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Podemos: a la tercera va la vencida

Yolanda Díaz y Ione Belarra en un acto de campaña en Pamplona.

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Estoy seguro de que la dirección de Podemos no ha programado deliberadamente la transformación de un partido que llegó a ser casi un partido de gobierno en un partido extraparlamentario, pero es lo que ha hecho. En 2015 pudo llegar a pensar que podría ponerse por delante del PSOE. En un plazo de ocho años, entre 2015 y 2023, esa aspiración se ha desvanecido.  

Voy a centrarme exclusivamente en la trayectoria del partido en la Comunidad de Madrid, porque ha sido a través de las decisiones adoptadas por la dirección del partido en las elecciones al Ayuntamiento y a la Asamblea de dicha Comunidad entre esas fechas como se ha ejecutado dicho tránsito.

En las elecciones municipales de 2015 Ahora Madrid, encabezado por Manuela Carmena, consiguió 20 ediles, que, unidos a los 9 que obtuvo el PSOE, le permitió superar los 21 del PP más los 7 de Ciudadanos. Por primera vez desde finales de los ochenta la izquierda conseguía dirigir la capital de España.

En las elecciones a la Asamblea de Madrid, entre el PSOE (37) y Podemos (27) se quedaron a un escaño de PP (48) y Ciudadanos (17). La izquierda no consiguió la presidencia de la Comunidad porque IU con la candidatura de Luis García Montero no consiguió superar la barrera del 5%.

Lo que consiguió Podemos se puede considerar una auténtica hazaña. Casi recuperó el resultado de la izquierda en 2003, las elecciones del tamayazo. Con los votos de IU lo hubiera conseguido. Gracias a Podemos, la izquierda se había situado en condiciones de competir de tú a tú con la derecha en Madrid. 

Los resultados de las municipales y autonómicas se confirmarían en las generales de diciembre de 2015 y de julio de 2016. Gracias fundamentalmente a Podemos la derecha española dejó de tener mayoría parlamentaria, aunque Mariano Rajoy continuó siendo presidente del Gobierno por el cordón sanitario que consiguió imponer al nacionalismo catalán embarcado en el procés. Una vez levantado ese cordón sanitario en julio de 2018, se haría valer la mayoría absoluta que expulsaría a Mariano Rajoy e impondría a Pedro Sánchez como presidente del Gobierno.

La dirección de Podemos parecía haber encontrado la fórmula para dejar en minoría a la derecha española, que, como consecuencia de ello, empezó a fracturarse. El PP dejó de representar a la derecha española en régimen de monopolio como venía haciendo desde 1993. 

Cuando parecía haber conseguido lo más difícil, Podemos entró en Madrid en un proceso de fractura interna, que la dirección no fue capaz de controlar. No conozco los entresijos del proceso y hablo, por lo tanto, desde fuera, como un ciudadano que sigue la política con mucha intensidad, pero que no participó en el conflicto en el interior del partido. 

De acuerdo con la información que se transmitía a partir del propio partido y que era reflejada en los medios de comunicación, la dirección de Podemos había decidido que fuera Íñigo Errejón quien encabezara la candidatura del partido en las elecciones a la Asamblea de Madrid de 2019. Manuela Carmena seguiría siendo la candidata a la Alcaldía. 

Íñigo Errejón puso en marcha la operación Más Madrid, tanto para el Ayuntamiento como para la Asamblea, con la finalidad de repetir el éxito de 2015 en el municipio y conseguir la presidencia de la Comunidad. Por razones que desconozco, la dirección de Podemos consideró que Más Madrid era el “partido de Íñigo” y decidió no presentar candidatura al Ayuntamiento, pero sí a la Asamblea. 

El resultado fue una catástrofe para la izquierda en general, que perdió la Alcaldía y que se quedó lejos de la mayoría en la Asamblea; pero especialmente para Podemos, que consiguió solo 7 escaños. Más Madrid mantuvo el tipo, siendo el primer partido en la elección municipal y consiguiendo 20 escaños en la Asamblea. 

En las elecciones generales de 2019, mientras que el “partido de Íñigo” obtuvo un solo escaño, Podemos consiguió el número suficiente como para que se constituyera el primer Gobierno de coalición de la democracia. Un logro, sin duda, espectacular. 

Pero la herida de Madrid no solamente no cicatrizaba, sino que se hacía cada vez más grave. Bastó el fracaso de la moción de censura en la Comunidad Autónoma de Murcia y que Isabel Díaz Ayuso aprovechara la ocasión para disolver la Asamblea de Madrid y convocar nuevas elecciones en 2021, para que la debilidad de Podemos se pusiera de manifiesto. Con la finalidad de evitar que Podemos se convirtiera en partido extraparlamentario, Pablo Iglesias se vio obligado a dejar de ser vicepresidente del Gobierno y encabezar la candidatura de Podemos. En ese momento designó a Yolanda Díaz como su sustituta en la vicepresidencia y como cabeza de lista en las próximas elecciones generales. 

Pablo Iglesias consiguió que Podemos obtuviera 10 escaños, tres más que en 2019, pero Más Madrid obtuvo 24, cuatro más, consolidándose como el partido representativo del que había sido originariamente el “espacio Podemos” en Madrid. El “partido de Íñigo” se convertía en un ejemplo de libro de profecía autocumplida. 

Cabía esperar que la dirección de Podemos había aprendido la lección, pero el ser humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. La conducta de 2019 respecto de Íñigo Errejón y Más Madrid se repetiría respecto de Yolanda Díaz y Sumar en 2023. La dirección de Podemos se negaría a asistir como invitado al acto constituyente de Sumar en el polideportivo Magariños. El resultado sería catastrófico para la izquierda en general en las elecciones municipales y autonómicas de mayo, pero mucho más catastrófico para Podemos, que pasó a ser un partido extraparlamentario en Madrid. Tanto en el Ayuntamiento, como en la Asamblea. Como consecuencia de ello se vería obligado a insertarse en las listas de Sumar en las elecciones generales del 23J, lo que le permitiría retener cinco escaños. Escaños que sabe perfectamente que no son suyos. 

La conducta de la dirección de Podemos ha sido la misma respecto de Íñigo Errejón y Más Madrid que respecto de Yolanda Díaz y Sumar. No parece haber aprendido la lección, sin embargo, y ha decidido dar un paso más en la misma dirección con la ruptura del grupo parlamentario de Sumar y la integración en el grupo mixto de los cinco diputados de Podemos elegidos en la lista de Sumar. 

A la tercera va la vencida, dice el refrán, que viene como anillo al dedo para la dirección de Podemos. Las elecciones europeas de 2024 no van a ser las de 2014, que permitieron que Podemos emergiera en el sistema político español. Pensar en algo parecido es una ensoñación. En el sistema electoral español, para las elecciones generales es muy difícil entrar, pero muy fácil salir. Y una vez que se ha salido, es prácticamente imposible regresar. 

Podemos puede hacer un daño enorme a la izquierda española, pero no puede esperar ningún resultado positivo de su tránsito al Grupo Mixto. Para Podemos la suerte está echada.

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