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Arquitectura de pandemia: El reto de adaptar pisos a prueba de confinamiento

Tres jóvenes toman el sol en el balcón en un piso del barrio del Eixample de Barcelona durante el estado de alarma.

EFE

Barcelona —

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El coronavirus ya ha mostrado sus primeros signos de debilidad en España, pero la amenaza de un rebrote acecha y pone sobre la mesa el reto de adaptar las viviendas a prueba de confinamiento con más espacios exteriores, multiusos y eficientes, según apuntan arquitectos consultados por EFE.

Con la vida social encerrada entre paredes, los defectos de pisos “pensados solo para unas horas del día” han saltado a la vista evidenciando que “nuestras casas no están preparadas para el siglo XXI”.

Así lo advierte Enrique Rovira, arquitecto y profesor de la Universitat Internacional de Catalunya (UIC) especializado en accesibilidad, una de las asignaturas pendientes para algunas viviendas desde hace años y que ahora la pandemia podría ayudar a resolver.

¿Cómo? Acelerando un cambio de normativas que, a su vez, diera respuesta a otras de las deficiencias en pisos, como la mala ventilación e iluminación, un aislamiento insuficiente o la falta de espacios exteriores.

En el fondo, el problema reside en la ausencia de una “cultura de mantenimiento” de las fincas, según asegura la decana del Colegio de Arquitectos de Cataluña (COAC), Assumpció Puig, quien considera que la rehabilitación podría contribuir al confort y a la eficiencia energética.

En este sentido, el director de la compañía de construcción pasiva Arquima, José Antonio González, propone instalar filtros para mejorar la calidad del aire y hacer tests para comprobar la hermeticidad de las viviendas con el fin de asegurar una huella de carbono “mínima”.

Además, expertos coinciden en que, a corto plazo, se puede ganar en bienestar doméstico de la mano del interiorismo, redistribuyendo los muebles para crear espacios “flexibles” que puedan transformarse.

“Se usarán más sistemas de mobiliario que permitan que de día la cama se levante y la habitación se convierta en un despacho, por ejemplo, o que el salón tenga diferentes configuraciones”, señala Xavier Vilalta, arquitecto y director de Vilalta Studio.

El experto explica que el confinamiento obligará a “reconquistar” los interiores de viviendas construyendo más balcones, terrazas y galerías donde “conectar” con el exterior, así como más espacios comunitarios, como huertos urbanos y azoteas con áreas infantiles.

“La gente va a querer que los pisos reúnan estas condiciones para poder pasar más tiempo sin salir”, augura Rovira, coincidiendo con Puig en que estas nuevas exigencias se reflejarán en la demanda del mercado inmobiliario.

Ambos predicen que los espacios exteriores cotizarán al alza tras la cuarentena, lo que causará que “algunas viviendas bajen de precio y otras suban, aunque el mercado siempre se acaba regulando a él mismo”, concluye la decana del COAC.

Vilalta suscribe que caerán las peticiones de pisos sin balcón, algo que su estudio de arquitectura ha podido comprobar tras recibir “muchas consultas de gente que quiere una casa, sea adosada o individual, o un piso con dúplex”.

De hecho, datos del portal inmobiliario Fotocasa corroboran este creciente interés durante el confinamiento, con un incremento del 46 % en búsquedas de fincas rústicas, seguidas por chalets (36 %) y casas adosadas (24 %).

“Esta gente, a lo poco que pueda, va a dar el paso de buscar otro tipo de vivienda que quizás no está en el centro de la ciudad, sino en la periferia”, sugiere Vilalta, recordando cómo las zonas rurales han sido “las grandes privilegiadas” durante la cuarentena.

En este punto, el arquitecto Enrique Rovira discrepa y piensa que en el caso de ciudades como Barcelona no se dará esta situación porque son “una marca, con restauración, turismo y cultura”.

La decana del COAC, Assumpció Puig, reconoce que “podría ser” que la pandemia hiciera crecer el interés por la vida fuera de las grandes urbes, aunque “no sería lo más conveniente” porque “vivir diseminado puede tener un alto coste”.

“La densidad no tiene por qué ser mala si cerca de nuestra vivienda podemos acceder a todos los servicios necesarios y disfrutamos de espacios verdes”, remarca Puig, consciente de la necesidad de “replantear” el modelo de ciudad para conseguir este objetivo.

Pilar Tomás

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