mayoría de investidura. 

Ante una estrategia de esta naturaleza por parte del Partido Socialista no cabe otra alternativa que una oposición sin reservas de ningún tipo. A partir de 2005 el PP puso en marcha una estrategia de enfrentamiento total contra la reforma del Estatuto de Autonomía de Catalunya. Se autoexcluyó del debate sobre dicha reforma tanto en el Parlament como en las Cortes Generales y centró su oposición al mismo en una recogida de firmas en todo el territorio del Estado y, sobre todo, en el recurso de inconstitucionalidad ante el Tribunal Constitucional. 

Dicha oposición acabó teniendo éxito. Tras la sentencia 31/2010 del mes de junio, el PP conseguiría desarbolar el ''tripartito'' de izquierda en Catalunya en las elecciones autonómicas del otoño de ese mismo año. En 2011 se impondría de manera arrolladora en las elecciones municipales y autonómicas de mayo y obtendría una mayoría absoluta de 186 escaños en las elecciones generales en el mes de noviembre. 

Pero el éxito de 2011 quedaría agotado en una legislatura. Desde el 20 de diciembre de 2015 el PP no ha sido capaz de volver a articular una mayoría de investidura que fuera también mayoría de gobierno. En 2016 pudo repetir Mariano Rajoy como presidente del Gobierno gracias a la abstención del PSOE, desvinculándose de esta manera la mayoría de investidura de la mayoría de gobierno. Dicha desvinculación se haría visible en la moción de censura de 2018 y se ha confirmado en las elecciones de 2019.

El PP parece dispuesto a volver a las andadas y centrar su oposición al Gobierno, ahora ya no solamente del PSOE sino de ''coalición'', en la cuestión catalana. El Gobierno de la Nación depende de partidos que ''odian a España'', según Isabel Díaz Ayuso. La derecha, las derechas, tienen que prepararse para un choque frontal contra esa combinación de las izquierdas y los nacionalismos, calificados subrepticiamente como una suerte de ''Anti-España''.

En términos parlamentarios no parece que dicha estrategia tenga mucho sentido. En la primera década del siglo XXI el PP tenía una presencia en Catalunya y País Vasco muy superior a la que tiene ahora mismo y, además, todavía nos movíamos en el marco bipartidista que había presidido la evolución del sistema político desde las primeras elecciones democráticas. El PP podía pensar en alcanzar la mayoría absoluta él solo en unas elecciones generales. Como efectivamente ocurrió.

Está claro que ya no es así. La estrategia antinacionalista en general y anticatalana en particular no parece que tenga posibilidades de éxito en unas elecciones generales. Más todavía si tal estrategia tiene que desarrollarse con la brutalidad que va a exigir la competencia en el interior de los partidos de la derecha española para capitalizar la misma en beneficio propio.

La tesis del ''cambio de régimen'' conduce inexorablemente a la derecha española a recurrir a los órganos constitucionales que no son resultado de la elección por parte de los ciudadanos, con la finalidad de impedir que la mayoría parlamentaria pueda constituir un Gobierno que pueda ejercer el poder. Las derechas españolas, especialmente Vox y también el PP, van a estar permanentemente acudiendo al Tribunal Constitucional, a los tribunales de justicia, al Tribunal de Cuentas, a la Junta Electoral Central, para zancadillear la acción de gobierno. 

Lo estamos viendo ya y lo vamos a seguir viendo con más intensidad en los dos años largos que quedan de legislatura. Tanto Vox como el PP han hecho una apuesta que no puede tener resultado positivo a través del ejercicio del derecho de sufragio. Es algo parecido a lo que le está ocurriendo al Partido Republicano en los Estados Unidos. Espero equivocarme, pero me temo que las próximas elecciones se van a desarrollar en un clima terrible.

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