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El riesgo del 6 de enero de 2025
El 13 de diciembre de 2023, Max Burns publicó en The Hill un artículo con el contundente título 'Bush vs. Gore destroyed us', en el que argumenta la tesis de que la sentencia de la Corte Suprema de los Estados Unidos que puso fin al recuento en el Estado de Florida de los resultados de las elecciones del año 2000 –en el momento en que George Bush llevaba una ventaja de 537 votos sobre Al Gore, pero en el que todo indicaba que, de continuarse el recuento, sería este último el que acabaría ganando en el Estado y se convertiría en presidente del país– desencadenó un proceso que ha culminado con el abandono de la democracia por el Partido Republicano a favor del autoritarismo del hombre fuerte estilo Donal Trump.
Los jueces que dictaron la sentencia, conscientes y hasta cierto punto avergonzados de la decisión que estaban tomando, dejaron dicho en la fundamentación jurídica de la misma que se trataba de un caso único, extraordinariamente anómalo, y que no debía ser considerada como un “precedente” para futuras decisiones. A la presidencia de los Estados Unidos se debe llegar por el voto ciudadano y no por la decisión de la Corte Suprema. La excepción de Bush vs Gore debería continuar siendo una excepción y no convertirse en norma.
Con esta cautela , los jueces pretendían reducir el alcance de la decisión que habían tomado, pero que así fuera no dependía de ellos, sino de cómo evolucionara el sistema político y cómo fueran los resultados electorales posteriores. Y la evolución del sistema político y los resultados electorales han conducido a que tres de los abogados de George W. Bush contra Gore en el año 2000, John Roberts, Brett Kavanaugh y Amy Coney Barret, sean jueces de la Corte Suprema en este momento. Y a que estos tres jueces sean determinantes en la decisión de si Donald Trump, tras su participación en al asalto al capitolio el 6 de enero de 2020, puede volver a ser candidato en la elección presidencial de este 2024 o, por el contrario, debe considerarse que él mismo se ha descalificado con su conducta para serlo.
La Corte Suprema de Colorado ha decidido que, en aplicación de apartado 3 de la decimocuarta enmienda, resulta evidente que Trump no puede volver a ser candidato. Dicha decisión ha sido recurrida ante la Corte Suprema, que no ha adoptado todavía su decisión, pero que ha dejado entrever, por la forma en que se ha desarrollado la vista oral, que revocará la decisión de la Corte Suprema de Colorado y que permitirá a Donald Trump continuar como candidato en todos los Estados.
Obviamente la decisión que adopte en 2024 es muy diferente de la que la Corte Suprema adoptó en Bush vs. Gore. En esta última, la Corte Suprema, al interrumpir el recuento, decidió directamente que Bush fuera el presidente de los Estados Unidos. En la decisión de 2024 parece que va a decidir que Donald Trump pueda participar como candidato en las elecciones y que, en consecuencia, solo será presidente si las gana. No cabe duda de que son cosas muy distintas.
Pero en la del año 2000 no había ninguna duda acerca de la titularidad del derecho de sufragio pasivo de George W. Bush, es decir, que su candidatura era plenamente constitucional, que no se había inhabilitado con su conducta para poder competir por la presidencia. En la de 2024 ocurre lo contrario. La opinión contraria a la constitucionalidad de la candidatura deTrump es muy sólida. Justamente lo contrario de lo que ocurre con los que defienden la constitucionalidad de la misma. “La Constitución prohíbe para siempre a Trump de ser presidente de nuevo”, ha escrito Lawrence H. Tribe, uno de los más afamados constitucionalistas del país. “El 6 de enero es exactamente de lo que hablaba la decimocuarta enmienda”, ha dicho Quinta Jurecic, creadora de la página Lawfare de la Universidad de Harvard.
En 2024, además, se sabe de qué es capaz Donald Trump. De su negativa a aceptar los resultados de las elecciones de 2020 y de su negativa a aceptar los futuros resultados de 2024, si no es él quien gana las elecciones. Tras las maniobras posteriores a la proclamación de los resultados electorales en 2020, con la finalidad de impedir la certificación de los mismos por parte del Congreso de los Estados Unidos, es más que probable que podamos asistir a una operación similar. Y con un sistema político más debilitado y un Partido Republicano más dispuesto que en el pasado a no respetar los resultados y a maniobrar en los Parlamentos de los Estados para sustituir la votación popular por la suya. En 2020 esto resultaba difícil de imaginar. En 2024 es no solamente posible, sino incluso probable.
Mantener a Donald Trump como candidato es no solamente de constitucionalidad más que dudosa, sino que es una temeridad política. Pero me temo que es lo que va a ocurrir.
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